martes, 31 de mayo de 2022

Los papiros del Nuevo Testamento

 

    Paso a resumir algo que incendiará a los más religiosos e inclinados a creer que el Nuevo Testamento fue escrito en el siglo I, según se enseña sin pruebas.

    Los códices del Nuevo Testamento más antiguos que existen son del siglo IV. Concretamente son: el Sinaíticus, escrito hacia el año 330, y el Vaticanus, de hacia mediados del siglo IV. Están escritos en griego. No existen códices de siglos anteriores.

    Hacia el año 382 Jerónimo de Estridón, a petición de Dámaso, obispo de Roma, tradujo del griego al latín uno de los códices que, por orden del emperador Constantino, había escrito Eusebio de Cesarea en el primer tercio del siglo IV.

    Jerónimo se basó en uno de los códices de Eusebio y en las traducciones latinas que mejor le parecieron de ese códice. Jerónimo escribe que le llamarían hereje todas las generaciones. ¿Por qué? Porque no solamente se limitó a traducir, sino que añadió textos al códice de Eusebio, como fueron el nacimiento de Cristo, los primeros versículos de su resurrección y Nazareth.

    La traducción y añadidos de Jerónimo se conoció como la Vulgata latina y apareció hacia finales del siglo IV. A partir del siglo V y hasta el siglo XV se escriben unos códices que en realidad son traducciones al griego de la Vulgata latina. Dichos códices para nada sirven, porque la Vulgata es más antigua.

    Todas las biblias de la actualidad se basan en la Vulgata. No son traducciones de los códices de los siglos V al XV, sino de unas recopilaciones que en griego realizaron ciertos eruditos, como Nestlé y Aland, basándose en los códices y ordenando los libros según la Vulgata. Wescott y Hort fueron otros recopiladores que no se tienen en cuenta por ser satanistas. Con todo cierta Sociedad Bíblica muy conocida adquirió su trabajo de recopilación.

    Entre mediados del siglo XIX y mediados del siglo XX se demostraba que los evangelios y cartas apostólicas fueron escritos en el siglo IV. Y de pronto, entre 1918 y 1953 aparecen miles de papiros (todos los que hoy se conocen) que los expertos religiosos datan desde el año 125 en adelante. Ya Tischendorf, que descubrió el códice Sinaíticus, había ‘encontrado’ un papiro del Nuevo Testamento en 1868. Resulta demasiado incongruente y sospechoso que los papiros de los evangelios se hayan descubierto en pleno siglo XX y atribuídos a muchos siglos atrás por los eruditos religiosos, que no por científicos serios.

    Jerónimo no se basó en papiros para escribir su Vulgata latina hacia el año 382. ¿En qué se basó Eusebio de Cesarea para escribir el códice que Jerónimo empleó para traducir al latín? Esa es la pregunta.

    No olvidemos que Eusebio escribió la ‘Historia eclesiástica’, donde da a conocer a unos padres apostólicos de los que la Historia nada sabe, a excepción de uno o dos de ellos, a los que Eusebio les añadió textos sobre el cristianismo, pero que realmente ellos no escribieron porque ni siquiera eran cristianos. Ya Eusebio habla de la correspondencia entre Jesucristo y el rey de Edesa, algo que se ha demostrado falso. Los padres apostólicos son invención de Eusebio para tratar de demostrar que la Iglesia católica y romana es la continuadora de los apóstoles.

    En resumidas cuentas, que los papiros fueron falsificados entre mediados del siglo XIX y XX y hechos pasar por más antiguos para salir al paso de las demostraciones en boga acerca de que los evangelios fueron escritos en el siglo IV y no antes. Y el principal que pudo haber escrito los evangelios y cartas apostólicas fue Eusebio de Cesarea, todo inventado por orden del emperador Constantino, que deseaba tener una sola religión para el Imperio, religión que el emperador Teodosio impuso después bajo pena de muerte.

lunes, 9 de mayo de 2022

Jesucristo fue creado en el siglo IV

 

    Dicen los evangelios que Jesucristo devolvía la vista a los ciegos, hacía andar a los paralíticos, convertía el agua en vino y resucitaba a los muertos.

    Ya por el solo hecho de resucitar a los muertos, tal hombre no podía pasar inadvertido. Sería una persona admirada y tenida en cuenta por todos sus congéneres y la historia seglar hablaría de él largo y tendido y relataría sus milagros.

    Los evangelios dicen también que la fama de Jesucristo traspasó las fronteras. ¿Qué significa esto? Que todos sus milagros y actividades eran conocidos en gran parte del mundo y no solamente en Judea. Por tanto los historiadores estarían enterados de su existencia y de sus milagros hasta entonces nunca vistos.

    Una persona como Jesucristo llamaría demasiado la atención y no pasaría inadvertido para los historiadores. Y sin embargo los historiadores nada escribieron sobre Jesucristo en los siglos I, II y III. ¿Por qué?

    Los devotos acérrimos dirán que no interesaba la figura de Jesucristo. ¿No interesaba un hombre que daba vista a los ciegos, hacía andar a los paralíticos, convertía el agua en vino y resucitaba a los muertos? Evidentemente interesaba a todo el mundo, sin importar raza o religión. Y quienes dicen lo contrario se equivocan en su argumentación. Sencillamente están parafraseando lo que afirman los religiosos que aducen ser doctores en teología y patrística, pero que en realidad demuestran que no lo son.

    El principal historiador judío, Filón de Alejandría, que vivió en el tiempo en que Pilatos era prefecto de Judea, nada escribe sobre Jesucristo. A Jesucristo se le presenta como  contemporáneo de Filón  Filón, siendo el cronista principal de su tiempo, no se enteró de la existencia y milagros de Jesucristo y por eso no escribió sobre él. De haber escrito hubiera publicado un libro entero.

    Si Filón no se enteró de la existencia de Jesucristo es porque Jesucristo no existía en tiempos de Filón, es decir, entre los años 20 a. C. y 64 d. C, tiempo de vida estimado de Filón.  Jesucristo comenzó a conocerse literariamente en el siglo IV, con el inicio de la Iglesia católica, que es cuando aparecen los primeros códices de los evangelios y cartas apostólicas.

    De antes del siglo IV no existe documentación alguna de los evangelios. Los papiros y listados que se hacen pasar como de los siglos II y III son engañosos y fueron falsificados probablemente a finales del siglo IV, después de que Jerónimo de Estridón escribiera la Vulgata latina, basada en uno de los códices evangélicos de Eusebio de Cesarea y en las traducciones latinas de ese códice que mejor le parecieron a Jerónimo.

    ¿De dónde sacó Eusebio de Cesarea la información para escribir los códices evangélicos que le encargó el emperador Constantino? Del mismo lugar del que sacó la información para escribir la ‘Historia eclesiástica’, es decir, de su imaginación. Eusebio se inventó a Jesucristo y los apóstoles de cara a la nueva religión que había de seguir el pueblo romano, todo por orden de Constantino.

    Pero ¿no demuestran las cuñas insertadas en Josefo (testimonio flaviano), Plinio, Tácito y Suetonio que sí existió Jesucristo? Unas simples y breves cuñas nada pueden demostrar y menos cuando tales cuñas no dan fe de los milagros que, según los evangelios, obraba Jesucristo. Se hubieran precisado libros enteros escritos por la mayoría de los historiadores para cerciorarse de que existió Jesucristo en el siglo I.

    Las cuñas aludidas, evidentemente, son todas falsas, incluídas las que se le insertaron a Josefo, probablemente en el siglo IV, sobre Jesucristo y Santiago. La de Suetonio se estaría refiriendo a un personaje de nombre Cresto, por el cual fueron expulsados de Roma los judíos. Por lo tanto Suetonio no se refiere a Jesucristo.

    Quien fuera que aplicara las cuñas a los pocos historiadores antes citados, se le olvidó insertar una cuña en los escritos de Filón de Alejandría, el más destacado historiador del siglo I. De todas maneras las cuñas no mencionan los principales milagros que a Jesucristo se le atribuyen en los evangelios.

    Así, pues, si los historiadores de los siglos I al III no escribieron sobre Jesucristo, es porque no existió. Jesucristo es creación literaria del siglo IV y hecho pasar como un personaje real del siglo I. De ahí que los primeros códices de los evangelios sean del siglo IV. De ahí también que las primeras tumbas de cristianos sean de mediados del siglo IV. Y lo mismo los templos cristianos.