lunes, 18 de noviembre de 2019

Atalaya del 1 de Junio de 1965



    En La Atalaya del 1 de junio de 1965 leemos que: Nabucodonosor reinó 43 años; su hijo Evil Merodac, 2 años; Neriglisar, yerno de Nabucodonosor, 4 años; Labashi Marduk, hijo de Neriglisar, 0 años (tiene solamente unos meses de reinado y se cuentan cero años por morir este rey en su año de ascenso); y finalmente Nabonido, otro yerno de Nabucodonosor, reinó hasta que Babilonia cayó.
    La Atalaya no menciona los años que reinó Nabonido. ¿Por qué? Porque el lector sumaría los años y llegaría al de subida al trono de Nabucodonosor. En otras publicaciones de la sociedad Watch Tower se dice que Nabonido reinó 17 años. La suma arroja lo siguiente: 43 años de Nabucodonosor, 2 de Evil Merodac, 4 de Neriglisar y 17 de Nabonido, da un total de 66 años.
    Como Babilonia cayó en tiempos de Nabonido, en el 539 a.e.c., si a ese año se le suman los 66 años, se llega al 605 a.e.c. como año de subida al trono de Nabucodonosor. Y como Nabucodonosor destruyó Jerusalén en el año 18 de su reinado, se alcanza el 587 a.e.c. como año de la caída de Jerusalén. De ninguna manera pudo ser el 607 a.e.c. el año en que Nabucodonosor destruyó Jerusalén.
    La fecha del 607 a.e.c. fue impuesta por sorpresa en 1943 por Frederick W. Franz, vicepresidente y teólogo único de la sociedad Watch Tower, cuando aún no existía el Cuerpo Gobernante de los testigos de Jehová, cuerpo creado en 1971 con 11 miembros (7 de la junta directiva de la Watchtower más otras 5 personas). La fecha del 607 a.e.c. fue publicada en el libro ‘La verdad os hará libres’ como nueva verdad obligatoria para los testigos de Jehová, a pesar de que no es bíblica. Antes se predicaba que Jerusalén había caído en el 606 a.e.c. Franz no corrigió a la fecha verdadera del 587, sino que se basó en la fecha errónea del 606 para sacar la de 607 a.e.c. porque no leyó bien el texto bíblico. Por ley matemática, todo número basado en un número erróneo, también es erróneo.
    La fecha del 606 a.e.c. le fue pasada a Russell por el adventista Barbour, quien erradamente entendió que Jerusalén había caído en el 606 a.e.c., cuando sus predecesores decían que ese año era el de subida al trono de Nabucodonosor. Russell aceptó fechas y doctrinas de Barbour y no se detuvo a investigar si eran ciertas o no. Si Russell hubiera investigado habría descubierto que las fechas eran falsas, así como las doctrinas que le pasó Barbour y que Russell se lanzó de lleno a predicarlas sin ser bíblicas. Russell no tenía gran conocimiento de la Biblia y por eso creyó cuanto Barbour le decía. De haber tenido el suficiente conocimiento, Barbour no le habría convencido de fechas y doctrinas.
    Por otro lado, la fecha del 606 a.e.c. para el ascenso de Nabucodonosor se debe a un error cometido por el teólogo inglés Thomas Rawson Birks, que en 1843 publicó esa fecha en su libro ‘Primer elemento de la sagrada profecía’, en lugar del 605 a.e.c. que daban los historiadores.
    Los escrutadores bíblicos del tiempo de Birks leyeron en Jeremías 52:12 que Nabucodonosor había destruído Jerusalén en el año 19 de su reinado. Lo que hicieron los escrutadores fue sumar 19 años a la fecha del 587 a.e.c., que entonces se daba para la destrucción de Jerusalén, y así llegaron al 606 a.e.c. como año de la hipotética subida de Nabucodonosor al trono de Babilonia. El año 19 significa que han pasado 18 años y esos 18 años era lo que debieron haber sumado al 587 los escrutadores, llegando así a la fecha correcta del 605 a.e.c. para el ascenso de Nabucodonosor.
    Por otro lado, como se creía que los judaítas habían salido del destierro en el año 536 a.e.c. y la nación de Judá había estado 70 años bajo el dominio de Babilonia, al igual que las demás naciones, 70 años atrás llevaban al 606 a.e.c. En esos 70 años entraban los tres destierros de los judaítas, a saber, el del año 7 de Nabucodonosor (en otra parte de la Biblia se lee que era el año 8); el del año 18 (el año 19 en Jeremías 52.12), y el del año 23. Barbour equivocó los términos y creyó entender que Jerusalén había caído en el 606 a.e.c., por lo que colocó el año de ascenso de Nabucodonosor en el 624 a.e.c., echándolo 19 años atrás, en contra de la evidencia histórica, arqueológica y astronómica que señalaban al 605 a.e.c. como año de subida al trono de Nabucodonosor.
    Barbour creyó entender que los judaítas a quienes Nabucodonosor se llevó cautivos cuando en su año 18 destruyó Jerusalén, estuvieron 70 años en Babilonia. La Biblia no indica cuántos años estuvieron los judaítas en el destierro. Los 70 años que menciona Jeremías se refieren a Babilonia y no al tiempo del destierro. Son los 70 años que Babilonia duró como imperio tras terminar de conquistar Asiria en el año 609 a.e.c.  Por otro lado Jeremías escribe su carta a los desterrados del año 7-8 y no a los del año 18-19 de Nabucodonosor. A esos desterrados del año 7-8 les aplica los 70 años de duración del imperio babilonio tras la conquista definitiva de Asiria. No son 70 años de destierro.
    Los historiadores llegaron en principio a la fecha del 539 a.e.c. para la caída de Babilonia debido a que aplicaron 70 años al 609 a.e.c., en que Babilonia conquistó definitivamente Asiria al tomar la ciudad de Harrán, lo cual ocurrió en tiempos de Nabopolasar, padre de Nabucodonosor. Las fechas 609 y 539 a.e.c. se corroboran por diversos medios. Si los historiadores se hubieran equivocado en la fecha del 609, también se habrían equivocado en la del 539 a.e.c. La Historia, la Arqueología y la Astronomía demuestran que Nabucodonosor subió al trono en el año 605 a.e.c. Por tanto su año 18, en que destruyó Jerusalén, fue el 587 a.e.c.
    Cuando se aplica la cronología histórica a la Biblia, en Zacarías capítulo 7 se descubre también que la caída de Jerusalén fue en el 587 a.e.c., debido a que el año sexto de Darío, en que se terminó de construir el nuevo templo, fue el 515 a.e.c., según se lee en el libro ‘Toda Escritura’. Por tanto su año cuarto (mencionado en Zacarías 7) fue el 517 a.e.c. Y como el texto dice que los judaitas, en el año cuarto de Darío, llevaban ayunando 70 años en el mes quinto por la destrucción del templo (Jeremías indica que el templo se destruyó en el mes quinto), 70 años atrás del 517 (año cuarto de Darío) llevan al 587 a.e.c. como año de la destrucción de Jerusalén y su templo.

martes, 12 de noviembre de 2019

Lo que los testigos de Jehová no saben



    Los Testigos de Jehová viven en una burbuja fantástica. Evadidos de la realidad, sueñan con la utopía de vivir en una tierra paradisiaca, al tomar al pie de la letra textos que en la Biblia no son más que metáforas literarias. Piensan que vivirán eternamente y que, si mueren, serán resucitados, siempre y cuando sean fieles a la ‘organización’ del Cuerpo Gobernante y a la Watchtower, que es la sociedad mercantil editora que sostiene todo el conglomerado jehovista y a cuya junta directiva de 1919 dice la propia organización actual que Jesucristo la nombró como su esclavo fiel y discreto, aunque aquella junta no se enteró del nombramiento.

    Antes se enseñaba que el esclavo fiel y discreto existía desde el Pentecostés del año 33 (primer siglo) y que en 1919 este esclavo fue nombrado sobre los bienes del Amo Jesucristo. Quien no aceptaba esto era expulsado de la congregación. Pero como Russell no contactó con esclavo fiel y discreto alguno y eso significaba que desde los años 1870 existían dos líneas de esclavos, la del año 33 y la de Russell, lo cual no podía ser, el Cuerpo Gobernante cambió la doctrina y señaló que el esclavo fue nombrado en 1919 y de esa manera se quitaba de encima a Russell, quien, al ser una figura precursora al estilo de Juan el Bautista, como ahora se enseña, quiere decir que no era ungido, tal como Juan el Bautista no fue cristiano.
    Los Testigos de Jehová sirven hoy al Cuerpo Gobernante y a la Sociedad mercantil Watchtower, para cuya editorial y granjas trabajan miles de ellos sin percibir un sueldo, salvo la debida manutención. Los 500 accionistas de la Watchtower son testigos de Jehová. La Watchtower no podría subsistir sin los testigos de Jehová. Es de notar que los primeros cristianos no servían a una entidad mercantil ni dependían de ella ni para ella trabajaban.

    Los Testigos de Jehová creen a pies juntillas en los evangelios y cartas apostólicas, sin saber que estos evangelios y las cartas comenzaron a ser escritos por Eusebio de Cesarea en los primeros lustros del siglo cuarto (antes del año 325) por orden del emperador Constantino. Se escribieron los evangelios para crear la Iglesia Católica y hacer ver engañosamente que los obispos eran los sucesores de los apóstoles, aunque estos eran personajes de los recientemente creados evangelios. El cuerpo de obispos fue mandado crear por Constantino en el año 312, y en el 313 el emperador mantuvo su primera reunión con ellos en la ciudad francesa de Areles, hoy Arlés.

    Ni de Jesucristo ni de los apóstoles dan razón los historiadores de los siglos I al III, salvo las escasas y ridículas cuñas que fueron añadidas a Josefo y otros en el siglo IV y posteriores. El principal historiador del siglo I, Filón de Alejandría, que vivió en los mismos años en que se supone que vivió Jesucristo, nada escribió sobre el nazareno y eso que la fama de este había traspasado las fronteras. Filón no escribió sobre Jesucristo por la sencilla razón de que nada sabía de él, y eso que Filón estaba enterado de todo lo que pasaba en Judea y en Galilea. Nada sabía Filón acerca de Jesucristo porque la realidad es que aquel no existió en los tiempos del famoso historiador judío del siglo I.

    Cuando en el año 382, por orden de Dámaso el obispo de Roma, Jerónimo de Estridón tradujo al latín y amplió lo escrito por Eusebio, la Iglesia Católica fabricó los papiros que hizo pasar como si hubieran sido escritos en los siglos II y III, pero que resulta que son traducción al griego de pasajes de la Vulgata latina de Jerónimo, escrita casi a finales del siglo IV.

    Las creencias de los Testigos de Jehová  se basan en lo predicado por Russell a partir de 1876, sin saber que fechas (607 a.e.c., 1914…), tiempos (2.520 años) y doctrinas (Armagedón, Paraíso…) le fueron transmitidas a Russell por el adventista Barbour, quien a su vez tomó los datos de religiosos anteriores, especialmente del escrutador bíblico Edward Bishop Elliott, que en 1844 publicó el libro ‘Horas del Apocalipsis’. A los testigos de Jehová se les dice que estas doctrinas son de la Biblia; pero en la Biblia no aparecen: se trata solamente de especulación sin fundamento. La Biblia no menciona las fechas 607 a.e.c. y 1914 ni dice que entre ambas habían de pasar 2.520 años. La Biblia ni siquiera da lugar a tan descabellado cálculo.

    Russell aceptó a ciegas las fechas, tiempos y doctrinas que le impuso el adventista Barbour y lo predicó todo como si fuera palabra de Dios, sin detenerse a averiguar su procedencia ni sopesar si lo que le transmitía Barbour era cierto o no. Como el negocio editorial le creció súbitamente, pensó Russell que eso era evidencia de la bendición de Dios y continuó predicando cuanto Barbour le había inculcado. Pero fechas, tiempos y doctrinas predicadas no eran parte de las enseñanzas de la Biblia, por más que el Cuerpo Gobernante de los testigos de Jehová se empeñe en demostrar que sí lo son mediante subterfugios que son producto de ideas doctrinales preconcebidas, a las que el Cuerpo Gobernante adapta la propia Biblia (Traducción del Nuevo Mundo que usan los testigos de Jehová), cuando son las doctrinas las que deberían adaptarse a la Biblia.