El
enigma de los caballos del faraón de Egipto
Todos los
creyentes monoteístas toman el relato bíblico de las plagas de Egipto como un
hecho histórico y no como una ilustración que magnificaba al antiguo pueblo de
Israel. La incongruencia en el relato puede verse en lo que supuestamente le
ocurrió al ganado de los egipcios, y en concreto al ganado caballar, durante
las plagas quinta, sexta, séptima y décima. Tomamos oportunamente los textos de
la Biblia de Jerusalén, versión apegada fielmente a los viejos manuscritos.
En el libro de
Exodo, 9:3 y 6, leemos sobre la quinta plaga: ‘Mira que la mano de Yahveh caerá
sobre tus ganados del campo, sobre los caballos, sobre los asnos, sobre los
camellos, sobre las vacadas y sobre las ovejas; habrá una grandísima peste… Al
día siguiente cumplió Yahveh su palabra y murió todo el ganado de los egipcios’.
Para los
literalistas está claro que murió todo el ganado de los egipcios, tanto el
ganado vacuno como el ovejuno, el asnal, el caballar y el de los camellos. Los
egipcios, pues, se quedaron sin vacas, sin toros, sin bueyes, sin ovejas, sin
carneros, sin caballos y sin camellos. Gran desgracia para los de Egipto, pues
no pudieron arar los campos ni alimentarse con productos lácteos ni comer carne
ni desplazarse grandes distancias para comerciar. Sin animales, mal podía
sobrevivir la civilización egipcia. Aquello fue, sobre todo, un gran infortunio
para el ejército, pues perdió lo más preciado que tenía: los caballos,
imprescindibles para la guerra. Así, los egipcios estaban ahora indefensos, a
merced de cualquier enemigo que quisiera invadir sus territorios.
La sexta plaga la
encontramos en Exodo 9:8 y 10, donde leemos: ‘Tomad dos grandes puñados de
hollín de horno y que Moisés lo lance hacia el cielo, en presencia de Faraón;
se convertirá en polvo fino sobre todo el territorio de Egipto y formará
erupciones pustulosas en hombres y ganados, por toda la tierra de Egipto.
Tomaron, pues, hollín de horno y, presentándose ante Faraón, lo lanzó Moisés
hacia el cielo y hubo erupciones pustulosas en hombres y ganados’.
Literalmente dice
el relato que, tanto a hombres como a animales domésticos, les salieron
erupciones pustulosas o diviesos. Pero, ¿no habían muerto los animales egipcios
durante la plaga anterior? ¿Cómo es que les salieron tales flemones purulentos
a unas bestias ya difuntas?
En Exodo 9:19-25,
analizamos el fluir de la séptima plaga: ‘…el granizo descargará sobre todos
los hombres y animales que se hallan en el campo, y cuantos no se hayan
recogido bajo techumbre perecerán… Dijo Yaveh a Moisés: ‘Extiende tu mano hacia
el cielo, y que caiga granizo en toda la tierra de Egipto, sobre los hombres,
sobre los ganados’… ‘El granizo hirió cuanto había en el campo en todo el país
de Egipto, desde los hombres hasta los ganados…’
Con la expresión ‘el
granizo hirió’ entendemos que ‘el granizo hizo perecer’ a hombres y animales
que estaban a la intemperie, tal como lo menciona el versículo 19. Y de nuevo
la pregunta: ¿Sobre qué ganado de los egipcios descargó el granizo si todo él
había perecido en el transcurso de la quinta plaga?
La décima plaga
fue la más terrible. En Exodo, 12:29 y 30, leemos: ‘Y sucedió que, a media
noche, Yahveh hirió en el país de Egipto a todos los primogénitos, desde el
primogénito de Faraón… hasta el primogénito del preso en la cárcel, y a todo
primer nacido del ganado… no había casa donde no hubiese un muerto’. Nuevamente
la pregunta: ¿Cómo pudieron morir los primogénitos del ganado si habían dejado
de existir durante la quinta plaga?
Como broche de oro
del relato, Exodo 14:6 a 28 menciona que el faraón se lanzó con sus carros y
caballos en persecución de los
israelitas: ‘Faraón hizo enganchar su carro y llevó consigo sus tropas. Tomó
seiscientos carros escogidos y todos los carros de Egipto, montados por sus
combatientes… todos los caballos, los carros de Faraón, con la gente de los
carros y su ejército… Los egipcios se lanzaron en su persecución entrando tras
ellos, en medio del mar, todos los caballos de Faraón y los carros con sus
guerreros… las aguas cubrieron los carros y a su gente, a todo el ejército de
Faraón, que había entrado en el mar para perseguirlos; no escapó ni uno
siquiera’. Y aún podemos leer en Exodo 15:1, el cántico de Moisés y el pueblo:
‘Canto a Yahveh, pues se cubrió de gloria arrojando en el mar caballo y carro’.
Y de nuevo la
cuestión: ¿A qué caballos enganchó el faraón su carro y qué caballos tiraban de
los carros del ejército egipcio y qué caballos se ahogaron en el mar, si todos
habían muerto de peste cuando el ganado de los egipcios fue castigado con la
quinta plaga? Verdaderamente, si se toma el relato de Exodo al pie de la letra,
es un auténtico enigma este de los caballos del faraón.
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