(Serie
de cuatro artículos publicados en periódicos locales de Estados Unidos y
duramente criticados por las diferentes iglesias)
De hecho fue Constantino quien ordenó a Eusebio de Cesarea que
escribiera los ‘nuevos testimonios’ y crease un ser deificado para una nueva
religión mediante la cual el emperador pretendía unificar todas las religiones
de su imperio. Fue en ese tiempo cuando en realidad se creó el cristianismo,
que décadas después se impuso forzosamente, bajo pena de muerte, por el
emperador Teodosio. Constantino ya había fundado el episcopado nombrando
cincuenta obispos en el año 312. Con ellos tuvo su primera reunión en el 313,
en la ciudad francesa de Areles, hoy Arles. En el 325 Constantino convocó y
presidió el Concilio de Nicea, al que asistieron 64 obispos. Para entonces el
emperador había nombrado más obispos.
Destinados a estos obispos iban en principio cincuenta copias de los
‘nuevos testimonios’. Los obispos desconocían por completo la existencia de
Jesucristo y sus apóstoles y fue a través de los escritos de Eusebio que se
instruyeron en la nueva religión, el cristianismo, que copió sus rituales del
mitraismo y de la religión egipcia. Algo debían de contener estos escritos,
probablemente una serie de acrósticos que los denunciaban como falsos y que
Eusebio había insertado porque no estaba de acuerdo con los evangelios y
epístolas que escribía, para que en el año 382 el obispo de Roma, Dámaso,
encargase a Jerónimo de Estridón que tradujera todo aquello al latín, que era
un idioma que para entonces no hablaba el pueblo, ni siquiera gran parte de los
intelectuales.
Jerónimo escribe que se basó en una de las copias de Eusebio y en las
traducciones latinas de las mismas que mejor le parecieron y que luego fueron
destruidas. No dice Jerónimo que se basó en escritos anteriores al siglo IV.
Jerónimo no encontró nada anterior a ese siglo porque no existía un solo
escrito evangélico de los siglos I al III. Y Jerónimo no solamente tradujo del
griego al latín, sino que además, por orden del obispo romano, insertó en los
evangelios los capítulos del nacimiento de Cristo y el tema de Nazareth, sin
saber que Nazareth era una población que no existía en los supuestos tiempos de
Jesucristo. Jerónimo no había investigado lo suficiente acerca de Nazareth y
dio por hecho que era una población muy antigua. Así que Nazareth fue incluida
en los evangelios gracias a la traducción latina de Jerónimo, conocida como la
Vulgata, ya a finales del siglo IV.
Tenemos, pues, que las versiones evangélicas de Eusebio de Cesarea y las
de Jerónimo difieren entre sí. A mediados del siglo XIX, Tischendorf descubrió
en el monasterio de Santa Catalina del Monte Sión el llamado Códice Sinaíticus.
Este códice ha sido fechado por los expertos como de mediados del siglo IV, e
incluso de antes, y es muy diferente de todos los demás códices. Se cree que el
Sinaíticus es una de las cincuenta copias que escribió Eusebio por orden del
emperador, a pesar de que los rayos ultravioletas han detectado que se han
borrado muchas partes de este códice y en su lugar se han escrito textos que se
asemejan a los de la versión posterior de la Vulgata de Jerónimo. (Continúa en
la parte 4 y última).
Magníficos los artículos de tu blog. Espero el cuarto de este tema para quedarme con todos los detalles. Felicidades Yosadit. Fuí Testigo de Jehová durante 22 años. De estos fuí Superintendente 12 años. Hasta que cuando utilizaba un texto maestro y un léxico griego con toda la buena intención de profundizar y mejorar los discursos; me daba cuenta sin querer de la mala traducción. Nadie resolvía mis cuestiones y encima yo era malo; y presenté mi renuncia. Cuando sales; ves como se te amplía el ángulo de visión y ves las cosas como son. Cuando contemplo desde fuera la cúpula en la que estaba metido, no me creo que estaba metido allí. Sé que con tus artículos aprenderé muchas cosas. Felicidades, gracias y saludos.
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ResponderEliminarGracias por este reporte,muy interesante....Veo que te leíste el libro de Fernando Conde Torrens,interesante investigación la que aporta este ingeniero y profesor
ResponderEliminarGracias. Fernando Conde, de Pamplona, es amigo mío y tengo todas sus obras. Pero lo que dice en su última publicación es cosa muy sabida. La 'Vida de Constantino' aporta mucha información al respecto. Saludos.
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