jueves, 2 de enero de 2020

¡Mientes!



    ¡Mientes!, le dijo el anciano presidente del comité judicial al encausado. ¡Mientes!
    Se le juzgaba a un hermano por decir que en Australia salieron a flote más de mil abusadores infantiles con mil ochocientos casos. ¡Mientes!, vociferó el anciano fuera de sí. ¡Lo de Australia es invención de los apóstatas y tú has estado entrado en foros de apóstatas!, continuó enfurecido.
     La expresión ‘¡mientes!’ está constantemente presente en la boca de muchos ancianos y superintendentes. ¡Mientes! En los foros de apóstatas, como los llaman, entran muchos que ponen estas letras: ¡’Mientes!’. Evidentemente, se trata de ancianos que miran las páginas de los apóstatas y comentan.
    En cierta ocasión un hermano le preguntó a un anciano que por qué se cambió la doctrina de la generación de 1914 que no pasaría sin ver el fin del sistema. ¡Mientes!, le replicó el anciano; porque el esclavo jamás quiso decir eso. Tú eres un apóstata, continuó. Tú entendiste mal. La generación siempre constó de dos grupos de ungidos.
    Pero eso es un cambio reciente, le contesta el hermano. ¡Mientes!, le cortó el anciano. Y ahí se acabó la conversación. Ese anciano era el mismo del comité judicial. Lo de ¡mientes! era una muletilla en su boca y cada vez que lanzaba tal expresión se enfurecía.
    Como este hay muchos ancianos y superintendentes. No pocos se obligan a llevar una doble vida. ¡Mientes!, diría el anciano precitado. Para este anciano son mentira las verdades que en contra de la ‘organización jehovista’ lanzan los periodistas y los apóstatas. Y es verdad absoluta todo lo que emana del Cuerpo Gobernante, aunque luego esa verdad la cambien aduciendo que han recibido nueva luz. Y la verdad antigua queda en mentira. ¡Mientes!, diría el anciano. Lo de antes sigue siendo verdad, una verdad que ahora está más completa.
    El sentido común compara las dos doctrinas sobre la generación y encuentra que son totalmente opuestas. Luego una de ellas es mentira. ¿O lo son las dos? Antes la generación se refería a la gente que vivía en 1914 y vería el fin del sistema. Después el entendimiento se cambió a los inicuos. Y hoy la generación la componen dos grupos de ungidos, el primero de los cuales traslapa al segundo. ¿Dónde está la verdad en este caso, cuando ambas versiones son tan diferentes? ¡Mientes!, sigue diciendo el anciano. Y se le llena la boca de veneno. Un cerebro vacío, que no distingue la verdad de la mentira, no sabe decir otra cosa más que ¡mientes!

1 comentario:

  1. Mi libro de historias watchblicas:

    Un viernes por la tarde, sobre las 18 horas, un anciano llama por teléfono a un tj diciéndole que si podía acudir el Sábado a las 10 de la mañana al salón del reino para tener una reunión con él y dos ancianos más, el tj, le contesta que sí.

    En el momento de la conversación telefónica se encontraba en casa de sus padres, también tj, y se lo cuenta, tras escuchar a su hijo, el padre le pregunta si el anciano le ha comunicado que la reunión sea para un comité judicial, a lo que el hijo le contesta que no.

    El padre le dice a su hijo que llame al anciano y le pregunte si la reunión es para formarle un comité judicial, lo cual hace y el anciano le dice que va a hacer una llamada a otro de los ancianos para preguntarle, lo vuelve a llamar y le dice que no, que es para comentar con él unos temas sobre su matrimonio.

    El Sábado a las 10 de la mañana, el tj con sus padres están en el salón del reino con los tres ancianos, tras saludarse, los ancianos junto con el hijo entran en una sala mientras los padres esperan fuera, y a los pocos minutos sale el hijo diciendo a sus padres que es un comité judicial, tras lo cual, los padres entran en la sala y le dicen a los ancianos que son unos mentirosos, el anciano que habló por teléfono con el hijo les dice que ha sido una confusión suya, y pide disculpas, los padres le dicen que no se lo creen, que han engañado a su hijo y se van junto con su hijo.

    Toda esta patraña la pone el padre en conocimiento de la sucursal, pero no ocurre nada en absoluto, los tres ancianos quedan totalmente impunes, lo que demuestra que jw.org tolera la mentira de sus esbirros.

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