lunes, 30 de diciembre de 2019

El nombre del Dios de la Biblia



    Allá por la Edad Media un fraile de no mucha sesera le dio nombre al dios de la Biblia y lo llamó ‘Jehová’ y ‘Jehoví’. El nombre ‘Jehoví’ salió de aplicar las vocales de la palabra ‘elohim’ (dios) al Tetragramaton YHWH, aunque después la Y fue cambiada a J. Finalmente el nombre quedó en ‘Jehová’, al aplicarle una ‘a’ de ‘adonaí’ (señor). Naturalmente, el sumo sacerdote judío no pronunciaba como ‘Jehová’ el nombre del Dios bíblico.

    A principios del siglo XX otros frailes de no más intelectualidad que el de la Edad Media dijeron que el nombre de Dios era ‘Yahweh’ y no ‘Jehová’. Se basaron en que en los Salmos aparece la palabra ‘Yah’ ó ‘Jah’ aplicada al nombre de Dios y se entendía que ‘Yah’ era la primera parte del nombre. No obstante tomaron la segunda parte como ‘weh’ al creer que la ‘w’ era en realidad una ‘u’. De todas maneras la ‘h’ (que en griego es la vocal ‘eta’) no se pronunciaba. Sin embargo ‘w’ no es ‘u’.

    Al traducir las Escrituras hebreas al griego (Septuaginta), se usó el Tetragramaton YHWH. Estas letras son consonantes en el idioma castellano, pero no en el griego. En griego las cuatro letras son vocales. Aparentemente serían IEUE o IAEUE. De la segunda acepción se tomó el nombre ‘Yahweh’. Pero resulta que la ‘w’ no es una ‘u’ ni una uve doble.

    La letra griega ‘w’ es la minúscula de ‘omega’ y se pronunciaba ‘o’ en el antiguo idioma griego, a pesar de que hay doctos que afirman que la ‘w’ no existía. Por tanto lo más correcto sería pronunciar  ‘Yahoh’. ‘Yah’ es la primera mitad del nombre, según el libro de Salmos. ‘Oh’ sería la segunda parte de ese nombre, y no ‘ue’ ó ‘weh’.

    Eusebio de Cesarea escribe que padres de la Iglesia pronunciaban como ‘IAO’ (YAHOH) el nombre de Dios. Eso parece ser lo correcto, ya que el nombre encerraba lo masculino y lo femenino.

    En la remota antigüedad se veneraba a un ‘dios padre’ y a una ‘diosa madre’. No se concebía la existencia del mundo sin un dios padre y una diosa madre. El judaísmo suprimió a la diosa madre y por tanto el dios padre hacía las funciones de diosa madre. De ahí que el nombre que se le dio al Dios de la Biblia fuera uno basado en los símbolos ‘IO’, que representaban el miembro viril y la vagina, respectivamente. Dado que esto sería escandaloso para el pueblo, el nombre no se pronunciaba y ese pronunciamiento quedó en exclusiva para el sumo sacerdote, aunque los sacerdotes conocían la pronunciación.

    El tetragramaton griego YHWH representa correctamente la pronunciación del nombre del Dios de Israel (YAH-OH) y esto no supieron apreciarlo los frailes que impusieron arbitrariamente los nombres ‘Jehovah’ y ‘Yahweh’, a pesar de que tan a la vista estaba en el tetragramaton griego.

    Estos frailes evidentemente no leyeron a Eusebio de Cesarea, que ya ponía en boca de los padres eclesiásticos la pronunciación ‘IAO’. Eusebio, que era inteligentísimo, observó que la mitad del nombre aparecía en los Salmos (YAH) y que la ‘w’ era en realidad una ‘o’ (OH) y no una ‘u’ o una uve doble, por lo que el nombre se pronunciaba ‘YAHOH’, que suena como ‘IAO’.


miércoles, 25 de diciembre de 2019

Los evangelios terminaban con la puesta de Cristo en la tumba.



    El evangelio de Marcos terminaba con la puesta de Jesucristo en la tumba. Marcos 15: 46 dice: …’Lo envolvió en el lino fino y lo puso en una tumba que estaba labrada en una masa rocosa’. Con el tiempo se añadió el capítulo 16, sobre la resurrección, y más adelante una conclusión corta al versículo 8. Posteriormente se añadió una conclusión larga, formada por los versículos 9 al 20.

    El evangelio de Mateo terminaba en su principio con Mateo 27:59 y 60, que dice: José tomó el cuerpo, lo envolvió en un lino limpio y fino, y lo puso en su nueva tumba conmemorativa, que había labrado en la masa rocosa’. Se evidencia que posteriormente se le añadió el capítulo 28, sobre la resurrección de Jesús.

    El texto final sería el de Lucas 23:52 y 53, que dice: ’Este fue a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Y lo bajó y lo envolvió en lino fino y lo puso en una tumba cortada en la roca’. Más adelante se le añadió el capítulo 24, que habla de la resurrección.

    Juan concluiría en su principio en el capítulo 19, versículos 41 y 42, que dice: ‘Había un huerto …y en el huerto una tumba conmemorativa nueva... Allí, pues, a causa de la preparación de los judíos, pusieron a Jesús’. Los capítulos 20 y 21, sobre la resurrección y apariciones, se añadirían más tarde.

    El capítulo 21 de Juan es esotérico y habla de 153 peces. El 153 era un número mágico en la antigüedad. Suman 9 sus cifras y el 153 es la suma de los 17 primeros números. El 17 era mágico por ser la suma del 8 (dios sol) más el 9 (diosa luna).

    Tenemos, pues, que los cuatro evangelios terminaban con la puesta en la tumba de Jesucristo y posteriormente se le añadieron los capítulos de la resurrección de Cristo.

    Y, por supuesto, los cuatro evangelios comenzaban con la predicación del Bautista en el desierto, antes de las añadiduras del nacimiento de Jesucristo.



sábado, 21 de diciembre de 2019

¿Por qué los TJ no celebran el nacimiento de Jesucristo…?



    ¿Por qué los testigos de Jehová no celebran el nacimiento de Jesucristo, si ese nacimiento viene en los evangelios y lo celebraron los pastores y los ángeles?

    Esta pregunta se le ha formulado a trece ancianos y cinco superintendentes y ninguno ha sabido responder. La pregunta les ha pillado por sorpresa. Todos han aducido excusas contradictorias para no celebrar el nacimiento de Jesucristo. En realidad no saben por qué los testigos de Jehová no celebran el nacimiento de Jesucristo, cuando los evangelios hablan del hecho.

      Las respuestas más comunes a unos y otros son las siguientes:

     -No es bíblico celebrar el nacimiento de Jesucristo.
      (Nuestra objeción: Sí lo es, porque aparece en la Biblia).
  
     -No es celebración cristiana.
      (Sí lo es, porque aparece en los evangelios).
  
     -No celebramos cumpleaños.
      (Pero los pastores y los ángeles celebraron el nacimiento de Jesucristo. No hay razón para no celebrar este aniversario, cuando hay precedente en los evangelios).

     -Una cosa es la parte cristiana y otra la parte pagana de la Navidad. No se ve razón para no celebrar la parte cristiana, pero hemos de aceptar lo que diga el esclavo. Y si la Biblia dice blanco, pero el esclavo dice negro, es negro. (Un superintendente).
      (Sin comentarios).

    -El nacimiento de Jesucristo no es cristiano porque sucedió antes de fundarse el cristianismo. (Lo dice un superintendente).
      (¿Y por qué celebraron ese nacimiento los ángeles? ¿Y por qué aparece escrito en la Biblia y el apóstol Pablo dice que todo lo escrito es para nuestra instrucción?).

    -El relato del nacimiento fue probablemente añadido a los evangelios con posterioridad.
     (Eso es más correcto y está de acuerdo con no pocos teólogos y estudiosos de los evangelios. Lo dice un superintendente, el cual expone que Rutherford tenía también la idea de que estos pasajes fueron añadidos posteriormente a los evangelios. Se recalca que muchos ancianos y superintendentes son del mismo parecer, incluídos miembros del Cuerpo Gobernante, aunque se cuidan de no airear el asunto).

    Algunos de los preguntados no respondieron en absoluto porque no sabían qué decir. Y eran ancianos y superintendentes. Si se le pregunta al testigo de a pie, se quedaría totalmente in albis.


jueves, 19 de diciembre de 2019

Los capítulos del nacimiento de Cristo son añadiduras posteriores



    El evangelio de Marcos empieza con la predicación de Juan el Bautista en el desierto. Marcos dice que ’Juan el bautizante se presentó en el desierto, predicando’.

    El evangelio de Mateo inicia el capítulo 3 con la predicación de Juan. Mateo 3:1 dice: ‘En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea’. Pero se le añadieron dos capítulos anteriores, el 1 y el 2 (probablemente los añadió Jerónimo de Estridón en su Vulgata latina hacia el año 382), relativos al nacimiento de Jesucristo y su genealogía.

    El evangelio de Lucas también inicia el capítulo 3 con la predicación de Juan. Ahí se lee: ‘La declaración de Dios vino a Juan el hijo de Zacarías en el desierto’. Al igual que en el de Mateo, en el evangelio de Lucas se añadieron los capítulos 1 y 2 sobre el nacimiento de Jesucristo y su genealogía (probablemente el autor fue Jerónimo), aunque esta genealogía difiere de la de Mateo.

    El evangelio de Juan principia realmente en el versículo 19 del capítulo 1 con la predicación de Juan en el desierto, donde se lee: ‘Ahora bien, este es el testimonio de Juan’. Se le añadieron los 18 primeros versículos, de contenido más elevado que el del resto del evangelio.

    Pablo, que escribió sus cartas antes que los evangelios, no menciona el nacimiento de Jesucristo ni Belén. Quien escribe primero es el que habitualmente refiere los detalles de la vida de un personaje. Pero Pablo guarda silencio absoluto, como si nada supiera del Cristo en la tierra. Para Pablo el Cristo es un ser intangible. Y es evidente que todas las menciones que Pablo hace de un Cristo en la tierra han sido añadidas con posterioridad.

    El autor del evangelio de Marcos habría sido el primero en escribir y a los demás evangelistas les fueron añadidos los capítulos y versículos sobre el nacimiento de Jesucristo, y a Juan se le añadieron los 18 primeros versículos.

    Tenemos, pues, que los cuatro evangelios principiaban indefectiblemente con la predicación de Juan el Bautista en el desierto.

    La atribución de los evangelios a Mateo, Marcos, Lucas y Juan es obra de Eusebio de Cesarea, que así lo escribe en el siglo IV, poniéndolo en boca de los padres apostólicos, los cuales son invención de Eusebio, a excepción de Orígenes y Tertuliano, a quienes Eusebio les añade escritos que hacen ver que los tales eran cristianos, cuando de ninguna manera lo eran.

    En realidad no se sabe quién o quiénes escribieron los evangelios, aunque se sospecha que fue Eusebio de Cesarea en el siglo IV. Los protestantes y los testigos de Jehová toman los nombres de los evangelistas de la tradición de la Iglesia Católica. Los protestantes se llevaron la Biblia católica en el siglo XVI creyendo que toda ella era palabra de Dios, cuando en realidad muchas partes del Nuevo Testamento fueron añadidas por la Iglesia a través de los siglos.

    Los testigos de Jehová siguen la tradición protestante de considerar el Nuevo Testamento como palabra de Dios, sin saber que ese Nuevo Testamento ha sido manipulado y ampliado innumerables veces por la propia Iglesia, que recompuso los códices, controlados por la jerarquía eclesiástica.

    Cuando se inventó la Imprenta y se imprimió la Biblia hacia mediados del siglo XV, se le fue de las manos a la Iglesia el control de los códices y desde entonces no los manipula, habida cuenta de que el número de Biblias impresas era muy superior al de los códices y no se pudo controlar su destino. La mayoría de los códices siguen la línea de la Vulgata latina, por lo que esos códices fueron escritos a partir del siglo V.

    Los primeros códices los escribió Eusebio de Cesarea en el siglo IV. El códice más antiguo que existe es el ‘Siaíticus’, descubierto a mediados del siglo XIX y escrito en griego hacia mediados del siglo IV (o antes) por Eusebio de Cesarea. Difiere por completo de la Vulgata latina de Jerónimo. Se cree que es uno de los cincuenta códices escritos por Eusebio, cumpliendo órdenes del emperador Constantino.


martes, 10 de diciembre de 2019

La Nazaret de los evangelios (y 2)



    Quienes escribieron los evangelios, suponiendo que fueran varios, no investigaron convenientemente acerca de la existencia de Nazaret en los tiempos que se atribuyen a Jesucristo. No investigaron la Historia. Pensaban que Nazaret llevaba muchos siglos de existencia. ¿Cómo llegó a existir Nazaret realmente?

    Josefo escribe que los romanos masacraron a los varones de la ciudad galilea de Japha, lo cual ocurrió en el año 67 de nuestra era. Muchos fueron los muertos y los enterraron en el cementerio de Japha, que estaba a un kilómetro y medio hacia el norte, en una llanura al pie de una loma o colina baja.

    En el año 70 los romanos destruyeron Jerusalén, mataron a muchos de sus habitantes y se llevaron cautivos a otros muchos. Con el tiempo los judíos de las zonas limítrofes ocuparon Jerusalén y la reedificaron como pudieron.

     En el año 135 los romanos volvieron a destruir Jerusalén, debido a una grave revuelta de sus habitantes. Antes de que los romanos llegasen hubo familias que huyeron de la ciudad. Entre ellas estaba una familia sacerdotal, la cual emigró a Galilea y, debido a que el sitio era tierra de nadie, se estableció en la ladera de la loma o colina baja a cuyo pie estaba la llanura que era el cementerio de Jafa. Los judíos no se establecían en un lugar a menos de 70 metros de un cementerio.

    Con el tiempo los hijos se casaron con gentes de Jafa, Séforis y Cafarnaún y sobre todo las hijas se quedaron a vivir en la falda de la colina junto a sus padres, por lo que construyeron nuevas casas. Otro tanto harían los nietos y los biznietos y el lugar se estaba convirtiendo ya en una auténtica población.

    Es evidente que las reuniones religiosas las harían en la casa principal, la del padre sacerdote. Pero al crecer la población llegó un momento en que no cabían todos en el salón religioso de la casa y construyeron una sinagoga, lo que aconteció en el último tercio del siglo III.

    Aquella población recibió el nombre de Nazaret y comenzó a hablarse de ella a principios del siglo IV. Es precisamente a principios del siglo IV cuando la Historia menciona a Nazaret, aunque se atribuyen escritos a dos autores anteriores, si bien se sospecha que esos autores fueron interpolados en el siglo IV y se les añadieron comentarios. Quienes escribieron los evangelios tardíos creyeron que Nazaret tenía muchos siglos de existencia. Por tanto es evidente que al menos la parte dedicada a Nazaret en los evangelios tuvo que escribirse por fuerza en el siglo IV, que es cuando se empezó a hablar de Nazaret.

    Así pues, Josefo no menciona a Nazaret en sus escritos porque en su tiempo, en el último tercio del siglo I, no existía. En tiempos de Josefo aquello era el cementerio de Japha. Por tanto Nazaret tampoco existía en los tiempos en se supone que vivió Jesucristo.

    El Talmud del siglo II no menciona a Nazaret porque no existía. Y el itinerario burdigalense no menciona a Nazaret porque, aunque ya existía, no se relacionaba a Nazaret con Jesucristo y los evangelios no daban cuenta de Nazaret como el pueblo en el que Jesús vivió treinta años.

    La Nazaret de los evangelios es ficticia y el relato de que la población era una ciudad y tenía sinagoga tuvo que ser incluído en el siglo IV. Los escritores desconocían por completo todo lo relativo a Nazaret y pensaban que la población tenía bastantes siglos de existencia.

    La parte de Nazaret correspondiente a la llanura del antiguo cementerio de Japha se construyó mucho después que la parte edificada en la loma. Hoy día, al excavar para poner nuevos cimientos a las casas, continúan apareciendo esqueletos en el subsuelo. La cantidad de enterramientos en aquel sitio tuvo que haber sido enorme.

    Si Nazaret subió a los evangelios como el pueblo de Jesucristo, cuando en realidad no existía Nazaret, nos preguntamos qué otras cosas hay en los evangelios que históricamente no son ciertas.

    Todo lleva a pensar que al menos una parte importante de los evangelios fue escrita o reescrita en el siglo IV y la Iglesia hizo pasar los escritos por más antiguos. Se presume que el escritor que añadió Nazaret a los evangelios fue Jerónimo de Estridón, actuando bajo las órdenes del obispo de Roma, Dámaso, hacia el año 382, cuando produjo la Vulgata latina a la vista de uno de los códices de Eusebio y de las traducciones latinas de ese códice que mejor le parecieron. Jerónimo no solamente se limitó a traducir, sino que añadió pasajes a los evangelios y por eso él reconoció que no estaría bien mirado por las generaciones futuras.  



viernes, 6 de diciembre de 2019

La Nazaret de los evangelios (1)



    Los evangelios llaman a Jesucristo ‘el nazareno’ y afirman que vivió en Nazaret durante tres décadas. En realidad la palabra nazareno no significa que la persona que ostenta ese calificativo sea de o viva en Nazaret. La palabra nazareno se refiere a alguien consagrado a Dios y que lleva la verdad.

    El evangelio de Lucas dice que Nazaret era una ciudad y tenía sinagoga. Una ciudad con sinagoga era algo muy importante para los judíos y si un judío tenía que relacionar las poblaciones de Galilea, donde se sitúa Nazaret, es evidente que a Nazaret la citaría entre las primeras poblaciones. Los evangelios, pues, hablan de Nazaret; pero cuando se acude a la Historia real en busca de datos sobre Nazaret, nos llevamos una gran sorpresa.

    Flavio Josefo era un historiador judío que se pasó a los romanos y fue destinado como comandante a Galilea en los años sesenta del primer siglo. Josefo menciona en sus escritos cuarenta y cinco poblaciones de Galilea, que se supone que eran todas las que existían. Pero no menciona a Nazaret.

    Los teólogos católicos y protestantes antes se disculpaban diciendo que, como Nazaret no era importante, por eso Josefo no la menciona. Ahora, dándose cuenta de que el evangelio dice que Nazaret era una ciudad y tenía sinagoga, y por lo tanto era importante, los teólogos dicen que a Josefo se le pasó mencionar a Nazaret. Sin embargo no se le pasó mencionar numerosas poblaciones sin importancia, la mayoría aldeas de menos de cien habitantes.

    La pregunta que surge es: ¿Cómo es posible que un historiador judío se olvide de mencionar una ciudad que tenía sinagoga y no se olvide de mencionar aldeas sin importancia?

    A mediados del siglo segundo se escribió el primer Talmud. En esta obra escrita por judíos se mencionan sesenta y tres poblaciones de Galilea, supuestamente todas las que existían. Desde los tiempos de Josefo había pasado un siglo y es lógico que las     poblaciones galileas crecieran en número.

    Los teólogos dicen hoy: ‘Bueno, es que a los judíos que escribieron el Talmud se les olvidó incluir a Nazaret en la lista’. Y la pregunta que surge es la misma: ¿Cómo unos judíos, algunos de ellos rabinos, que escribieron el Talmud, se olvidaron de mencionar a Nazaret, que según el evangelio era una ciudad que tenía sinagoga?

    En Burdeos se conserva una serie de mapas del año 333 (siglo IV) que se conocen como ‘el itinerario burdigalense’. En uno de ellos se hallan las poblaciones del Antiguo y Nuevo Testamento que debían recorrer los peregrinos que iban a Tierra Santa. En este itinerario no aparece Nazaret, siendo el caso que, según el evangelio, Jesucristo vivió treinta años en Nazaret.

    Los teólogos dicen que al autor del itinerario se le olvidó incluir Nazaret. Es decir, se les olvida de incluir a Nazaret en sus listados al historiador Josefo, a los judíos que escribieron el Talmud y al autor del itinerario burdigalense. Se les olvida, y eso que Nazaret era una ciudad que tenía sinagoga, según el evangelio de Lucas. Inexplicable olvido.

    Con relación al itinerario burdigalense surge la pregunta: ¿No aparece Nazaret en el itinerario, sencillamente porque los evangelios de aquella primera mitad del siglo IV no mencionaban a Nazaret? Es lo más probable, por no decir seguro. Si los evangelios de entonces citasen a Nazaret, es evidente que la población aparecería en el itinerario burdigalense.

    Todas las sospechas de la inclusión de Nazaret en los evangelios recaen sobre Jerónimo de Estridón, que rehízo a finales del siglo IV los evangelios y el entero Nuevo Testamento por orden de Dámaso, el obispo de Roma. Jerónimo compuso así la Vulgata latina y no solamente se limitó a traducir uno de los códices escritos por Eusebio de Cesarea, quien estaba a las órdenes del emperador Constantino, sino que añadió pasajes a los evangelios; por ejemplo: los relatos del nacimiento de Jesucristo e incluso los primeros textos de la resurrección. Y probablemente fuera Jerónimo el autor de la inclusión de Nazaret en los evangelios.

    Es cierto que sí aparece Nazaret en el Códice Sinaíticus, el más antiguo de todos, de mediados del siglo IV o antes, según los entendidos. Pero ha de tenerse en cuenta que a este códice se le añadieron escritos después del siglo IV y esos escritos están de acuerdo con la Vulgata latina que escribió Jerónimo. De paso la Iglesia ‘descubrió’ a principios del siglo V una serie de hojas de papiro que dató de los siglos II y III. Pero ni Jerónimo ni Eusebio conocieron tales papiros. Muchos teólogos afirman que esos papiros son traducción al griego de la Vulgata latina de Jerónimo, los cuales la Iglesia hizo pasar por más antiguos.

    No se sabe de dónde en realidad sacó Eusebio la información para escribir los códices evangélicos, si en su tiempo se ignoraba la existencia de papiros antiguos. Hay teólogos que sospechan que se perdieron los escritos evangélicos del siglo I y se transmitía todo por vía oral. Eusebio lo que habría hecho, según opinan tales teólogos, fue poner por escrito la tradición oral evangélica y de las epístolas atribuídas a Pablo, Pedro, Juan, Santiago y Judas.

    Lo cierto es que Eusebio escribió cincuenta códices del Nuevo Testamento, por orden de Constantino, para los obispos que el emperador había nombrado en el año 312, quienes nada sabían de Jesucristo. Con ellos mantuvo su primera entrevista en el año 313, en la ciudad francesa de Arelate, hoy Arlés. Los obispos esperaban que el emperador les facilitara datos sobre la nueva religión que pretendía establecer en su Imperio y sobre todo del personaje central de esa religión.
           




miércoles, 4 de diciembre de 2019

La montaña de Nazaret




    En Lucas 4:16-29 se lee sobre Jesucristo: ‘Fue a Nazaret, donde se había criado, y, como era su costumbre en sábado, entró en la sinagoga y se puso de pie para leer… en la sinagoga se llenaron de rabia. Así que se levantaron, lo sacaron rápidamente de la ciudad y lo llevaron hasta lo alto de la montaña sobre la que estaba construída la ciudad para lanzarlo de cabeza desde allí’.

    El evangelio dice que Nazaret estaba construída sobre una montaña y los de la sinagoga llevaron a Jesús a lo alto de la montaña para despeñarlo.

    Ahora bien, en Nazaret no hay montañas. Las montañas están a muchos kilómetros de distancia. Nazaret está edificada sobre una colina de muy pronunciada suavidad. Lo más que habrían podido hacer los de la sinagoga era hacer rodar a Jesús colina abajo; pero también sería imposible, dado que la pendiente de la ladera es muy liviana y el cuerpo no rodaría más allá de un metro.

    No se sabe cómo pudo el evangelista colar en su evangelio algo que no es cierto, como es la afirmación de que Nazaret estaba construída sobre una montaña y que desde esa hipotética montaña pretendieron lanzar a Jesús de cabeza. Para despeñar a alguien hace falta que exista una pendiente más o menos vertical y profunda. Y ese no es el caso en la suave colina de Nazaret.

    Esto de la montaña de Nazaret en el evangelio de Lucas da que pensar. El escritor no estaba informado y coló que había una montaña en Nazaret, y además mezcló al propio Jesucristo en esta falsa escena. Nos preguntamos si existen otras cosas inciertas sobre Nazaret en este evangelio, así como en los demás.
           

lunes, 2 de diciembre de 2019

Acerca de la gran muchedumbre



     El estudio de La Atalaya de esta semana (al 1 de Diciembre de 2019) incluyó el texto de Apocalipsis 7:14. Sin embargo La Atalaya no se para a explicar la parte que dice: ‘Ellos son los que salen de la gran tribulación’. Se refiere a la gran muchedumbre o gran multitud (una llamada en el texto indica que gran muchedumbre es lo mismo que gran multitud).

    La cuestión es la siguiente: el Apocalipsis dice que la gran muchedumbre es la que sale de la gran tribulación, es decir, que sale victoriosa de esa gran tribulación. No se refiere a la gran muchedumbre que entra en la gran tribulación. Es evidente que los que entran son el entero pueblo de Dios, pero no todos sobreviven a la gran tribulación. A los que entran en la gran tribulación no se la llama gran muchedumbre. Del entero pueblo que entra en la gran tribulación sale una gran muchedumbre incontable, aunque son por fuerza menos individuos. A estos y solamente a estos que salen de la gran tribulación se refiere el texto como ‘gran muchedumbre’.

    Como la gran tribulación no ha sucedido todavía, está claro que la gran muchedumbre no existe aún. Los individuos del pueblo de Dios podrán sobrevivir a la gran tribulación, pero de momento no son la gran muchedumbre, ya que la gran tribulación está aún en el futuro y el Apocalipsis sitúa a la gran muchedumbre después de la gran tribulación, no antes.

   El texto indica que esa gran muchedumbre, después de la gran tribulación, ‘está de pie delante del trono de Dios’. Un Salmo dice que ‘el trono de Dios está en el cielo’. Por lo tanto, si la gran muchedumbre está de pie delante del trono, quiere decir que está en el cielo y no en la tierra, por mucho que el Cuerpo Gobernante quiera alegar en sentido contrario, a sabiendas de que no es bíblico lo que explica.

    El texto que se relaciona con Apocalipsis 7:14 y siguientes corresponde a Apocalipsis 19:1, que dice que ‘una gran multitud en el cielo canta que la salvación es de Jehová’. Es lo mismo que canta la gran muchedumbre en Apocalipsis 7, cuando expone que ‘la salvación se la deben al propio Dios'.

   Ahora bien, el Cuerpo Gobernante enseña que esta gran multitud o muchedumbre de Apocalipsis 19 se refiere a los ángeles. Esto no puede ser así porque esa gran multitud da a entender que ‘la salvación (de la gran multitud) pertenece a Jehová. Y los ángeles no necesitan ser salvados. Únicamente los humanos. El texto además es el mismo, aunque con otro giro, que el que figura en Apocalipsis 7.

    La doctrina de la gran muchedumbre fue impuesta por Rutherford en 1935, debido a que el número de 144.000 ungidos iba a ser sobrepasado pronto, aunque Rutherford personalmente creía que ese número se superó con creces en el siglo I. Pero no tenía otra salida que explicar para que el negocio editorial no se viniera abajo. Muchos superintendentes saben esto y callan para no alarmar a la grey. De hecho es un superintendente el que expone todo esto. 

    De todas maneras la doctrina de los 144.000 está a punto de cambiar en algunos puntos esenciales, según informes que llegan de Warwick. Probablemente los 144.000 sean al final un grupo especial cuyos miembros solamente aparecen en un determinado momento del tiempo del fin. Sin embargo, de la lectura del Apocalipsis se deduce que los 144.000 y la gran muchedumbre son los mismos individuos y no dos grupos diferentes de personas.