viernes, 31 de enero de 2020

Todos moriremos, sin excepción



    Dice la Biblia que el salario que el pecado paga es muerte. Y como todos pecamos y hemos heredado el pecado, morimos sin remisión la muerte adámica. En ninguna parte dice la Biblia que habrá humanos que no mueran. Quienes lo afirman no están leyendo correctamente.

    Muchos se hicieron testigos de Jehová creyendo que no morirían jamás. En cierta ocasión un anciano le dijo a un estudiante bíblico que él no pensaba morirse jamás. El estudiante le contestó que eso era presuntuoso de su parte y el anciano intentó formarle un comité judicial, a pesar de que el estudiante no estaba bautizado. Fue tal la rabieta que cogió el anciano que le denegó el estudio al que así le contestaba. Y el superintendente encima le dio la razón al anciano. El estudiante es hoy uno de los más acérrimos enemigos de los testigos de Jehová.

    Ha pasado el tiempo y el anciano en cuestión murió de viejo. Su familia dejó de pertenecer a la congregación, al comprobar que todos los ancianos y superintendentes se morían, en contra de la doctrina que predicaban. Y es que la muerte adámica es para todos sin excepción.

    Enseña la organización de los Testigos que el fin está cercano, al caer. Pero no es así. Russell predicaba que el fin venía en 1914. Rutherford, que en 1925. Franz, que en 1975. Y todos los superintendentes y ancianos recalcaban que el fin venía antes de terminar el año 2000. Y el fin no vino. Y los que esperaban no envejecer y morir, han envejecido y muchos han muerto.

    Ya puede el Cuerpo Gobernante cacarear que el fin está a la vuelta de la esquina, que no viene. Se obliga a predicar esa doctrina para que no baje la audiencia. Y con todo está bajando. Por eso se reagrupan dos congregaciones en una. Por eso se venden tantos salones del reino y se publica menos literatura. Y quien diga lo contrario, miente con total descaro, aunque es raro que un Testigo dedicado, sobre todo un anciano de congregación, razone sin insultar o menospreciar al interlocutor que le expone lo contrario.



sábado, 18 de enero de 2020

La verdad que llevaba a vida eterna



    En 1968 los testigos de Jehová editaron el libro ‘La verdad que lleva a vida eterna’. En aquel tiempo no existía el Cuerpo Gobernante, que fue creado en 1971, y en 1976 tomó las riendas de la Sociedad Watchtower, desplazando al presidente, todo ello a pesar de que la ‘organización’ enseña que el Cuerpo Gobernante dirigía a los cristianos del primer siglo, cuando Pablo no les rendía cuentas a los señores que hipotéticamente lo componían.

    El libro mencionado se catalogaba como ‘la bomba azul’ y, según los ancianos y superintendentes, contenía la verdad y nada más que la verdad. Cualquiera que no aceptara algún punto doctrinal del libro era expulsado de la congregación por no aceptar la verdad.

    Enseñaba el libro que la generación de 1914 no desaparecería sin que llegara el fin del sistema actual del mundo en la batalla de Armagedón, aunque según el Apocalipsis el Armagedón es solamente para los reyes de la tierra, y más concretamente para los reyes del este, junto al río Eufrates, que el sexto ángel secó.

    A quien no aceptaba que la generación de la que habló Jesucristo se refería a la que estaba viva en 1914 y vería el fin del sistema, se le expulsaba sin contemplaciones. Lo escrito en el libro ‘La verdad’ era verdad absoluta y no se admitía que cualquier librepensador pusiera en duda un solo ápice de lo contenido en las páginas de aquella azulada publicación. La generación de 1914 que no pasaría era, pues, una verdad incuestionable.

    Pasó el tiempo y a finales de los años noventa la doctrina de la generación que el libro ‘La verdad’ defendía como verdad, fue cambiada por completo por el Cuerpo Gobernante y en su lugar ese Cuerpo directivo estableció como verdad que la generación se refería, no a los que vivían en 1914, sino a los inicuos que no aceptaban la predicación de los testigos de Jehová. Para imponer esta nueva doctrina tuvo que apostatar de la anterior.

    Una década después el Cuerpo Gobernante volvió a apostatar de la doctrina y la cambió de nuevo. Ahora enseñaba que la generación la componían los ungidos. Más tarde matizó que la generación la componían dos grupos de ungidos, el primero de los cuales vivía en 1914 y traslapaba a un segundo grupo más joven. La generación, pues, la componen hoy unos abuelos de 1914 más unos señores más jóvenes que vinieron a la existencia después de 1914. Es de suponer que, si no viene en estos años el fin tan anunciado, habrá un tercer grupo de ungidos en la generación.

    Pero el libro ‘La verdad’ no enseñaba que la generación la componían dos grupos de ungidos. Se le ha preguntado a varios ancianos la razón por la que se cambió la doctrina de la generación y dicen que ahora se entienden mejor las cosas. Pero entonces el libro no debería haberse titulado ‘La verdad’, sino ‘El entendimiento de la verdad’.

    Otra pregunta que se les hizo fue que por qué se expulsó a quienes no aceptaron que la generación se refería a personas de 1914 que verían el fin. La respuesta de algunos indicó que era vital mantener la unidad de creencia por encima de todo, se estuviera en lo correcto o no.  

    En resumen, el libro ‘La verdad’ no contenía la verdad, sino lo que se entendía como verdad y que no lo era. La verdad nunca cambia; el entendimiento de la verdad, sí. Por tanto los testigos de Jehová no están en la verdad, sino en lo que el Cuerpo Gobernante entiende que es la verdad. Y no aceptar este entendimiento supone la expulsión inmediata de la congregación de la persona que lo rechaza, con el consiguiente desamorado y cruel ostracismo.


P.D.: Se espera el instructivo comentario del señor que graciosamente firma como Azote, ‘anciano’ de una congregación española y que, según comunican los compañeros de la agencia de redacción periodística que me ha tocado regentar, al comentar se ha dejado abiertos los parámetros que detectan su ubicación, por lo que se le recomienda que los cierre al comentar.

lunes, 6 de enero de 2020

A cuestas con la celebración del nacimiento de Jesucristo




    Particularmente en el foro que tenemos en inglés y que aún está activo, a la espera de su cierre, comentan varios ancianos que el nacimiento de Jesucristo no se celebra porque él no mandó celebrarlo. Esta respuesta, así como otras, no se ha incluído en el artículo del día 21 de Diciembre debido a que es demasiado pueril.

    Los ancianos consultados evitaron dar esa respuesta porque Jesucristo tampoco mandó que se observaran otras cosas. Por ejemplo, no mandó enseñar la doctrina de los 144.000, una doctrina que no conocieron los apóstoles ni los cristianos del siglo I. La doctrina de los 144.000 solamente aparece en el Apocalipsis, que según la Iglesia Católica fue escrito a finales del siglo I. Por tanto ni Jesucristo ni los apóstoles ni los cristianos del siglo I la conocieron.

    Esto lo saben perfectamente los superintendentes y los miembros del Cuerpo Gobernante y evitan que el asunto salga a colación, dada su delicadeza, sobre todo después de que Jesucristo dijera a sus discípulos que enseñaran todo lo que él había mandado. Y la doctrina de los 144.000 no mandó enseñarla.

    En cuanto a que los cristianos no celebren el nacimiento de Jesucristo, no pocos ancianos creen que sí debería celebrarse, dado que ese nacimiento lo celebraron los propios ángeles. Otra cosa es la celebración pagana de la Navidad; pero, puesto que el nacimiento de Cristo es bíblico, los cristianos deberían celebrarlo, como hicieron los ángeles y los pastores.

    Hasta 1926 los Estudiantes de la Biblia, predecesores de los testigos de Jehová, celebraban la Navidad. A Rutherford no le gustaba esa celebración y decretó que no era para cristianos. Obviamente, Rutherford no tuvo en cuenta la parte bíblica del nacimiento de Jesús.

    Decir que el nacimiento de Jesucristo no lo celebran los testigos de Jehová porque se aduce que Jesucristo no mandó celebrarlo, es sacar a la palestra temas que incomodan al mismísimo Cuerpo Gobernante, como es el asunto de que Jesucristo tampoco mandó observar ni enseñar doctrinas que hoy son típicas de los testigos de Jehová. Se está enseñando, pues, algo que Jesucristo no había mandado, como la doctrina de los 144.000.





jueves, 2 de enero de 2020

¡Mientes!



    ¡Mientes!, le dijo el anciano presidente del comité judicial al encausado. ¡Mientes!
    Se le juzgaba a un hermano por decir que en Australia salieron a flote más de mil abusadores infantiles con mil ochocientos casos. ¡Mientes!, vociferó el anciano fuera de sí. ¡Lo de Australia es invención de los apóstatas y tú has estado entrado en foros de apóstatas!, continuó enfurecido.
     La expresión ‘¡mientes!’ está constantemente presente en la boca de muchos ancianos y superintendentes. ¡Mientes! En los foros de apóstatas, como los llaman, entran muchos que ponen estas letras: ¡’Mientes!’. Evidentemente, se trata de ancianos que miran las páginas de los apóstatas y comentan.
    En cierta ocasión un hermano le preguntó a un anciano que por qué se cambió la doctrina de la generación de 1914 que no pasaría sin ver el fin del sistema. ¡Mientes!, le replicó el anciano; porque el esclavo jamás quiso decir eso. Tú eres un apóstata, continuó. Tú entendiste mal. La generación siempre constó de dos grupos de ungidos.
    Pero eso es un cambio reciente, le contesta el hermano. ¡Mientes!, le cortó el anciano. Y ahí se acabó la conversación. Ese anciano era el mismo del comité judicial. Lo de ¡mientes! era una muletilla en su boca y cada vez que lanzaba tal expresión se enfurecía.
    Como este hay muchos ancianos y superintendentes. No pocos se obligan a llevar una doble vida. ¡Mientes!, diría el anciano precitado. Para este anciano son mentira las verdades que en contra de la ‘organización jehovista’ lanzan los periodistas y los apóstatas. Y es verdad absoluta todo lo que emana del Cuerpo Gobernante, aunque luego esa verdad la cambien aduciendo que han recibido nueva luz. Y la verdad antigua queda en mentira. ¡Mientes!, diría el anciano. Lo de antes sigue siendo verdad, una verdad que ahora está más completa.
    El sentido común compara las dos doctrinas sobre la generación y encuentra que son totalmente opuestas. Luego una de ellas es mentira. ¿O lo son las dos? Antes la generación se refería a la gente que vivía en 1914 y vería el fin del sistema. Después el entendimiento se cambió a los inicuos. Y hoy la generación la componen dos grupos de ungidos, el primero de los cuales traslapa al segundo. ¿Dónde está la verdad en este caso, cuando ambas versiones son tan diferentes? ¡Mientes!, sigue diciendo el anciano. Y se le llena la boca de veneno. Un cerebro vacío, que no distingue la verdad de la mentira, no sabe decir otra cosa más que ¡mientes!