Los
componentes principales de la sangre
Según los antiguos
manuales de enfermería, la sangre se divide en cuatro componentes principales:
Plasma, glóbulos rojos o hematíes, glóbulos blancos o leucocitos y plaquetas.
No obstante los manuales de Medicina dividen hoy la sangre en dos componentes:
Plasma (55%) y hematíes (45%).
Las plaquetas
están suspendidas en el plasma y los leucocitos no son parte de la sangre, sino
que están de paso en el torrente sanguíneo porque van de unos órganos a otros.
Los leucocitos o glóbulos blancos son parte de los órganos y no de la sangre.
Por eso cuando se le trasplanta un riñón a un paciente, este recibe millones de
glóbulos blancos.
La madre que da el
pecho a su bebé le transmite una buena dosis de glóbulos blancos, pues la leche
materna los contiene en gran cantidad. Y, según los últimos descubrimientos en
Medicina, durante el embarazo la madre le transmite sangre al feto, como se
observa en las ecografías a través del cordón umbilical. La transmisión materna
de sangre al feto y de glóbulos blancos al bebé son procesos naturales. Por lo
tanto el mandato de abstenerse de sangre es una idea antinatural de la mente
humana.
Pero la división
científicamente más importante que hoy se hace de los componentes sanguíneos es
la que se utiliza para extraer las sustancias que han de aplicarse a los
pacientes. Según esta clasificación, los componentes principales de la sangre
son: Agua (80%), hemoglobina (15%), albúminas (3%) y globulinas (2%).
Esto está de
acuerdo con la división de: 1) Plasma, que contiene un 93% y un 8% de albúminas
y globulinas, incluídas las plaquetas. 2) Glóbulos rojos, que contienen agua y
un gran porcentaje de hemoglobina, que es la que da el color rojo a la sangre.
La hemoglobina es tratada por los testigos de Jehová como una fracción cuya
transfusión se deja a la conciencia, algo que muchos testigos ignoran y se
dejan morir por ello.
Esta división
incluye a las plaquetas como albúminas y no tiene en cuenta los glóbulos
blancos por no constituir parte característica de la sangre, sino de los
órganos y la leche materna, y hallarse en la sangre una cantidad mínima de
ellos que circulan en dirección a los tejidos. Su obtención puede realizarse de
los propios órganos, más que de la sangre.
Según la
composición química de la sangre en: agua, hemoglobina, albúminas y globulinas,
composición que marca la pauta para la extracción de las sustancias más
convenientes para su aplicación en el paciente, los testigos de Jehová están
permitiendo transfundirse los elementos principales de la sangre, a los cuales
llaman fracciones.
De todas maneras
los componentes de la sangre no son sangre, tal como los componentes del agua
no son agua. El agua se compone principalmente de hidrógeno y oxígeno y ninguna
de estas sustancias por separado es agua. Y los componentes de la sangre por
separado no son sangre; así no es sangre el plasma ni los glóbulos rojos ni las
plaquetas. Los glóbulos blancos ya hemos adelantado que no son parte de la
sangre, sino que están de paso en el torrente sanguíneo.
La Biblia no
indica cuáles son los componentes de la sangre. Todo es una aceptación de un
grupo humano que valora más la opinión de un tratado de enfermería que ya está
obsoleto por existir otras clasificaciones de la sangre más científicas y
acordes con la realidad sanitaria.
Y este grupo
humano es el que en los años cincuenta escribió en las Atalayas que
transfundirse albúmina extraída de la sangre era pecado, pero que mucho tiempo
después suprimió tal enseñanza y dejó a la conciencia de cada cual la
transfusión de albúmina, cuando ya muchos habían muerto por negarse a
transfundirse albúmina.
Fred Franz,
vicepresidente de la Watchtower, fue quien en 1945, apoyado por unos pocos de ideas
poco bíblicas, inventó el asunto de las transfusiones, al pensar que
transfundirse sangre era lo mismo que comerla. Un solo individuo marcó la
doctrina más controvertida de los testigos de Jehová.
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