Paso a resumir algo que incendiará a los
más religiosos e inclinados a creer que el Nuevo Testamento fue escrito en el
siglo I, según se enseña sin pruebas.
Los códices del Nuevo Testamento más
antiguos que existen son del siglo IV. Concretamente son: el Sinaíticus,
escrito hacia el año 330, y el Vaticanus, de hacia mediados del siglo IV. Están
escritos en griego. No existen códices de siglos anteriores.
Hacia el año 382 Jerónimo de Estridón, a
petición de Dámaso, obispo de Roma, tradujo del griego al latín uno de los
códices que, por orden del emperador Constantino, había escrito Eusebio de
Cesarea en el primer tercio del siglo IV.
Jerónimo se basó en uno de los códices de
Eusebio y en las traducciones latinas que mejor le parecieron de ese códice.
Jerónimo escribe que le llamarían hereje todas las generaciones. ¿Por qué?
Porque no solamente se limitó a traducir, sino que añadió textos al códice de
Eusebio, como fueron el nacimiento de Cristo, los primeros versículos de su
resurrección y Nazareth.
La traducción y añadidos de Jerónimo se
conoció como la Vulgata latina y apareció hacia finales del siglo IV. A partir
del siglo V y hasta el siglo XV se escriben unos códices que en realidad son
traducciones al griego de la Vulgata latina. Dichos códices para nada sirven,
porque la Vulgata es más antigua.
Todas las biblias de la actualidad se basan
en la Vulgata. No son traducciones de los códices de los siglos V al XV, sino
de unas recopilaciones que en griego realizaron ciertos eruditos, como Nestlé y
Aland, basándose en los códices y ordenando los libros según la Vulgata.
Wescott y Hort fueron otros recopiladores que no se tienen en cuenta por ser
satanistas. Con todo cierta Sociedad Bíblica muy conocida adquirió su trabajo
de recopilación.
Entre mediados del siglo XIX y mediados del
siglo XX se demostraba que los evangelios y cartas apostólicas fueron escritos
en el siglo IV. Y de pronto, entre 1918 y 1953 aparecen miles de papiros (todos
los que hoy se conocen) que los expertos religiosos datan desde el año 125 en
adelante. Ya Tischendorf, que descubrió el códice Sinaíticus, había ‘encontrado’
un papiro del Nuevo Testamento en 1868. Resulta demasiado incongruente y
sospechoso que los papiros de los evangelios se hayan descubierto en pleno
siglo XX y atribuídos a muchos siglos atrás por los eruditos religiosos, que no
por científicos serios.
Jerónimo no se basó en papiros para
escribir su Vulgata latina hacia el año 382. ¿En qué se basó Eusebio de Cesarea
para escribir el códice que Jerónimo empleó para traducir al latín? Esa es la
pregunta.
No olvidemos que Eusebio escribió la ‘Historia
eclesiástica’, donde da a conocer a unos padres apostólicos de los que la
Historia nada sabe, a excepción de uno o dos de ellos, a los que Eusebio les
añadió textos sobre el cristianismo, pero que realmente ellos no escribieron
porque ni siquiera eran cristianos. Ya Eusebio habla de la correspondencia
entre Jesucristo y el rey de Edesa, algo que se ha demostrado falso. Los padres
apostólicos son invención de Eusebio para tratar de demostrar que la Iglesia
católica y romana es la continuadora de los apóstoles.
En resumidas cuentas, que los papiros
fueron falsificados entre mediados del siglo XIX y XX y hechos pasar por más
antiguos para salir al paso de las demostraciones en boga acerca de que los
evangelios fueron escritos en el siglo IV y no antes. Y el principal que pudo
haber escrito los evangelios y cartas apostólicas fue Eusebio de Cesarea, todo inventado
por orden del emperador Constantino, que deseaba tener una sola religión para
el Imperio, religión que el emperador Teodosio impuso después bajo pena de
muerte.