Se advierte de que lo que aquí se expone (especialmente
en la segunda parte) es muy duro para el testigo de Jehová, al igual que para
cualquier cristiano sincero. Pero al testigo de Jehová por fuerza ha de dolerle
más. Muchos se sentirán profundamente ofendidos y en modo alguno aceptarán lo
que se expone y lo criticarán arduamente. La razón está en lo que Mark Twain
dijo cuando aseguró que ‘es más fácil engañar a la gente que convencerla de que
ha sido engañada’.
Tal vez la mayor angustia que sienten los
testigos de Jehová que ponen fe ciega en lo que pregona el Cuerpo Gobernante (sin
importar los constantes cambios doctrinales a los que los Testigos han de
sujetarse irremediablemente) es el pavor a no sobrevivir al Armagedón y morir. Al
testigo de Jehová se le ha inculcado como doctrina bíblica que puede vivir para
siempre y no morir jamás.
El Armagedón se presenta como la batalla
final de Jesucristo contra los reinos humanos y la destrucción de estos, lo que
daría paso al establecimiento del paraíso en la Tierra, en la cual el hombre
viviría para siempre sin padecer enfermedades, hambres y preocupaciones.
La base de esto es el entendimiento de que
Adán y Eva fueron creados para vivir eternamente en la Tierra, pero que por su
desobediencia fueron condenados a morir. Jesucristo habría anulado la muerte
adámica y aplicaría los resultados de su sacrificio después del Armagedón, al
convertir la Tierra en un paraíso.
El relato de Génesis dice que el hombre fue
puesto en el paraíso primitivo ‘para que lo cultivara y lo cuidara’ (Génesis
2:15). Es decir, fue colocado en el paraíso para trabajar. Este es un detalle a
tener siempre en cuenta, pues la mayoría de los creyentes Testigos están con la
idea de que en el paraíso se pasará la mayor parte del tiempo en holganza,
disfrutando del entorno constantemente. Eso de sentarse cada cual bajo su vid y
bajo su higuera ha de entenderse como el descanso de su cultivo y no como un
permanente holgar.
Cultivar y cuidar un jardín de la
envergadura de un paraíso mundial supone una labor ardua y constante y la
dedicación de muchas horas al día a este cultivo y cuidado, sobre todo porque
también han de cultivarse, manteniendo su producción al día, las huertas y los
huertos. Huertas y huertos serían abundantes. El Salmo 72:16 dice que habrá
sobreabundancia en la cima de las montañas. Eso significaría mucho trabajo.
Naturalmente, en la Biblia el citado texto es simbólico y expresa la alegría
que habría de reinar en el Israel natural, al igual que son alegóricos los
textos de Isaías 65:25 y otros semejantes, y los de Apocalipsis 21.
La palabra ‘Armagedón’ solamente aparece en
el Apocalipsis, libro que la Iglesia católica (por boca de Eusebio de Cesarea)
dice que fue escrito a finales del siglo I, cuando se supone que empezaba la
apostasía. El Apocalipsis fue incorporado al Canon del Nuevo Testamento por la
Iglesia en el siglo IV.
La Iglesia confeccionó entre finales del
siglo IV y principios del V listados de los libros neotestamentarios, aparte de
los correspondientes códices. Estos listados y códices los hizo pasar por más antiguos,
de los siglos II y III, dando a entender que los utilizaban las congregaciones
cristianas. Es lo que aceptan los testigos de Jehová, pero resulta que todo es
producto de la Iglesia católica.
El Apocalipsis manifiesta en su mismísimo
comienzo que la revelación se le daba en señales o símbolos a Juan, el escritor
del libro, que no se dice que fuera el apóstol Juan. Es decir, que lo reflejado
en el libro de Apocalipsis es simbólico y no ha de tomarse literalmente. Ya la
relación de las tribus de Israel es simbólica y por tanto su número es
simbólico.
Rutherford, que sucedió a Russell en la
presidencia de la Sociedad Watchtower, no tuvo en cuenta lo que decía el
Apocalipsis y estableció en 1935 que muchos de los que se consideraban ungidos
componían la ‘gran muchedumbre’. Así que la gran muchedumbre aparece en 1935,
según Rutherford. Sin embargo el Apocalipsis dice que la gran muchedumbre es la
que sale de la gran tribulación (Apocalipsis 7:14). Y la gran tribulación no ha
sucedido todavía. Por tanto la gran muchedumbre no puede estar hoy en escena,
ya que aún no ha acontecido la gran tribulación.
A propósito del Apocalipsis, Jesucristo,
los apóstoles y los cristianos anteriores a la aparición del Apocalipsis jamás hablaron
o habían oído hablar, por ejemplo, de los 144.000. Quiere decir que eso no era
una doctrina esencial para el cristiano. Jesucristo dijo que se enseñase a otros
todo lo que él había mandado. Y la doctrina de los 144.000 él no la mandó
enseñar. Los cristianos primitivos no la conocían. Pero al aceptar el
Apocalipsis como libro de la Biblia se acepta la palabra de la Iglesia
católica. Ese libro no lo conocieron los presumibles cristianos del siglo I.
La predicación de los testigos de Jehová
hace hincapié en la llegada inminente del Armagedón, al igual que hacían los
antiguos Estudiantes de la Biblia. Russell predicaba que el Armagedón llegaba
en 1914, como se lee en la literatura de su tiempo. Rutherford lo dejó para
1925. Franz predicó el Armagedón y el establecimiento del Paraíso en la Tierra para
1975, algo que los Testigos de hoy niegan. El Cuerpo Gobernante lo esperaba
para antes de que concluyese el siglo XX, como también se lee en libros y
atalayas, lo cual también niegan los Testigos de hoy que no han leído aquella
literatura ya obsoleta.
El Armagedón no llegó en ninguna de esas
fechas. Se aduce que no se tenía el conocimiento exacto preciso. Pero, si no
hay conocimiento exacto no puede decirse que se esté enseñando la verdad. Pablo
el apóstol escribe que hay quienes siempre están estudiando y nunca llegan a un
conocimiento exacto de la verdad.
Si los Testigos tienen tantos cambios doctrinales,
eso significa que no están en la verdad, sino en el entendimiento de lo que el
Cuerpo Gobernante cree que es la verdad. La unidad de creencia se impone por
fuerza y a quien no acepta al instante los cambios doctrinales se le expulsa de
la congregación.
Siendo el Apocalipsis un libro simbólico,
el Armagedón del que el libro habla es sin duda simbólico, como simbólicos son
los 144.000. Por extensión se designa con la palabra Armagedón a la venida en
gloria de Jesucristo para destruir los reinos humanos. Los evangelios no dicen
que eso sea el Armagedón, aunque sí hablan de una segunda venida de Jesucristo
en gloria.
Esta venida la esperaba el apóstol Pablo en
su tiempo y así lo predicó; pero Jesucristo no vino por vez segunda en el siglo
I. A través de los siglos se predicaba que Jesucristo estaba a punto de volver.
Los Estudiantes de la Biblia y los testigos de Jehová son parte de esos
predicadores. Y Jesucristo no vino, a pesar de la predicación y la afirmación
de que su vuelta era inminente. Y en esto sigue hoy la dirigencia de los
testigos de Jehová.
(Continúa en la parte 2).
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ResponderEliminarEstá usted disculpado si lo eliminó involuntariamente, sí lo hizo porque no le gustó eso es otra cosa.
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