viernes, 6 de diciembre de 2019

La Nazaret de los evangelios (1)



    Los evangelios llaman a Jesucristo ‘el nazareno’ y afirman que vivió en Nazaret durante tres décadas. En realidad la palabra nazareno no significa que la persona que ostenta ese calificativo sea de o viva en Nazaret. La palabra nazareno se refiere a alguien consagrado a Dios y que lleva la verdad.

    El evangelio de Lucas dice que Nazaret era una ciudad y tenía sinagoga. Una ciudad con sinagoga era algo muy importante para los judíos y si un judío tenía que relacionar las poblaciones de Galilea, donde se sitúa Nazaret, es evidente que a Nazaret la citaría entre las primeras poblaciones. Los evangelios, pues, hablan de Nazaret; pero cuando se acude a la Historia real en busca de datos sobre Nazaret, nos llevamos una gran sorpresa.

    Flavio Josefo era un historiador judío que se pasó a los romanos y fue destinado como comandante a Galilea en los años sesenta del primer siglo. Josefo menciona en sus escritos cuarenta y cinco poblaciones de Galilea, que se supone que eran todas las que existían. Pero no menciona a Nazaret.

    Los teólogos católicos y protestantes antes se disculpaban diciendo que, como Nazaret no era importante, por eso Josefo no la menciona. Ahora, dándose cuenta de que el evangelio dice que Nazaret era una ciudad y tenía sinagoga, y por lo tanto era importante, los teólogos dicen que a Josefo se le pasó mencionar a Nazaret. Sin embargo no se le pasó mencionar numerosas poblaciones sin importancia, la mayoría aldeas de menos de cien habitantes.

    La pregunta que surge es: ¿Cómo es posible que un historiador judío se olvide de mencionar una ciudad que tenía sinagoga y no se olvide de mencionar aldeas sin importancia?

    A mediados del siglo segundo se escribió el primer Talmud. En esta obra escrita por judíos se mencionan sesenta y tres poblaciones de Galilea, supuestamente todas las que existían. Desde los tiempos de Josefo había pasado un siglo y es lógico que las     poblaciones galileas crecieran en número.

    Los teólogos dicen hoy: ‘Bueno, es que a los judíos que escribieron el Talmud se les olvidó incluir a Nazaret en la lista’. Y la pregunta que surge es la misma: ¿Cómo unos judíos, algunos de ellos rabinos, que escribieron el Talmud, se olvidaron de mencionar a Nazaret, que según el evangelio era una ciudad que tenía sinagoga?

    En Burdeos se conserva una serie de mapas del año 333 (siglo IV) que se conocen como ‘el itinerario burdigalense’. En uno de ellos se hallan las poblaciones del Antiguo y Nuevo Testamento que debían recorrer los peregrinos que iban a Tierra Santa. En este itinerario no aparece Nazaret, siendo el caso que, según el evangelio, Jesucristo vivió treinta años en Nazaret.

    Los teólogos dicen que al autor del itinerario se le olvidó incluir Nazaret. Es decir, se les olvida de incluir a Nazaret en sus listados al historiador Josefo, a los judíos que escribieron el Talmud y al autor del itinerario burdigalense. Se les olvida, y eso que Nazaret era una ciudad que tenía sinagoga, según el evangelio de Lucas. Inexplicable olvido.

    Con relación al itinerario burdigalense surge la pregunta: ¿No aparece Nazaret en el itinerario, sencillamente porque los evangelios de aquella primera mitad del siglo IV no mencionaban a Nazaret? Es lo más probable, por no decir seguro. Si los evangelios de entonces citasen a Nazaret, es evidente que la población aparecería en el itinerario burdigalense.

    Todas las sospechas de la inclusión de Nazaret en los evangelios recaen sobre Jerónimo de Estridón, que rehízo a finales del siglo IV los evangelios y el entero Nuevo Testamento por orden de Dámaso, el obispo de Roma. Jerónimo compuso así la Vulgata latina y no solamente se limitó a traducir uno de los códices escritos por Eusebio de Cesarea, quien estaba a las órdenes del emperador Constantino, sino que añadió pasajes a los evangelios; por ejemplo: los relatos del nacimiento de Jesucristo e incluso los primeros textos de la resurrección. Y probablemente fuera Jerónimo el autor de la inclusión de Nazaret en los evangelios.

    Es cierto que sí aparece Nazaret en el Códice Sinaíticus, el más antiguo de todos, de mediados del siglo IV o antes, según los entendidos. Pero ha de tenerse en cuenta que a este códice se le añadieron escritos después del siglo IV y esos escritos están de acuerdo con la Vulgata latina que escribió Jerónimo. De paso la Iglesia ‘descubrió’ a principios del siglo V una serie de hojas de papiro que dató de los siglos II y III. Pero ni Jerónimo ni Eusebio conocieron tales papiros. Muchos teólogos afirman que esos papiros son traducción al griego de la Vulgata latina de Jerónimo, los cuales la Iglesia hizo pasar por más antiguos.

    No se sabe de dónde en realidad sacó Eusebio la información para escribir los códices evangélicos, si en su tiempo se ignoraba la existencia de papiros antiguos. Hay teólogos que sospechan que se perdieron los escritos evangélicos del siglo I y se transmitía todo por vía oral. Eusebio lo que habría hecho, según opinan tales teólogos, fue poner por escrito la tradición oral evangélica y de las epístolas atribuídas a Pablo, Pedro, Juan, Santiago y Judas.

    Lo cierto es que Eusebio escribió cincuenta códices del Nuevo Testamento, por orden de Constantino, para los obispos que el emperador había nombrado en el año 312, quienes nada sabían de Jesucristo. Con ellos mantuvo su primera entrevista en el año 313, en la ciudad francesa de Arelate, hoy Arlés. Los obispos esperaban que el emperador les facilitara datos sobre la nueva religión que pretendía establecer en su Imperio y sobre todo del personaje central de esa religión.
           




1 comentario: