La
gran inserción en el evangelio de Lucas
Hasta principios
del siglo XV, el evangelio de Lucas era el más corto de todos. La Iglesia se
obligó a ampliarlo con textos de los evangelios atribuídos a Mateo y a Marcos.
Los pasajes añadidos se conocen como ‘la gran inserción’ y comprenden los
capítulos y versículos de Lucas 9:51 a 18:14.
Entre estos textos
se insertó la parábola del hijo pródigo, que probablemente se trataba de un
cuento de gran antigüedad. Esos textos rellenan el largo viaje que efectuó
Jesús de Galilea a Judá.
En ese tiempo (principios
del siglo XV) la Iglesia aún controlaba los códices neotestamentarios que
periódicamente retocaba y ampliaba. Para eso retiraba los antiguos y ponía los
nuevos en su lugar. Después de la invención de la imprenta la Iglesia perdió inevitablemente
el control sobre los códices. ¿Por qué después de la invención de la imprenta?
Los códices se
escribían a mano, se tenía sumo cuidado de no cometer errores de escritura y
llevaba largo tiempo concluirlos. Con el invento de la imprenta, se tenían listos
muchos ejemplares impresos en menos de la mitad de tiempo y sin errores de
transcripción. De ahí que la Iglesia aceptara la imprenta.
Sin embargo la
Iglesia se pilló los dedos, pues la imprenta permitía hacer muchas más copias y
no se podía controlar su destino. El primer libro que salió de la imprenta, en
1459, fue precisamente la Biblia tal como estaba escrita en los códices para
mediados del siglo XV. Se habla más que nada de los códices del Nuevo
Testamento. La Iglesia, pues, al no controlar los ejemplares de la Biblia
realizada en imprenta, dejó de retocar los códices.
En el siglo XVI
los protestantes se separaron de la Iglesia católica y se llevaron la Biblia
tal como estaba, ya retocados muchos textos e incluída la gran inserción en el
evangelio de Lucas. Los protestantes nada sabían de que el evangelio de Lucas
había sido ampliado y creyeron que los textos neotestamentarios venían tal cual
desde el siglo I.
La Biblia,
especialmente el Nuevo Testamento, pasó de los primeros protestantes a todos
los demás y finalmente se transmitió a los adventistas y de ellos a los
Estudiantes Internacionales de la Biblia. De los Estudiantes de la Biblia pasó a los testigos de Jehová, que en 1961
editaron su propia biblia, adaptando los textos a la doctrina que tenían
entonces en vigor.
Los testigos de
Jehová no saben que los textos del Nuevo testamento han sufrido modificaciones
a lo largo del tiempo. Y no saben que la Iglesia incluyó la llamada ‘gran
inserción’ (Lucas 9:51 a 18:14) en el tercer evangelio. Toman todo el Nuevo
Testamento como Palabra de Dios y se apegan literalmente a ella y por ella
rigen su vida entera, sometidos a los ancianos y al Cuerpo Gobernante, el cual
cambia de vez en cuando las doctrinas, sobre todo cuando no se cumple lo que
predica, aduciendo que recibe ‘nueva luz’.
Tomar la gran
inserción de Lucas 9:51 a 18:14 como palabra de Dios y ajustar la vida a esos
textos es tanto como ser guiado por un ciego en medio del tráfico. Pero el caso
se aplica también al resto del Nuevo Testamento, del que nada se sabe antes del
siglo IV.
Toda la
documentación descansa sobre unos papiros creados entre finales del siglo IV y
principios del V, los cuales la Iglesia hizo pasar por documentos de los siglos
II y III. Y descansa igualmente sobre las cartas de unos padres apostólicos que
son invención de Eusebio de Cesarea.
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