miércoles, 20 de septiembre de 2017

Acerca de Nazareth de Galilea (y 3)


 

    Jerónimo de Estridón no solamente tradujo del griego al latín, sino que incorporó nuevos pasajes a su Vulgata, como los del nacimiento de Jesucristo en Belén y la resurrección, pasajes que después la Iglesia iría ampliando, al igual que ampliaría otras partes del Nuevo Testamento, como la ‘gran inserción’ efectuada a principios del siglo XV y que comprende los textos de Lucas 9:51 a Lucas 18:14, que tampoco vienen en el códice Sinaíticus, así como en otros códices de similar antigüedad.

    Al mismo tiempo incorporó Jerónimo al Nuevo Testamento todo lo relativo a Nazareth. Creyó entender de un texto del Antiguo Testamento que el Mesías sería llamado ‘nazareno’. En realidad sería ‘nazareo’, es decir, algo consagrado a Dios. Pero con la expresión ‘nazareno’ Jerónimo entendió que el Mesías sería de Nazareth, sin caer en la cuenta de que esa población no existía en los tiempos atribuídos a Jesucristo. En el siglo IV ya sonaba el nombre de Nazareth como urbe y Jerónimo pensó que Nazareth tenía muchos siglos de vida y que por lo tanto existía como tal en el siglo I, al tiempo que también pensaba que en ese siglo Nazareth ya tenía sinagoga, cuando la realidad es que la sinagoga se erigió antes de finales del siglo III. 

    Llegados a estas alturas, cabe preguntarse: ¿en qué documentos se basó Eusebio de Cesarea para escribir los cincuenta códices que le encargó el emperador Constantino, si ni el propio Jerónimo  conoció documentos anteriores a los escritos neotestamentarios de Eusebio? Llegamos a la inevitable conclusión de que Eusebio se basó en la misma fuente mediante la cual compuso su ‘Historia eclesiástica’ y las cartas de los padres apostólicos. ¿Qué fuente? Su propio pensamiento. Con la Historia eclesiástica’ y las cartas de los padres apostólicos Eusebio quería demostrar que existieron los personajes centrales del Nuevo Testamento y que la Iglesia ya existía en el siglo I, cuando la realidad es que fue fundada por Constantino poco antes del Concilio de Nicea, que él mismo presidió como padre material de tal iglesia.

    Por tanto los códices que escribió Eusebio eran copia de un primer códice que él mismo elaboró e inventó, probablemente ayudado por Lactancio en lo que respecta a las cartas paulinas, que fueron las primeras en escribirse. Eusebio no pudo basarse en documentos neotestamentarios que no existían antes del siglo IV. Todos los papiros que la Iglesia atribuye a los siglos II y III son traducción griega de la Vulgata de Jerónimo, compuesta a finales del siglo IV. Por tanto esos papiros no pueden ser anteriores al siglo IV, aunque se les presente con caligrafía antigua para hacer creer que tales papiros son mucho más viejos.

    Por otro lado, la Historia no da razón de los padres apostólicos, a excepción de Orígenes y Tertuliano, que en modo alguno fueron padres de la Iglesia, ya que ésta se fundó en el siglo IV. Tampoco dan razón los historiadores de la existencia de Jesucristo y los apóstoles. Filón de Alejandría, que vivió en los años en que se supone que vivió Jesucristo, nada dice de él, y eso que el evangelio reseña que la fama de Jesucristo traspasó las fronteras. La Iglesia afirma que no interesaba la figura de Jesucristo, lo cual no es cierto, pues siempre interesa la figura de una persona de la que se dice que cura enfermos, resucita muertos y convierte el agua en vino, no importa su nacionalidad o credo. Hasta al mismo emperador romano le hubiera interesado y es seguro que hubiera hecho llamar al nazareno a su presencia, pues Galilea y Judea estaban bajo la jurisdicción de Roma.  

    Los evangelios hablan de Jesús de Nazareth. Pero resulta que en los tiempos que se atribuyen a Jesús no existía Nazareth, una población que comenzó su andadura después del año 135, en el siglo II. Hasta el siglo III no tuvo Nazareth sinagoga. Sin embargo en el evangelio se lee que Nazareth tenía sinagoga. Eso significa que los evangelios fueron escritos después del siglo III. No pudo haber sido de otra manera. Y es patente que la inclusión de Nazareth en los evangelios es posterior a Eusebio de Cesarea, pues en el tiempo de éste se desconocía que Nazareth hubiera tenido algo que ver con Jesucristo. Hasta que no vino Jerónimo de Estridón y compuso la Vulgata poco antes de mediados del siglo IV, no saltó Nazareth a la palestra.  

 

 

 

 

 

martes, 19 de septiembre de 2017

Acerca de Nazareth de Galilea (2)

 


    Ya se ha adelantado que los romanos masacraron a los varones de Jafa en el año 67. Tres años más tarde, en el 70, destruían Jerusalén. No pocos judíos huyeron de la ciudad antes de que las tropas romanas estuvieran apostadas en sus murallas. Con el tiempo estos judíos y otros que vivían en lugares lejanos se establecieron en Jerusalén, tras reconstruirla. En el año 135 los romanos volvieron para sofocar la rebelión de la ciudad y masacraron a todos sus habitantes.

    Antes de que los romanos se acercaran a Jerusalén en el año 135, hubo familias que abandonaron la ciudad, habida cuenta de lo que ya había ocurrido en el año 70, en que la mayoría quedó atrapada dentro de la ciudad cuando los romanos la cercaron. Entre las familias que huyeron en el año 135 se contaba la de una de las divisiones sacerdotales. Esta familia emigró hacia el norte y se estableció en Galilea, precisamente en la ladera de la colina a cuyo pie estaba la llanura que albergaba el cementerio de la ciudad de Jafa. Cuando esta familia se estableció en la colina del cementerio de Jafa, allí no había construcción alguna, ni en la colina ni en la llanura, dado que ésta era un cementerio.

    Al principio no habría más que una casa familiar en la ladera de la colina que daba al cementerio de Jafa. Con el tiempo los hijos buscaron cónyuge entre los habitantes de la cercana Jafr y se independizaron de la familia, fundando nuevas casas en la ladera de la colina. Les nacieron descendientes que a su vez se casaron con personas de Jafa y que también se establecieron en la ladera de la colina, sobre la llanura del cementerio, con lo que las casas se multiplicaban en dicha ladera.

    La creciente ladera iba ya siendo una urbe. En el último tercio del siglo III, dado que las personas de esa urbe no cabían en una casa particular para sus reuniones religiosas, erigieron una sinagoga. Pues bien, esta población tomó el nombre de Nazareth y de ella se habla a partir de principios del siglo IV. Con el tiempo Nazareth ocupó la llanura donde estaba el cementerio de Jafa. Para poder construir la ciudad en esa parte hubieron de retirarse durante siglos los huesos de humanos que aparecían al excavar para poner los cimientos de las casas.   

    La primera casa de Nazareth, pues, se construyó a mediados del siglo II. Las familias fueron creciendo y se construyeron nuevas casas, con lo que se dio comienzo a la población de Nazareth. Hasta el último tercio del siglo III no tuvo sinagoga. Por tanto Nazareth no existía en tiempos de Josefo ni en los tiempos en que se compuso el Talmud. Esa es la razón de que ni Josefo ni el Talmud mencionen a Nazareth en sus listados de Galilea. Si Nazareth no existía en los tiempos de Josefo, casi a finales del siglo I, mucho menos existía en los tiempos atribuidos a Jesucristo. En esos tiempos la llanura donde siglos más tarde se alzaría Nazareth era el cementerio de la ciudad de Jafra. En los tiempos de Jesucristo, como está demostrado históricamente, no existía Nazareth ni en la ladera de la colina ni en la llanura. 

    ¿Por qué hablan los evangelios de Jesús de Nazareth, si en sus presumibles tiempos no existía Nazareth? Por un error del autor de la Vulgata, Jerónimo de Estridón. A Jerónimo se le encargó hacia el año 382 que tradujera al latín uno de los códices en griego que había escrito Eusebio años atrás. La razón de traducirlos al latín era que lo escrito por Eusebio en griego contenía acrósticos entre las líneas, acrósticos que denunciaban que lo escrito era falso. Jerónimo, pues, tradujo de ese códice y se basó también en varias traducciones latinas que de ese códice existían en su tiempo, aunque dichas traducciones no eran todo lo uniformes que se quisiera y diferían entre sí. Jerónimo se basó en uno de los códices de Eusebio y en las traducciones latinas que del códice mejor le parecieron. No encontró documentos anteriores al siglo IV en los que basar su traducción.  

 

 

lunes, 18 de septiembre de 2017

Acerca de Nazareth de Galilea (1)

 


    Muchos lectores han pedido una explicación sucinta sobre si realmente existía o no existía la población de Nazareth de Galilea en tiempos de Jesucristo. Se resume a continuación la información desde la perspectiva histórica, aunque ya en artículos anteriores se había adelantado la cuestión.

    Los fieles cristianos en general creen que los apóstoles eran judíos. Según los evangelios, todos eran galileos, excepto Judas Iscariote, que se supone que era judío, aunque ello no está del todo claro. También creen los fieles que Jesucristo era judío. En realidad era galileo. Que naciera en Judea por las circunstancias en que se vieron sus padres al empadronarse en Belén, es otro asunto; pero Jesús era galileo, criado en Galilea. Se le conoce en los evangelios como Jesús de Nazareth y no como Jesús de Belén.

    El historiador judío Flavio Josefo, del siglo I, estuvo destinado como comandante en Galilea y escribe que en el año que en nuestro cómputo corresponde al 67, los romanos masacraron a los varones de la ciudad de Jafa, en Galilea. Josefo habla de quince mil muertos; pero es evidente que se trata de una exageración, si no de él, de algún copista posterior. El caso es que los muertos de Jafa, que fueron muchos, recibieron sepultura en el cementerio de la ciudad, que se hallaba a un kilómetro y medio hacia el norte, en una llanura al pie de una colina. Es tan importante esto, que lo repetimos: los muertos de Jafa fueron enterrados un kilómetro y medio hacia el norte, en una llanura al pie de una colina. Esa llanura era el cementerio de Jafa.

    Josefo además menciona las 45 poblaciones de Galilea de su tiempo, muchas de ellas aldeas de menos de cien habitantes; pero no cita Nazareth. La Iglesia dice que Josefo no menciona a Nazareth en su listado de las poblaciones de Galilea porque no era una población importante. Sin embargo el evangelio dice que Nazareth tenía sinagoga. Si tenía sinagoga, era una población importante. Solamente las poblaciones importantes tenían sinagoga. Josefo, pues, no menciona a Nazareth, y eso que, por tener sinagoga, era una urbe importante. En cambio sí que menciona Josefo poblaciones de menor importancia, como las pequeñas aldeas; pero no menciona a Nazareth y eso resulta extraño. ¿Por qué Josefo no menciona a Nazareth en su listado?

    El Talmud judío del siglo II lista las 61 poblaciones existentes en aquel tiempo en Galilea; y tampoco menciona a Nazareth. ¿Por qué el Talmud judío no menciona a Nazareth? Y del año 333 se conserva un mapa -se cree que mandado confeccionar por la emperatriz Elena, madre de Constantino- con el recorrido que los peregrinos debían hacer por tierra santa. El itinerario parte de Belén porque era la ciudad del rey David. El mapa traza el recorrido por Jerusalén y Cafarnaúm y deja de lado a Nazareth. Si Nazareth fue la ciudad donde el ángel Gabriel se apareció a María y donde Jesucristo se crió, debería esa población figurar en el mapa. ¿Por qué no figura Nazareth en ese mapa del año 333?

    Y aquí entra el códice Sinaíticus, el más antiguo de todos los códices neotestamentarios conocidos y descubierto en el monasterio de Santa Catalina del Monte Sion por Konstantin Tischendorf en el siglo XIX.  Todos los eruditos están de acuerdo en que este códice se escribió antes de mediados del siglo IV. Se cree que el códice es una de las cincuenta copias del Nuevo Testamento que el emperador Constantino encargó escribir a Eusebio de Cesarea. Las copias fueron repartidas entre casi todos los obispos de la Iglesia Católica recién creada. Estos obispos era la primera vez que tenían acceso a los escritos del Nuevo Testamento y fueron nombrados por Constantino en el año 312. Con ellos celebró el emperador su primera reunión el año 313 en la ciudad francesa de Arelate (hoy Arlés).

    En el códice Sinaíticus no figura Nazareth ni se habla del nacimiento de Cristo en Belén ni de su resurrección y ascensión. El códice es tan diferente de lo que dicen las biblias actuales, que muchos teólogos afirman que el Sinaíticus es un códice herético. Sin embargo está demostrado que se trata de una copia auténtica de los primeros tiempos de la Iglesia, copia que escapó del control eclesiástico cuando lo habitual era que los códices se retirasen y se sustituyesen por otros nuevos que incluían las añadiduras pertinentes. Los análisis con rayos ultravioletas han detectado que del Sinaíticus se han borrado centenares de pasajes y en su lugar se han escrito otros para adaptarlos a la Vulgata que Jerónimo compuso a finales del siglo IV por encargo del obispo de Roma, Dámaso. Entonces no existía la figura del Papa y al obispo de Roma se le consideraba un obispo más de la Iglesia creada en los años veinte del siglo IV.

    ¿Por qué ni Josefo, que conocía a fondo Galilea, ni el Talmud mencionan a Nazareth? ¿Por qué el mapa del año 333 con el itinerario de las poblaciones de tierra santa no incluye a Nazareth en el recorrido?     
 
 
 
 

 

domingo, 3 de septiembre de 2017

Por qué los 144.000 son un grupo simbólico y no literal


 
    El grupo de los 144.000 aparece solamente en el último libro de la Biblia, el Apocalipsis. Según la Iglesia, este libro se escribió a finales del siglo I, aunque no se incluyó en el Canon hasta finales del siglo IV. La Iglesia Católica confirmó el Canon del Nuevo Testamento en el año 397, en el Concilio de Cartago, aunque en el 393 lo había decidido en el Concilio de Hipona. Se basó en la primera lista que existió de esos libros, confeccionada por el obispo Atanasio de Alejandría en el año 367. Tal lista la hizo pasar la Iglesia como que era del siglo II.

    Atanasio se basó en los códices de Eusebio de Cesarea, redactados en el primer tercio del siglo IV, aunque Eusebio incluía como inspirados los libros El Pastor de Hermas y la Odas de Salomón. No se conocen códices anteriores al tiempo de Eusebio. Los papiros cuya paleografía copió la Iglesia entre finales  del siglo IV y principios del V los hizo pasar como de los siglos II y III para hacer creer que los evangelios y epístolas eran del siglo I.

    Siendo el caso que los 144.000 solamente aparecen en un libro escrito, según se dice, a finales del siglo I, tenemos que Jesucristo, los apóstoles y los primeros cristianos no conocieron la doctrina de los 144.000 (no digamos si el libro se escribió en el siglo IV). Y si no la conocieron, eso significa que tal doctrina no es esencial para el cristiano, ya que los principales cristianos nada supieron de ella.

    Los testigos de Jehová, o más exactamente, su Cuerpo Gobernante, enseñan que los 144.000 son un grupo literal de ungidos que están destinados a ir al cielo al morir y que desde allí gobernarán sobre la Tierra con Jesucristo al frente.

    En los primeros versículos del Apocalipsis se lee que todo lo escrito en tal libro se dio en señales o símbolos. Quiere decir que todo el Apocalipsis es simbólico y no literal. Simbólicos son, por lo tanto, el Armagedón, los 144.000, la gran muchedumbre y la expresión de ‘la muerte no será más’, que el Apocalipsis retoma de Isaías, quien hablaba en términos puramente metafóricos o simbólicos, manifestando la alegría del pueblo de Israel.

    Vayamos a los 144.000 que el Cuerpo Gobernante de los Testigos llama ungidos. La palabra ‘ungido’ significa ‘Cristo’. Cuando el Cuerpo Gobernante dice que hay 144.000 ungidos, en realidad está diciendo que hay 144.000 cristos, más el Cristo principal. ¿Cómo sabemos que estos 144.000 son simbólicos y no literales, aparte de que el Apocalipsis menciona que el libro está escrito en señales o símbolos?

    La primera vez que en el Apocalipsis se menciona a los 144.000 es con relación a las tribus de Israel cuyos individuos tenían que ser sellados. Estos 144.000 están a punto de entrar en la gran tribulación, pero los ángeles están reteniendo la misma hasta que los 144.000 sean sellados. El número 144.000 es simbólico y representa la totalidad del pueblo de Israel, a razón de 12.000 individuos de cada una de las 12 tribus. Aunque las tribus de Israel eran literalmente 12 en términos generales, sin embargo en realidad había 13 tribus, dado que la de José se escindió en dos: la de Efraín y la de Manasés. La inclusión de José y la no inclusión de Dan en el listado del Apocalipsis se debe indudablemente a un error del escritor.

    Como el Apocalipsis se está expresando en símbolos, emplea el número 12 para las tribus y los 12.000 individuos de cada tribu son simbólicos, pues representan la totalidad de los que componen cada tribu. El total de las 12 tribus es, pues, de 144.000 personas. 144.000 es el número simbólico que representa la totalidad de los individuos del pueblo de Israel.

    Cuando estos 144.000 o totalidad de Israel entran en la gran tribulación, salen de ella como ‘gran muchedumbre’, que nadie podía contar. Evidentemente, salen menos de los que entraron. Si entró la totalidad en la gran tribulación, de ella sale un número incontable de personas. Por tanto, los 144.000 y la gran muchedumbre son los mismos y ambos están delante del trono de Dios, es decir, en el mismo cielo. Pero este cielo es también simbólico.

    Rutherford se adelantó demasiado al declarar en 1935 que la gran muchedumbre eran las personas que le escuchaban y que no tenían esperanza de ir al cielo. Pero el Apocalipsis dice que la gran muchedumbre sale de la gran tribulación. Y como la gran tribulación aún no ha acontecido, quiere decir que esa gran muchedumbre está en el futuro, cuando los 144.000 o totalidad del pueblo entre en la gran tribulación y salga de ella como gran muchedumbre incontable.

    El Cuerpo Gobernante enseña que los 144.000 son hombres y mujeres, y están casados o solteros. Sin embargo en el Apocalipsis leemos que los 144.000 son vírgenes, es decir, que no han tenido contacto sexual y por ello se entiende que están solteros y no casados. Dice además el Apocalipsis que los 144.000 ‘no se contaminaron con mujeres’ (TNM), lo que significa que todos ellos son varones, es decir, varones solteros. Según el Apocalipsis, los 144.000 serían todos varones ‘vírgenes’. El Cuerpo Gobernante insiste en decir que esta parte de ‘vírgenes y no contaminarse con mujeres’ es simbólica, en tanto que los 144.000 los considera literales; pero tal cosa es imposible. O es simbólico todo el texto o es literal. Y el propio Apocalipsis aclara que todo lo escrito es simbólico o dado en señales. Todo él sin excepción.

    Los 144.000, pues, son individuos simbólicos que representan la totalidad del pueblo creyente antes de entrar en la gran tribulación. Salen de ella como gran muchedumbre incontable y posteriormente se les vuelve a denominar ‘los 144.000’ porque para entonces componen la totalidad del pueblo ya en el santuario del templo, santuario donde precisamente está la gran muchedumbre y que no es otra que el grupo de los 144.000 individuos simbólicos. No existe un grupo de 144.000 personas que literalmente gobernarán sobre la Tierra, ni existe un grupo separado conocido como ‘gran muchedumbre’. El reinado es también simbólico en este caso.

    El Cuerpo Gobernante fracasó estrepitosamente en la interpretación del Apocalipsis para nuestro tiempo. Por eso tuvieron que rectificar varias veces, publicando hojas aparte, muchos párrafos del contenido del libro ‘Apocalipsis… su culminación’, de la Watch Tower. La no aceptación de la interpretación del Apocalipsis que daba el Cuerpo Gobernante era motivo de expulsión por apostasía. Al final es el Cuerpo Gobernante el apóstata de sus propias doctrinas apocalípticas, como señalan incluso algunos ancianos.

    Hay teólogos que no entienden cómo el Apocalipsis fue incluido por la Iglesia como libro inspirado en el Nuevo Testamento, dado que Jesucristo, los apóstoles y los primeros cristianos nada supieron de los 144.000. Jesucristo, según está escrito al final del libro de Mateo dijo que se enseñara todo lo que él había mandado. Y la doctrina de los 144.000 no  mandó enseñarla. En realidad es una doctrina extraña, incorrectamente interpretada por los testigos de Jehová y otros grupos protestantes.

    La Iglesia Católica lo interpreta desde la perspectiva de que cree ser la sucesora de los apóstoles y el cielo sería en este caso la propia Iglesia, tal como los 144.000 serían la totalidad simbólica de los obispos y los sacerdotes, los cuales reinan sobre los fieles de esa Iglesia. El Apocalipsis se entiende mejor desde la perspectiva de la Iglesia porque en realidad fue escrito por un miembro de la Iglesia, probablemente Eusebio de Cesarea, cuando tal Iglesia se estaba creando en los tiempos del emperador Constantino.