martes, 9 de julio de 2019

Del libro BASES DOCTRINALES DE LOS TJ (10)


De dónde salieron los 2.520 años
de los siete tiempos de Daniel

    El Cuerpo Gobernante de los testigos de Jehová enseña que desde el 607 a.e.c. hasta 1914 corren los siete tiempos que el profeta Daniel aplicó a Nabucodonosor (que a su entender son también los tiempos de los gentiles de los que habla el evangelio de Lucas), siete tiempos que predican como un lapso de 2.520 años.   
    Para que el Testigo común acepte esto, el Cuerpo Gobernante afirma basarse en la Biblia, afirmación que aceptó de la Watchtower y esta de Russell, y Russell la aceptó del adventista Barbour, quien a su vez la aceptó del entusiasta bíblico Elliott, quien en 1844 había publicado erróneamente que mediaban 2.520 entre el 606 a.e.c. y 1914 (después el 606 se pasó al 607 a.e.c.).
    La Biblia no dice que desde la caída de la monarquía de Jerusalén (cuyos reyes se sentaban sobre el trono de Jehová) hasta la toma de poder real de Jesucristo habrían de pasar 2.520 años solares. No lo dice por ninguna parte, aunque el Cuerpo Gobernante trate de demostrar que sí lo dice.
    Los 2.520 años fueron inventados por el entusiasta bíblico John Aquila Brown, quien en 1823 publicó esta enseñanza en su libro ‘El atardecer’. Brown afirmaba que los 2.520 años se extendían desde el 604 a.e.c. (año primero del reinado de Nabucodonosor, como estaba demostrado) hasta 1917, año en que, según él, ‘la gloria de Israel brillaría’. Como en diciembre de 1917 los ingleses conquistaron Jerusalén a los turcos, esta enseñanza de Brown fue creída como profecía y los siete tiempos de Daniel durarían 2.520 años. Mas Brown se refería a que en 1917 aparecería Jesucristo de nuevo, lo cual no sucedió.
    El caso es que todos los escrutadores bíblicos aceptaron sin investigar que los siete tiempos de Daniel duraban 2.520 años solares. Entre los aceptantes estuvieron Elliott, Barbour, Russell, Rutherford y Franz (los tres últimos, presidentes de la Watchtower). Barbour fue quien le transmitió a Russell la doctrina de los 2.520 años.
    ¿Cómo llegó Brown a los 2.520 años solares?  Aparte de que en su tiempo se creía que los siete tiempos de Daniel duraban por lo general 1.260 años, se pensaba también que los siete tiempos literales de Daniel duraron siete años de 360 días o un total de 2.520 días. Como desde la Edad Media muchos judíos entendían que había que aplicar un año a cada día bíblico, Brown convirtió los 2.520 días en 2.520 años. Pero inadvertidamente se equivocó en la aplicación.
    Los 2.520 días procedían de contar siete años a razón de 360 días. Pero Brown, al convertir los días en años, aplicó inconscientemente años solares de 365,25 días en lugar de años de 360 días. De haber aplicado años de 360 días, como debería ser el caso si la aplicación fuera correcta, hubiera llegado a 1881 como año de la segunda venida de Jesucristo. Pero llegó a 1917 debido a que sin darse cuenta aplicó años de 365,25 días. De todas maneras, ni en 1881 ni en 1917 vino Jesucristo.
    En 1844 el escrutador Elliott retomó los 2.520 años de Brown y escribió en su libro ‘Horas del Apocalipsis’ que esos 2.520 años iban del 606 a.e.c. a 1914, aunque se equivocó en la cuenta en un año de menos. Lo que se esperaba es que en 1914 apareciera Jesucristo en la Tierra, lo cual no sucedió.
    Barbour retomó a su vez de Elliott esos 2.520 años y se los pasó a Russell, sin que este investigara la verdad de su procedencia. Russell predicó frenéticamente fechas y doctrinas recibidas de Barbour y esperaba que en 1914 apareciera Jesucristo. Mas no apareció y posteriormente la Watchtower corrigió el entendimiento que tenían los Estudiantes de la Biblia de Russell y estableció que lo sucedido en 1914 fue la entronización de Jesucristo como rey en el cielo y que vendría a la Tierra en el Armagedón, en el tiempo de una generación.
    El Cuerpo Gobernante enseña hoy que la generación componen dos grupos de ungidos, el primero de los cuales traslapa al segundo. No aceptar todo esto con fe ciega o dudar de ello es apostasía para los Testigos.


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