El
capítulo 21 añadido al evangelio de Juan
Casi todos los
eruditos bíblicos están de acuerdo en que el capítulo 21 del evangelio de Juan
es un añadido posterior, presumiblemente del siglo VI. La Vetus, que se creía
anterior, pudiera ser únicamente un conjunto de hojas sueltas deficientemente traducidas
de los códices de Eusebio por clérigos que imitaban la caligrafía de otros
tiempos.
La Nueva
Enciclopedia Católica, página 1080, menciona que ‘el capítulo 21 (de Juan) fue
agregado después, y por consiguiente, será considerado como un apéndice al
Evangelio’. Este capítulo 21 falta en los dos códices más antiguos
-probablemente dos de las cincuenta copias escritas en griego por Eusebio de
Cesarea en el siglo IV-, como son el Sinaíticus y el Vaticanus. Tales códices
tampoco dan cuenta de la resurrección de Cristo, salvo en algunos lugares cuyo
texto original fue raspado en siglos posteriores e inserto en su lugar un nuevo
texto, según detectan los análisis por rayos ultravioletas.
Es lógico que, al
concluir el capítulo precedente, el 20 -con la mención de que ‘Jesús hizo otros
milagros no escritos en este libro, pero que éstos se escribieron para tener fe
en que Jesús era el Cristo’-, toda explicación en un capítulo posterior sobra.
De paso hemos de recordar que no se sabe quién escribió el evangelio de Juan.
La atribución al apóstol de dicho nombre es tan solo una tradición de la iglesia
católica, que asegura que ya los cristianos precedentes creían que el escritor
del evangelio fue el apóstol Juan, pero que no hay base para tal afirmación,
pues toda mención es obra de los personajes de Eusebio de Cesarea.
Eusebio pone
porciones de los evangelios en boca de algunos padres apostólicos; sin embargo,
se sospecha que Eusebio fue el inventor de todos los padres apostólicos y
apologetas anteriores al Concilio de Nicea en 325. Su Historia Eclesiástica la
concibió como producto de su propia mente para tratar de demostrar que los
obispos de Roma eran los sucesores de los apóstoles. De ahí que el capítulo 21
de Juan insinúe en sus versículos 15 a 17 la primacía episcopal del apóstol
Pedro sobre las ovejas de la cristiandad, con las frases ‘apacienta mis
corderos, apacienta mis ovejas’.
Los clérigos y
pastores, sean católicos, protestantes u ortodoxos, por lo general no quieren
aceptar que el capítulo 21 de Juan es un añadido posterior al evangelio y se
estrujan el cerebro tratando de buscar mil y una razones dogmáticas o
teológicas para defender lo genuino de dicho capítulo evangélico. Algunos, muy
pocos, arguyen que, efectivamente, se trata de un añadido posterior, pero que
fue el mismo apóstol Juan el que lo añadió después de haber escrito el
evangelio, para ampliar detalles. Los fieles de las diversas ramas del
Protestantismo admiten toda la Biblia como divinamente inspirada, incluídos los
libros neotestamentarios, sin tener en cuenta que esta segunda parte de la
Biblia fue tamizada y corregida por la Iglesia Católica antes de la invención
de la Imprenta y, por supuesto, antes de que los protestantes se separaran de
su seno.
Cuando la Imprenta
se estableció hacia 1459, precisamente con la edición de la Biblia, ya pocos
retoques podían hacerse en los códices. Con todo, los dos códices más antiguos,
tan diferentes de los posteriores, testifican de la falsificación terminada de
efectuarse antes del siglo XV o en su mismo comienzo. Fue probablemente
entonces cuando se amplió el evangelio de Lucas, añadiéndole capítulos y
versículos sacados de los evangelios de Mateo y de Marcos, como la que se
conoce como ‘Gran Inserción’, que abarca los capítulos y versículos de Lucas
9:51 a 18:14.
En el versículo 11
del capítulo 21 de Juan se lee que los apóstoles arrastraron hasta la orilla la
red con la que habían pescado y contaron ciento cincuenta y tres peces grandes.
El simbólico número 153 se consideraba mágico y lo empleaban los cabalistas,
judíos que seguían una doctrina esotérica y creían ver en la numerología la
razón de la existencia y función de las cosas. El 153 es, por tanto, un número
esotérico. Está compuesto por la suma de los números que van correlativos del 1
al 17.
Precisamente el 17
estaba también considerado como número mágico por ser la suma del 8, que
representa lo masculino, y del 9, lo femenino. El 8 era el número del Sol, en
tanto que el 9 era el de la Luna. El Sol representaba en las antiguas
religiones a la fecundadora divinidad masculina, mientras el 9 era el número de
la diosa madre universal. La unión de ambos originaba el número 17, cuya suma
de cifras da 8. Y la suma de los 17 primeros números origina el 153, cifras que
suman 9.
El 153 tiene
diversas propiedades matemáticas asombrosas. Por ejemplo, es el número más
pequeño que puede ser expresado como la suma de los cubos de sus dígitos: (1 x
1 x 1) + (5 x 5 x 5) + (3 x 3 x 3) = 153. El 153 es divisible por 1, 3, 9, 17 y
51. La suma de estos divisores da 81, que también equivale a un cuadrado perfecto
de medida 9 x 9. Por último, el 153 dividido por la suma de sus cifras (1 + 5 +
3 = 9) da 17, que es el número mágico que lleva al 153 tras sumar los números 1
al 17.
El capítulo 21 de
Juan es evidentemente espurio y presenta numerología simbólica y esoterismo a
través del antiguo número mágico 153. Por tal razón, y por ser un añadido
posterior, muchos creyentes se preguntan si puede un verdadero cristiano tomar
dicho capítulo como verdadera Palabra de Dios.
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