domingo, 30 de junio de 2019

Del libro BASES DOCTRINALES DE LOS TJ (1)


Conceptos generales

    Las principales doctrinas de los testigos de Jehová se sustentan sobre tres bases que a su vez se defienden como fundamentadas en la Biblia. Estas tres bases son:
    1) La creencia de los 70 años.   
    2) Las fechas 607 a.e.c., 537 a.e.c. y 1914.
    3) Las fechas 1918 y 1919.   
    La tercera base se asienta sobre la segunda; y la segunda, sobre la primera.
    ¿Son bíblicas las fechas 607 a.e.c., 537 a.e.c., 1914, 1918 y 1919?
    De momento la fecha de 1918 ha sido suprimida porque no es bíblica. La realidad es que ninguna de las fechas es bíblica debido a que ninguna de ellas se encuentra en la Biblia. La Biblia no menciona fechas.  
    Las doctrinas fundamentadas sobre los 70 años son:
    A) Que en el 607 a.e.c. Nabucodonosor destruyó Jerusalén y comenzó su desolación tras llevarse al destierro a muchos judaítas.
    B) Que en el 537 a.e.c. los judaítas salieron del destierro.
    C) Que entre el 607 y el 537 a.e.c. transcurrieron los 70 años de destierro de los judaítas después de que Nabucodonosor destruyera Jerusalén y que son los 70 años en que Jerusalén estuvo desolada.
    D) Que entre el 607 a.e.c. y 1914 transcurrieron los 2.520 de los siete tiempos de Daniel, que son los mismos que los tiempos de los gentiles.
    E) Que en 1914 Jesucristo fue entronizado como rey en el cielo (en tiempos de Russell el año 1914 era el del Armagedón).
    F) Que en ese año de 1914 comenzó el tiempo del fin y la generación que estaba viva entonces no pasaría antes de llegar el Armagedón (hoy se ha suprimido tal doctrina y en su lugar se enseña que la generación de la que hablaba Jesucristo se refiere a dos grupos de ungidos, el primero de los cuales traslapa al segundo).
    G) Que el fin no tardará mucho en llegar, ya que en 1914 comenzó a darse la señal de que habría guerras, terremotos, hambres, enfermedades, delincuencia…
    H) Que en 1918 Jesucristo inspeccionó a su esclavo fiel y discreto (aunque hoy esta fecha se ha suprimido).
    I) Que en 1919 Jesucristo nombró sobre sus bienes a su esclavo fiel y discreto (hoy el nombramiento queda para el futuro y lo que se enseña que sucedió en 1919 es que Jesucristo nombró como su esclavo fiel y discreto a la junta directiva de la sociedad mercantil Watchtower, en un tiempo en que aún no existían los testigos de Jehová como grupo).
    Sobre estas bases se asientan muchas doctrinas. Si las bases no son firmes, todas las doctrinas se vienen abajo. Si los judaítas que Nabucodonosor se llevó al destierro en el año 18-19 de su reinado no hubieran estado 70 años en Babilonia, las fechas que defienden los testigos de Jehová no pueden sostenerse y por tanto las doctrinas tampoco.


sábado, 29 de junio de 2019

El ‘madero de tormento’ de Cristo, ¿cómo era exactamente? (y 2)



    Un poste de más de 3 metros no era práctico entre los romanos para las ejecuciones de los reos. Demasiada altura y demasiado peso. Los romanos utilizaban troncos más pequeños y manejables, de poco más la altura de un hombre, y contaban con árboles cuyo tronco medía unos 2,30 metros de altura y de 12 a 15 centímetros de diámetro, el cual pesaba algo más de 100 kilos.
    Si Jesucristo portaba un madero hasta el lugar de ejecución, es evidente que no era el ‘stipes’ o poste de más de 100 kilos (y mucho menos un poste de 200 ó 250 ó kilos) pues de ninguna manera hubiera podido con él.
    ¿Qué, exactamente, transportaba Jesucristo sobre sus hombros? El ‘patíbulum’ o tronco más delgado, de unos 2 metros de largo y unos 50 kilos de peso, sobre el cual se amarraban los brazos y se clavaban las manos en posición horizontal. Plauto, un escritor latino del siglo III antes de Cristo, dice: ‘Cargue él su patibulum por la ciudad y fíjenlo al crux’. El ‘patíbulum’ se encajaba horizontalmente sobre el ‘stipes’ o ‘crux’ al llegar el reo al lugar de ejecución
    En efecto, del poste de 2,30 metros, 50 centímetros iban enterrados en el suelo para soportar el peso, y quedaban 1,80 metros, que vendría a ser justamente la altura de Jesucristo. La cabeza sobresaldría del poste para que los brazos encajasen sobre el ‘patíbulum’. Y sobre la cabeza se ponía el letrero, ajustado encima del ‘stipes’, con el cargo o cargos del condenado. Los pies estarían a pocos centímetros del suelo, no clavados juntos, sino un pie a cada lado del ‘stipes’, por lo que los clavos entraban por el lateral de los tobillos.
    El ‘stipes’ o poste no lo transportaba el reo, sino que estaba preparado en el lugar de ejecución para ajustarle el ‘patíbulum’ que el reo transportaba. El ‘stipes’ estaba tendido en el suelo y sobre él se echaba al reo con el ‘patíbulum’. Después de  ser clavadas las manos al ‘patíbulum’, varios soldados alzaban y encajaban en tierra todo aquello, que en conjunto suponía más de 220 kilos, reo incluído.
    Esto evidencia que ‘stipes’ y ‘patíbulum’ formaban una T, que en griego es ‘Tau’. Curioso es que el nombre de ‘sTAUros’ dado a este tipo de cruz contenga le letra griega TAU (T). El madero de Jesucristo era, pues, una cruz probablemente en forma de T. No era una cruz simple o poste como afirma Rutherford, porque en ese caso su medida y peso se saldría de lo normal y no sería manejable por los soldados romanos. Eusebio de Cesarea pone en boca de Tertuliano lo siguiente, hablando de la cruz de Cristo: ‘La letra Griega Tau y nuestra propia letra T, es la misma forma de la cruz’. (Contra Marción, libro 3).
    Si Rutherford hubiera leído los evangelios, que se evidencia que no los leía, habría visto que el incrédulo apóstol Tomás hablaba de ‘los clavos de las manos’, lo que significa que eran más de uno y eso únicamente es posible si a Jesucristo se le hubieran clavado las manos en posición horizontal. Dice además el evangelio que el cartel estaba situado ‘encima de la cabeza’, es decir, no encima de las manos, como sería el caso si Jesucristo hubiera sido clavado al ‘stipes’ con los brazos en alto.
    Por otro lado Jesucristo duró unas tres horas clavado al instrumento de ejecución. Y está demostrado médicamente que un individuo que tenga más de diez minutos los brazos en alto muere de asfixia. Por tanto Jesucristo no pudo estar clavado al ‘stipes’ con los brazos en alto. Forzosamente sus brazos tuvieron que estar extendidos en posición horizontal, es decir, con las manos clavadas al ‘patíbulum’ o travesaño horizontal y no al ‘stipes’ o poste enhiesto.
    Rutherford no entendía por qué Jesucristo tuvo que morir en una cruz cuyo simbolismo es pagano. Por eso inventó o aceptó de otros lo de la muerte en un poste, aunque eso hubiera sido imposible porque no les era práctico a los romanos ni estaban a su alcance en Palestina troncos de árboles de más de 3 metros de altura y un peso exagerado.
    Rutherford no calculó el tamaño y peso del poste que le atribuía a Cristo. Si lo hubiera calculado, no se hubiera lanzado a pregonar doctrina tan estrambótica como es esta del poste que hipotéticamente constituía el instrumento de suplicio de Cristo.
    Ninguno de los miembros de los diferentes Cuerpos Gobernantes habidos desde 1971, cuando se creó, se ha parado a investigar fríamente este asunto y continúan dándole crédito a Rutherford y defendiendo que Jesucristo murió en un poste y no en una cruz, cuando está demostrado que Rutherford erró por completo al imponer doctrinas que no eran bíblicas y por esa razón desapareció más del 70% de los Estudiantes de la Biblia entre 1926 y principios de 1927, algo que también se oculta hoy a los testigos de Jehová, aunque no pocos superintendentes y ancianos lo saben y se obligan a callar.
    Ya los primeros padres de la Iglesia hablaban de la cruz de Cristo, aunque tales padres son creación de la pluma de Eusebio de Cesarea en el siglo IV, a excepción de Tertuliano y Orígenes, que sí existieron, pero que no eran padres de la Iglesia, pues la tal iglesia se fundó precisamente en el siglo IV y Eusebio fue el principal fundador después del emperador Constantino. Pero esa es ya otra historia.


El ‘madero de tormento’ de Cristo, ¿cómo era exactamente? (1)



    En tiempos de Russell los Estudiantes de la Biblia, antecesores de los testigos de Jehová, reverenciaban la cruz, la cual figuraba en las revistas oficiales que se publicaban quincenalmente.
    Figura asimismo la cruz en la pirámide de granito levantada en memoria de Russell junto a su tumba en el cementerio de Pittsburgh. De esta pirámide, la mayoría de los Testigos de Jehová nada sabe. Estos, entre los que se incluyen ancianos, se sorprenden cuando oyen hablar del tema, hasta tal punto que niegan que el asunto de la pirámide de Russell y la cruz en ella cincelada sean verdad, cuando todo está documentado fotográficamente.
    En el libro ‘La Creación’, supuestamente escrito por Rutherford y publicado en 1927, aparece un grabado en color en el cual se ve a Jesucristo clavado en una cruz del tamaño de una persona. Esto está de acuerdo con ‘El Nuevo Diccionario Internacional de Teología del Nuevo Testamente (Vol. I)’, que indica que ‘la cruz probablemente no era más alta que la estatura de un hombre’.
    Lo sorprendente es que en el grabado de Rutherford, junto al crucificado, figuran dos hombres desnudos en actitud homosexual y ninguno de los superintendentes y ancianos a quienes se les mostró el grabado y el libro ha sabido explicar esto que desconocían por completo y que tan negativamente les impactó.
    En aquel tiempo se enseñaba que Jesús murió en una cruz. Pero finalmente al sucesor de Russell en la presidencia de la Watchtower no le agradó la cruz y estimó que era un símbolo pagano. Puede que eso se lo haya inculcado su ayudante el polémico Frederick Franz, que entró al servicio de Rutherford en 1926 y que años más tarde, después del famoso revuelo de 1975 que tan vacías dejó las filas de los Testigos, llegaría a Presidente, entre 1977 y 1992.      
    El caso es que Rutherford cambió de parecer y concluyó que Jesucristo no pudo haber muerto en una cruz. Así que en la década de 1930 decretó que Jesucristo no había muerto en una cruz, sino en un poste. Sin embargo un poste es una cruz simple, como indica Justus Lipsius, del siglo XVI, en su ‘liber primus’.
    La realidad es que Lipsius habla más de crucifixiones que de empalamientos en una estaca o poste vertical. En la página 650 de su libro se lee esto que el Cuerpo Gobernante oculta a los Testigos: ‘En la cruz del Señor hubo cuatro piezas de madera: el palo vertical, el travesaño, un tronco de árbol colocado abajo y el título (la inscripción) colocado arriba’.
    Jesucristo, según la Watchtower y el Cuerpo Gobernante, habría sido clavado al poste con los brazos levantados en posición vertical, atravesadas sus muñecas por un solo clavo, al igual que un solo clavo atravesaría sus pies, colocados uno encima del otro. Sobre las manos de Jesucristo y en el mismo poste estaría situado el cartelón en el que figuraba en varios idiomas el cargo como reo.
    Hay superintendentes y ancianos -cada vez más- que no están de acuerdo con la imposición doctrinal de Rutherford referente al tema de que Jesucristo murió en un poste. La lógica les hace pensar que Rutherford estaba equivocado en este y otros muchos puntos.
    El Cuerpo Gobernante guarda silencio al respecto, pero tarde o temprano tendrá que rectificar y admitir que Jesucristo no pudo haber muerto en un poste del tamaño y peso del que inconscientemente sugiere Rutherford. Y tendrá que admitir, bajo ‘nueva luz’, que el poste, que los romanos conocían como ‘stipes’, era mucho más pequeño y tenía acoplado un travesaño horizontal denominado ‘patíbulum’, que es lo que se deduce de la propia Biblia cuando dice que Jesucristo llevaba a cuestas un madero. Si el madero fuera el ‘stipes’, de ninguna manera hubiera podido moverlo.
    Examinemos imparcialmente el asunto del poste. Los evangelios, que son los únicos documentos que narran extensamente la existencia y hechos de quien se estima que se  crió en Nazareth, no dicen cuánto medía Jesucristo; pero un cálculo aproximado permite apreciar que tendría sobre 1,80 metros de altura, dado que su figura imponía cierto respeto y autoridad, como se desprende de la lectura evangélica. Y aunque midiera algo menos, poco afecta eso a lo que aquí se expone.
    Hagamos cuentas: 1,80 metros de la figura de Jesucristo, más unos 60 centímetros del resto de los brazos sobre su cabeza, más un mínimo de 40 centímetros para clavar el cartelón en varios idiomas en la parte superior, más unos 50 centímetros para fijar el poste dentro del suelo, a fin de que no tambalease, tenemos una medida total de unos 3,30 metros para el poste. Los pies, naturalmente, estarían a ras del suelo. Pero si Jesucristo medía menos de 1,80 metros, sus pies estarían a centímetros del suelo.
    Ahora bien, según las ilustraciones de los libros de los testigos de Jehová, los pies de Cristo estaban a cierta altura del suelo, que se calcula en unos 50 centímetros. Eso significa que el poste, según el Cuerpo Gobernante, medía al menos medio metro más, es decir, 3,80 metros, lo cual es completamente exagerado.
    Un poste no es más que un tronco de árbol. En el caso que nos ocupa, según la estimación de Rutherford, el poste tendría un promedio de al menos 22 centímetros de diámetro. Los primitivos postes de madera maciza utilizados para los cables de la luz medían más de 3 metros y pesaban cerca de 200 kilogramos, que es lo que pesa un piano de estudio. Serían más de 250 kilos si el poste, al ser también más ancho, fuera de 3,80 metros. 
    El evangelio dice que Jesucristo iba camino del Calvario con el madero o instrumento de suplicio a cuestas. Si el poste que indica Rutherford fuera el ‘stipes’, no hay hombre por muy fuerte que sea que pueda cargar con 200 kilos a la espalda, y menos una persona debilitada por los terribles latigazos sufridos durante su apresamiento. Ni siquiera el hombre más fuerte hubiera podido con 100 kilos, equivalente al peso de cuatro bombonas de butano repletas de gas. Ni pensar en un poste de 250 kilos. (Continúa en la parte 2).


martes, 25 de junio de 2019

La celebración del nacimiento de Cristo



    En 1927 Rutherford instituyó la no celebración del nacimiento de Cristo, aduciendo que tal celebración era pagana. Hasta 1926 los Estudiantes de la Biblia habían celebrado ese nacimiento.

    A Rutherford le molestaban las fiestas y las celebraciones, por lo que anuló la celebración anual del nacimiento de Cristo. Es evidente que Rutherford no leía la Biblia. Si la hubiera leído, habría visto que los ángeles celebraron con gozo el nacimiento de Cristo, al igual que los pastores.

    La celebración del nacimiento de Cristo es totalmente bíblica. Otra cosa serían las costumbres paganas asociadas a la Navidad; pero lo que es el nacimiento en sí no hay razón para no celebrarlo.

   Hay superintendentes que declaran abiertamente no estar de acuerdo con las doctrinas lanzadas por Rutherford, sobre todo esta de la prohibición de no celebrar el nacimiento de Cristo. Para ellos Rutherford estaba paranoico y torció las Escrituras a su conveniencia.


jueves, 20 de junio de 2019

Armagedón (y 2)



     Pablo escribe que el salario que el pecado paga es la muerte. Como todos estamos en pecado y en pecado nacemos, el salario que se nos da por ello es la muerte adámica para todos. Puesto que todos somos descendientes de Adán, de esto nadie se libra y absolutamente todos hemos de morir. No se puede pasar con vida a través de ningún Armagedón porque absolutamente todos hemos heredado el pecado y por tanto el pago irremediable es la muerte.    
    Enseña el Cuerpo Gobernante que muchos pasarán vivos al nuevo orden a través del Armagedón. Sin embargo el Apocalipsis indica que la gran muchedumbre sale de la gran tribulación y seguidamente está ante el trono de Dios. La Biblia indica que este trono está en el cielo.  Y de hecho la gran muchedumbre está en el cielo y no en la tierra después de la gran tribulación. La palabra griega que el Apocalipsis utiliza es ‘naós’, que la Biblia Interlinear de la Watchtower traduce por ‘habitación divina’. En otros textos del Apocalipsis se indica que ‘naós’ es el santuario del cielo.
    Ahora bien, para poder ir al cielo y estar ante el trono de Dios no hay más remedio que morir. Pablo dice que ‘carne y sangre no heredan el reino de Dios’, lo que equivale a decir que el cuerpo humano no puede acceder como tal al cielo. Por lo tanto nadie pasa vivo a través del Armagedón (el Apocalipsis dice la ‘gran tribulación’, pero para los Testigos el Armagedón viene después de la gran tribulación y son dos cosas distintas, cuando para el Apocalipsis son la misma cosa).
    No obstante, todo esto es simbólico, dado que el Apocalipsis es un libro simbólico o que se presenta en señales. Por otro lado el Apocalipsis es producto de la Iglesia católica, que enseña que se escribió a finales del siglo I (aunque en realidad fue en el IV) y los apóstoles y los primeros cristianos nada sabían de este libro. Por tanto el Apocalipsis no es esencial para el cristiano.
    Y ya que se habla de la autoría del Apocalipsis en el siglo IV, ha de mencionarse que lo mismo ocurre con todo el Nuevo Testamento. No se conocían los evangelios y las epístolas antes del siglo IV y los primeros códices son precisamente de ese siglo IV. También son de mediados de ese siglo los primeros sepulcros de cristianos, lo cual es lógico porque el cristianismo, así como la Iglesia, es fundación del emperador Constantino a partir del año 312.
    La Historia seglar seria no da razón de la existencia del cristianismo antes del siglo IV. La atribución de cortos textos a Josefo y otras personas, referentes a la existencia de Jesucristo, es totalmente espuria. Esos autores hubieran escrito libros enteros acerca de Jesucristo y no unas insignificantes cuñas literarias. Filón de Alejandría, historiador que existió en los supuestos tiempos de Jesucristo, nada escribe sobre él, cuando el evangelio dice que su fama traspasó las fronteras. Y es imposible que el mayor cronista del siglo I no escriba absolutamente nada sobre un personaje que curaba a los enfermos y resucitaba a los muertos, según los evangelios. La historia de Roma tampoco dice nada sobre el personaje más famoso del primer tercio del siglo I. De haber existido Jesucristo, el emperador lo hubiera hecho llamar a su presencia.
    Por otro lado Jesucristo tiene todas las prerrogativas de los antiguos dioses o seres endiosados que se veneraban en Egipto y en Roma, como Horus y Mitra. Los evangelios presentan a un Cristo mágico o milagroso. Por cierto, que el cristianismo tomó muchas creencias del mitraismo, y el cristianismo se confunde con el mitraismo. Las catacumbas de Roma, que eran el cementerio de la ciudad, están repletas de símbolos mitraicos que la Iglesia hace pasar por cristianos.
    Es fuerte decirlo y a muchos les hará daño esta exposición. Pero lo cierto es que históricamente no existió el personaje de Jesucristo ni existieron los apóstoles, ni Pablo ni Pedro ni Juan. Todos son producto de la mente de Eusebio de Cesarea en el siglo IV, por orden del emperador Constantino, auténtico fundador del cristianismo y la Iglesia. Los evangelios son escritos novelados. Los primitivos evangelios, del siglo IV, fueron retocados por la Iglesia a lo largo de los siglos, llegando finalmente a los protestantes en el siglo XVI, a los Estudiantes de la Biblia en el siglo XIX y a los testigos de Jehová en el siglo XX. Ninguno de estos grupos investigó jamás la realidad de estos escritos y los aceptaron por fe ciega o credulidad ajena al pensamiento.
    Así pues, no viene Armagedón alguno o fin del sistema alguno porque los evangelios y los libros neotestamentarios son ficción del siglo IV y Jesucristo y los apóstoles son personajes inventados por Eusebio de Cesarea en el siglo IV, siguiendo las órdenes del emperador Constantino, que estableció una nueva religión para todo el Imperio. Posteriormente, en los tiempos del emperador Teodosio, el cristianismo creado por Constantino fue obligatorio para todos los ciudadanos bajo pena de muerte.
    Es de notar que Eusebio  de Cesarea no estaba conforme con lo que escribía, que lo hizo en griego, y dejó pistas que señalaban los escritos como falsos. Por esa razón, descubierto el asunto, el obispo de Roma, que era el más influyente de la Iglesia, ordenó a Jerónimo de Estridón que tradujera al latín uno de los códices de Eusebio y añadiera más cosas a los evangelios. Así se creó la Vulgata latina, que posteriormente fue ampliada y retocada, y todo eso es lo que se enseña como palabra de Dios por las distintas confesiones a sí mismas llamadas cristianas.
    Todo este asunto exige una investigación imparcial profunda y es evidente que los testigos de Jehová no están dispuestos a realizarla por temor a descubrir la verdad de todo el entramado y tener que aceptar que han desperdiciado gran parte de su vida dedicándose a una Organización que sostiene que es la única aprobada por Jesucristo en 1919, cuando esta fecha es invención retroactiva de Rutherford en 1927, siendo además el caso de que en 1919 no existan los testigos de Jehová, sino los Estudiantes de la Biblia, el 27% de los cuales aceptó obligatoriamente el nombre de testigos de Jehová en 1931. Y testigos de Jehová solamente eran los que se consideraban ungidos, lo cual sigue vigente a día de hoy.

lunes, 17 de junio de 2019

Armagedón (1)


      Se advierte de que lo que aquí se expone (especialmente en la segunda parte) es muy duro para el testigo de Jehová, al igual que para cualquier cristiano sincero. Pero al testigo de Jehová por fuerza ha de dolerle más. Muchos se sentirán profundamente ofendidos y en modo alguno aceptarán lo que se expone y lo criticarán arduamente. La razón está en lo que Mark Twain dijo cuando aseguró que ‘es más fácil engañar a la gente que convencerla de que ha sido engañada’.
    Tal vez la mayor angustia que sienten los testigos de Jehová que ponen fe ciega en lo que pregona el Cuerpo Gobernante (sin importar los constantes cambios doctrinales a los que los Testigos han de sujetarse irremediablemente) es el pavor a no sobrevivir al Armagedón y morir. Al testigo de Jehová se le ha inculcado como doctrina bíblica que puede vivir para siempre y no morir jamás.
    El Armagedón se presenta como la batalla final de Jesucristo contra los reinos humanos y la destrucción de estos, lo que daría paso al establecimiento del paraíso en la Tierra, en la cual el hombre viviría para siempre sin padecer enfermedades, hambres y preocupaciones.
    La base de esto es el entendimiento de que Adán y Eva fueron creados para vivir eternamente en la Tierra, pero que por su desobediencia fueron condenados a morir. Jesucristo habría anulado la muerte adámica y aplicaría los resultados de su sacrificio después del Armagedón, al convertir la Tierra en un paraíso.
    El relato de Génesis dice que el hombre fue puesto en el paraíso primitivo ‘para que lo cultivara y lo cuidara’ (Génesis 2:15). Es decir, fue colocado en el paraíso para trabajar. Este es un detalle a tener siempre en cuenta, pues la mayoría de los creyentes Testigos están con la idea de que en el paraíso se pasará la mayor parte del tiempo en holganza, disfrutando del entorno constantemente. Eso de sentarse cada cual bajo su vid y bajo su higuera ha de entenderse como el descanso de su cultivo y no como un permanente holgar.
    Cultivar y cuidar un jardín de la envergadura de un paraíso mundial supone una labor ardua y constante y la dedicación de muchas horas al día a este cultivo y cuidado, sobre todo porque también han de cultivarse, manteniendo su producción al día, las huertas y los huertos. Huertas y huertos serían abundantes. El Salmo 72:16 dice que habrá sobreabundancia en la cima de las montañas. Eso significaría mucho trabajo. Naturalmente, en la Biblia el citado texto es simbólico y expresa la alegría que habría de reinar en el Israel natural, al igual que son alegóricos los textos de Isaías 65:25 y otros semejantes, y los de Apocalipsis 21.
    La palabra ‘Armagedón’ solamente aparece en el Apocalipsis, libro que la Iglesia católica (por boca de Eusebio de Cesarea) dice que fue escrito a finales del siglo I, cuando se supone que empezaba la apostasía. El Apocalipsis fue incorporado al Canon del Nuevo Testamento por la Iglesia en el siglo IV.
    La Iglesia confeccionó entre finales del siglo IV y principios del V listados de los libros neotestamentarios, aparte de los correspondientes códices. Estos listados y códices los hizo pasar por más antiguos, de los siglos II y III, dando a entender que los utilizaban las congregaciones cristianas. Es lo que aceptan los testigos de Jehová, pero resulta que todo es producto de la Iglesia católica.
    El Apocalipsis manifiesta en su mismísimo comienzo que la revelación se le daba en señales o símbolos a Juan, el escritor del libro, que no se dice que fuera el apóstol Juan. Es decir, que lo reflejado en el libro de Apocalipsis es simbólico y no ha de tomarse literalmente. Ya la relación de las tribus de Israel es simbólica y por tanto su número es simbólico.
    Rutherford, que sucedió a Russell en la presidencia de la Sociedad Watchtower, no tuvo en cuenta lo que decía el Apocalipsis y estableció en 1935 que muchos de los que se consideraban ungidos componían la ‘gran muchedumbre’. Así que la gran muchedumbre aparece en 1935, según Rutherford. Sin embargo el Apocalipsis dice que la gran muchedumbre es la que sale de la gran tribulación (Apocalipsis 7:14). Y la gran tribulación no ha sucedido todavía. Por tanto la gran muchedumbre no puede estar hoy en escena, ya que aún no ha acontecido la gran tribulación.  
    A propósito del Apocalipsis, Jesucristo, los apóstoles y los cristianos anteriores a la aparición del Apocalipsis jamás hablaron o habían oído hablar, por ejemplo, de los 144.000. Quiere decir que eso no era una doctrina esencial para el cristiano. Jesucristo dijo que se enseñase a otros todo lo que él había mandado. Y la doctrina de los 144.000 él no la mandó enseñar. Los cristianos primitivos no la conocían. Pero al aceptar el Apocalipsis como libro de la Biblia se acepta la palabra de la Iglesia católica. Ese libro no lo conocieron los presumibles cristianos del siglo I.
    La predicación de los testigos de Jehová hace hincapié en la llegada inminente del Armagedón, al igual que hacían los antiguos Estudiantes de la Biblia. Russell predicaba que el Armagedón llegaba en 1914, como se lee en la literatura de su tiempo. Rutherford lo dejó para 1925. Franz predicó el Armagedón y el establecimiento del Paraíso en la Tierra para 1975, algo que los Testigos de hoy niegan. El Cuerpo Gobernante lo esperaba para antes de que concluyese el siglo XX, como también se lee en libros y atalayas, lo cual también niegan los Testigos de hoy que no han leído aquella literatura ya obsoleta.    
    El Armagedón no llegó en ninguna de esas fechas. Se aduce que no se tenía el conocimiento exacto preciso. Pero, si no hay conocimiento exacto no puede decirse que se esté enseñando la verdad. Pablo el apóstol escribe que hay quienes siempre están estudiando y nunca llegan a un conocimiento exacto de la verdad.
    Si los Testigos tienen tantos cambios doctrinales, eso significa que no están en la verdad, sino en el entendimiento de lo que el Cuerpo Gobernante cree que es la verdad. La unidad de creencia se impone por fuerza y a quien no acepta al instante los cambios doctrinales se le expulsa de la congregación.
    Siendo el Apocalipsis un libro simbólico, el Armagedón del que el libro habla es sin duda simbólico, como simbólicos son los 144.000. Por extensión se designa con la palabra Armagedón a la venida en gloria de Jesucristo para destruir los reinos humanos. Los evangelios no dicen que eso sea el Armagedón, aunque sí hablan de una segunda venida de Jesucristo en gloria.
    Esta venida la esperaba el apóstol Pablo en su tiempo y así lo predicó; pero Jesucristo no vino por vez segunda en el siglo I. A través de los siglos se predicaba que Jesucristo estaba a punto de volver. Los Estudiantes de la Biblia y los testigos de Jehová son parte de esos predicadores. Y Jesucristo no vino, a pesar de la predicación y la afirmación de que su vuelta era inminente. Y en esto sigue hoy la dirigencia de los testigos de Jehová.
    (Continúa en la parte 2).