Allá por la Edad Media un fraile de no mucha sesera le dio nombre al
dios de la Biblia y lo llamó ‘Jehová’ y ‘Jehoví’. El nombre ‘Jehoví’ salió de
aplicar las vocales de la palabra ‘elohim’ (dios) al Tetragramaton YHWH, aunque
después la Y fue cambiada a J. Finalmente el nombre quedó en ‘Jehová’, al
aplicarle una ‘a’ de ‘adonaí’ (señor). Naturalmente, el sumo sacerdote judío no
pronunciaba como ‘Jehová’ el nombre del Dios bíblico.
A principios del siglo XX otros frailes de no más intelectualidad que el
de la Edad Media dijeron que el nombre de Dios era ‘Yahweh’ y no ‘Jehová’. Se
basaron en que en los Salmos aparece la palabra ‘Yah’ ó ‘Jah’ aplicada al
nombre de Dios y se entendía que ‘Yah’ era la primera parte del nombre. No
obstante tomaron la segunda parte como ‘weh’ al creer que la ‘w’ era en
realidad una ‘u’. De todas maneras la ‘h’ (que en griego es la vocal ‘eta’) no
se pronunciaba. Sin embargo ‘w’ no es ‘u’.
Al traducir las Escrituras hebreas al griego (Septuaginta), se usó el
Tetragramaton YHWH. Estas letras son consonantes en el idioma castellano, pero
no en el griego. En griego las cuatro letras son vocales. Aparentemente serían
IEUE o IAEUE. De la segunda acepción se tomó el nombre ‘Yahweh’. Pero resulta
que la ‘w’ no es una ‘u’ ni una uve doble.
La letra griega ‘w’ es la minúscula de ‘omega’ y se pronunciaba ‘o’ en
el antiguo idioma griego, a pesar de que hay doctos que afirman que la ‘w’ no
existía. Por tanto lo más correcto sería pronunciar ‘Yahoh’. ‘Yah’ es la primera mitad del nombre,
según el libro de Salmos. ‘Oh’ sería la segunda parte de ese nombre, y no ‘ue’
ó ‘weh’.
Eusebio de Cesarea escribe que padres de la Iglesia pronunciaban como ‘IAO’
(YAHOH) el nombre de Dios. Eso parece ser lo correcto, ya que el nombre
encerraba lo masculino y lo femenino.
En la remota antigüedad se veneraba a un ‘dios padre’ y a una ‘diosa
madre’. No se concebía la existencia del mundo sin un dios padre y una diosa
madre. El judaísmo suprimió a la diosa madre y por tanto el dios padre hacía
las funciones de diosa madre. De ahí que el nombre que se le dio al Dios de la
Biblia fuera uno basado en los símbolos ‘IO’, que representaban el miembro
viril y la vagina, respectivamente. Dado que esto sería escandaloso para el
pueblo, el nombre no se pronunciaba y ese pronunciamiento quedó en exclusiva
para el sumo sacerdote, aunque los sacerdotes conocían la pronunciación.
El tetragramaton griego YHWH
representa correctamente la pronunciación del nombre del Dios de Israel
(YAH-OH) y esto no supieron apreciarlo los frailes que impusieron arbitrariamente
los nombres ‘Jehovah’ y ‘Yahweh’, a pesar de que tan a la vista estaba en el
tetragramaton griego.
Estos frailes evidentemente no leyeron a Eusebio de Cesarea, que ya
ponía en boca de los padres eclesiásticos la pronunciación ‘IAO’. Eusebio, que
era inteligentísimo, observó que la mitad del nombre aparecía en los Salmos (YAH)
y que la ‘w’ era en realidad una ‘o’ (OH) y no una ‘u’ o una uve doble, por lo
que el nombre se pronunciaba ‘YAHOH’, que suena como ‘IAO’.