viernes, 26 de enero de 2018

El hombre fue creado para trabajar y no para holgar y disfrutar indefinidamente


    El Cuerpo Gobernante de los testigos de Jehová asegura que en el futuro inmediato la humanidad superviviente del holocausto armagendontístico disfrutará de vida eterna en el Paraíso restaurado en la mismísima Tierra, es decir en el mismo paraíso terrenal, aunque ampliado, donde vivieron Adán y Eva antes de caer en desgracia y ser expulsados de aquel maravilloso entorno.

    El testigo de Jehová se imagina que en este nuevo paraíso todo será disfrute y no habrá necesidad de trabajar, ya que cada cual se sentará debajo de su vid y debajo de su higuera y tendrá su propia casita y un huerto que dé frutos los doce meses del año. Así se imagina el testigo a aquellos primeros padres, Adán y Eva, en el primer Paraíso. Nada de trabajo, nada de fatigas. Cree que la primera pareja fue colocada en ese jardín para disfrutar las 24 horas del día, sin necesidad de trabajar.

    Nada más lejos de la realidad. Precisamente Adán y Eva, según relata la Biblia, fueron colocados en el Paraíso para trabajar. Así lo indica Génesis 3:15: “Y Jehová Dios procedió a tomar al hombre y a establecerlo en el jardín de Edén para que lo cultivara y cuidara”. Este cuido, indiscutiblemente, sería de sol a sol, ya que mantener un paraíso no es cosa de dar cuatro paladas a la tierra. Así que el hombre fue establecido en el Paraíso para cultivarlo y cuidarlo, y eso implica trabajo constante. No fue, pues, el hombre, instalado en el paraíso para holgar y disfrutar, sino para trabajar. Dios creó al hombre para que trabajase.

    Si es cierto que en el futuro ha de restaurarse el viejo Paraíso, no es para otra cosa que para trabajar todo el día, ya que las faenas agrícolas y hortícolas exigen permanente esfuerzo. Si acaso, pudiera haber un día semanal de descanso y ahí es donde cada cual se sentaría bajo su vid y bajo su higuera, vid e higuera que quien las disfrute no habrá de descuidarlas, si quiere continuar disfrutando de ellas y comiendo de sus frutos.

    Además de cultivar y cuidar la tierra y su vegetación, el hombre tendrá que atender todos los días a los animales que estén a su cuidado, que les serán de imprescindible ayuda en las faenas del campo. La siembra y la cosecha no podrán cesar jamás y tendrá que ordeñar sus vacas y ovejas y fabricar mantequilla y queso, labores nada desdeñables. También habrá de fabricarse la ropa y el calzado y plantar árboles que le den madera para hacerse muebles. Asimismo necesitará proveerse de leña para encender la lumbre del hogar, hogar que precisará ser cuidado y aseado cotidianamente. Precisará igualmente fabricar y mantener carruajes para los desplazamientos de la familia a las pías reuniones.  

    La participación en los trabajos de la comunidad constituirá un factor primordial, ya que cada vecino tendrá que mantener limpia y en perfecto estado de conservación la parte de la vía pública que le corresponda, la cual seguramente estará dotada de árboles, plantas y flores cuyas poda y recogida no son tareas poco agotadoras. De igual manera tendrá que participar arduamente en las labores de forestación y cuidado de los montes. Y se deduce que lo mismo será cierto de cualquier otra labor comunitaria.

    En conclusión, quien sueñe con estar en el paraíso que promete el Cuerpo Gobernante a cambio de sumisión total a su llamado orden teocrático, debe concienciarse con sacar adelante el arduo trabajo que le espera por toda la eternidad que el Cuerpo Gobernante dice que promete Dios. 

 

martes, 16 de enero de 2018

2018: Setenta y seis años de la muerte de Rutherford


    El 8 de Enero de 2018 se cumplieron 76 años de la muerte del segundo presidente de la Sociedad Bíblica Watch Tower, Joshep Franklyn Rutherford. A día de hoy no se sabe dónde está su tumba, aunque se sospecha. Al entierro de Rutherford, unos tres meses y medio después de su muerte, según publicó la Watch Tower, solamente acudieron las pocas personas más allegadas a él, contadísimas, que fueron quienes le enterraron en secreto.

    Rutherford apenas tenía simpatías entre los testigos de Jehová, el movimiento que él fundó en 1931 con el 27% de los Estudiantes Internacionales de la Biblia. Entre 1926 y principios de 1927 había abandonado las filas el 73%, como se deduce de los anuarios de aquel tiempo, aparte de la información que dieron en su día los que estaban en el betel central mundial. Suponiendo que el 1% falleciera por la edad, al menos el 72% abandonó, debido a que no se cumplió la profecía que Rutherford lanzaba, de que en 1925 resucitarían los patriarcas y vendría el Armagedón.

    Desde 1918 Rutherford venía anunciando que ‘millones que ahora viven no morirán jamás’. En 1920 imprimió el millonario folleto del mismo título. Entre 1918 y 1925 se dieron discursos masivos por todo el territorio de los Estados Unidos, anunciando el fin del sistema y la resurrección de los patriarcas en 1925. Y esto lo anunciaban como Palabra de Dios y como hecho profético indiscutible. Dado que lo profetizado no se cumplió, abandonó las filas la inmensa mayoría.

    No obstante, Rutherford, a pesar de que reconoció que ‘había hecho el asno’, no se dio por aludido y continuó con la idea de que en aquel tiempo resucitarían los patriarcas. Con tal idea recabó 25.000 dólares de los Estudiantes de la Biblia que le habían sido leales y en 1929 mandó construir la lujosa mansión de Beth Sarim (Casa de los Príncipes), en San Diego, California. En el garaje tenía un Cadillac de 16 cilindros a disposición de los resucitados, vehículo que en aquel tiempo solamente podían permitírselo los millonarios, dado su valor de unos 6.000 dólares, cuando un utilitario apenas rondaba los 400 dólares.

    Al Capone, el famoso gánster, tenía un vehículo igual; pero Rutherford disponía de dos Cadillac de 16 cilindros: uno en San Diego y otro en Nueva York. Y eran los tiempos de la Gran Depresión, en que millones de personas sufrían hambre y privaciones serias, incluídos los propios Estudiantes de la Biblia que habían aportado el dinero para la construcción de la mansión de Beth Sarim y la compra de los suntuosos automóviles.

    Rutherford ocupó la mansión de Beth Sarim en 1930. En las escrituras, a nombre de los resucitados, se recalca que, mientras los antiguos patriarcas venían a tomar posesión de la casa recientemente construída en San Diego, Rutherfod viviría en ella. En 1939 adquirió Rutherford un terreno colindante y construyó la mansión de Beth Shan (Casa de Seguridad). Como pensaba que la guerra mundial se extendería a los Estados Unidos, mandó construir dos refugios antiaéreos, tal como hacían los millonarios y los políticos de entonces. Estos refugios fueron descubiertos por el comprador de la finca, años después.

    Rutherford murió en Beth Sarim y dejó escrito que lo enterraran en dicha finca. Mientras se tramitaba el permiso de enterramiento con las autoridades municipales, Rutherford permanecía en una nevera de hielo. Como el permiso fue denegado, se solicitó nuevo permiso para el enterramiento en la finca de Beth Shan, algo que también fue denegado por las autoridades. Todo esto puede leerse en la literatura de la Sociedad Watch Tower de aquel tiempo.

    A finales de Abril de 1942, tres meses y medio después, la Watch Tower anunció por escrito que Rutherford había sido enterrado en el antiguo terreno de la radio. Pero para entonces el terreno ya no era de la Watch Tower y en él no hay más cementerio que el de los metodistas, que también tienen ahí una iglesia. Los últimos enterramientos en dicho terreno se hicieron en el siglo XIX. A partir del XX era obligado enterrar a los muertos en los cementerios públicos. Ni qué decir tiene que en ese terreno no existe lápida alguna que señale que Rutherford está enterrado en el lugar. Se sospecha que está enterrado en Beth Sarim, como así lo afirmó el nuevo propietario de la finca.

    Casi ningún testigo de Jehová conoce esta triste historia, al igual que desconoce que el antecesor de Rutherford, Russell, fue enterrado con todos los honores en Pittsburgh y junto a su tumba se le erigió el grandioso monumento de una pirámide egipcia en granito, la cual ostenta el emblema masónico de la cruz y la corona.

    Los ancianos y superintendentes con los que mantuvimos conversaciones desconocían la historia, excepto unos pocos de mayor edad. Watch Tower y el Cuerpo Gobernante de los testigos de Jehová tratan de quitar importancia a todo esto y ocultan a sus miembros la realidad de lo ocurrido. Aún muchos superintendentes y ancianos les dicen a quienes se enteran del asunto y piden información al respecto que todo esto es invención de los apóstatas. Pero es lo que está escrito en la antigua literatura de la Watch Tower y en los periódicos de la época.

 

viernes, 12 de enero de 2018

Jesucristo, personaje literario del que la Historia no da razón (y 4)

 

(Serie de cuatro artículos publicados en periódicos locales de Estados Unidos y duramente criticados por las diferentes iglesias)

 
    La Iglesia realizó copias en papiro de la versión de la Vulgata de Jerónimo y esas copias las hizo pasar como que eran de los siglos II y III. ¿Cómo es posible que estos papiros sigan fielmente la versión de la Vulgata, que se escribió a finales del siglo IV, y no sigan la versión del códice Sinaíticus, que es más antiguo? Lo suyo es que los papiros de los siglos II y III deberían estar ajustados a lo que dice el Códice Sinaíticus, lo que significaría que este códice se habría basado en tales papiros.

    Pero resulta que Eusebio no utilizó escrituras en papiro de siglos anteriores. La realidad es que Eusebio se inventó los evangelios, las epístolas y los personajes, al igual que inventó su Historia Eclesiástica para tratar de demostrar que la Iglesia de Roma era la continuadora legítima de los apóstoles de Jesucristo, todo por orden imperial. Eusebio también se inventó unos padres de la Iglesia de los que la Historia no da razón, salvo de Orígenes y Tertuliano, a los que el de Cesarea atribuyó escritos cristianos que, evidentemente, eran de la pluma de Eusebio. Ni Tertuliano ni Orígenes podían ser padres de una Iglesia y de un cristianismo que no comenzó a existir hasta el siglo IV.

    A Josefo se le insertó en uno de sus escritos la famosa cuña conocida como ‘testimonio flaviano’. Se cree que el autor de la cuña fue Eusebio de Cesarea, en el siglo IV. Si Josefo hubiera sabido que existió Jesucristo, habría escrito por lo menos un grueso volumen sobre él, a favor o en contra. Pero Josefo, siendo historiador, no se enteró de la existencia de Jesucristo. No se enteró porque Jesucristo no existió en el siglo I. Subió a la literatura evangélica en el siglo IV.

    Al igual que a Josefo, a otros autores también se les insertaron breves cuñas en sus escritos para hacer ver a los lectores que Jesucristo era un personaje de carne y hueso del siglo I. Pero una breve cuña en un relato no es evidencia de la existencia de nadie. Tal existencia debería estar documentada con profusión de datos, lo que supondría en este caso escribir libros enteros acerca del personaje. Los evangelios no aportan datos que puedan comprobarse históricamente.

    La Historia de Roma no menciona a Jesucristo, y eso que los romanos controlaban Judea en el siglo I y Jesucristo era un personaje importante, según los evangelios. Tampoco dicen nada de Jesucristo los historiadores de ese siglo I y los dos siguientes. Hasta el siglo IV nada se sabe de los evangelios y las epístolas paulinas. Y nada se sabe de Nazareth hasta ese concreto siglo. Toda la supuesta documentación evangélica de siglos anteriores al IV no es más que un hábil engaño de la Iglesia que, a la par del cristianismo, instituyó Constantino. Los evangelios son una novela histórica cuyo personaje central es pura ficción. Por eso no se cumplen las supuestas profecías acerca del fin del mundo. Y basar la vida entera en personajes de ficción es una auténtica locura. (Fin de los cuatro artículos).

 

(OBSERVACION: El Cuerpo Gobernante de los testigos de Jehová defiende acérrimamente la existencia real de la Iglesia primitiva según escribe Eusebio de Cesarea en su Historia Eclesiástica. Y defiende asimismo la existencia de los padres apostólicos que Eusebio se inventó para tratar de demostrar que la Iglesia era la continuadora de los apóstoles. Y los defiende a pesar de que todos esos padres eran apóstatas de un supuesto cristianismo. Sin esos padres que defienden los evangelios, los testigos de Jehová no pueden demostrar que esos evangelios son del siglo I. Y lo mismo que los testigos de Jehová, los demás protestantes).

miércoles, 10 de enero de 2018

Jesucristo, personaje literario del que la Historia no da razón (3)

(Serie de cuatro artículos publicados en periódicos locales de Estados Unidos y duramente criticados por las diferentes iglesias)

 

    De hecho fue Constantino quien ordenó a Eusebio de Cesarea que escribiera los ‘nuevos testimonios’ y crease un ser deificado para una nueva religión mediante la cual el emperador pretendía unificar todas las religiones de su imperio. Fue en ese tiempo cuando en realidad se creó el cristianismo, que décadas después se impuso forzosamente, bajo pena de muerte, por el emperador Teodosio. Constantino ya había fundado el episcopado nombrando cincuenta obispos en el año 312. Con ellos tuvo su primera reunión en el 313, en la ciudad francesa de Areles, hoy Arles. En el 325 Constantino convocó y presidió el Concilio de Nicea, al que asistieron 64 obispos. Para entonces el emperador había nombrado más obispos.

    Destinados a estos obispos iban en principio cincuenta copias de los ‘nuevos testimonios’. Los obispos desconocían por completo la existencia de Jesucristo y sus apóstoles y fue a través de los escritos de Eusebio que se instruyeron en la nueva religión, el cristianismo, que copió sus rituales del mitraismo y de la religión egipcia. Algo debían de contener estos escritos, probablemente una serie de acrósticos que los denunciaban como falsos y que Eusebio había insertado porque no estaba de acuerdo con los evangelios y epístolas que escribía, para que en el año 382 el obispo de Roma, Dámaso, encargase a Jerónimo de Estridón que tradujera todo aquello al latín, que era un idioma que para entonces no hablaba el pueblo, ni siquiera gran parte de los intelectuales.

    Jerónimo escribe que se basó en una de las copias de Eusebio y en las traducciones latinas de las mismas que mejor le parecieron y que luego fueron destruidas. No dice Jerónimo que se basó en escritos anteriores al siglo IV. Jerónimo no encontró nada anterior a ese siglo porque no existía un solo escrito evangélico de los siglos I al III. Y Jerónimo no solamente tradujo del griego al latín, sino que además, por orden del obispo romano, insertó en los evangelios los capítulos del nacimiento de Cristo y el tema de Nazareth, sin saber que Nazareth era una población que no existía en los supuestos tiempos de Jesucristo. Jerónimo no había investigado lo suficiente acerca de Nazareth y dio por hecho que era una población muy antigua. Así que Nazareth fue incluida en los evangelios gracias a la traducción latina de Jerónimo, conocida como la Vulgata, ya a finales del siglo IV.

    Tenemos, pues, que las versiones evangélicas de Eusebio de Cesarea y las de Jerónimo difieren entre sí. A mediados del siglo XIX, Tischendorf descubrió en el monasterio de Santa Catalina del Monte Sión el llamado Códice Sinaíticus. Este códice ha sido fechado por los expertos como de mediados del siglo IV, e incluso de antes, y es muy diferente de todos los demás códices. Se cree que el Sinaíticus es una de las cincuenta copias que escribió Eusebio por orden del emperador, a pesar de que los rayos ultravioletas han detectado que se han borrado muchas partes de este códice y en su lugar se han escrito textos que se asemejan a los de la versión posterior de la Vulgata de Jerónimo. (Continúa en la parte 4 y última).

lunes, 8 de enero de 2018

Jesucristo, personaje literario del que la Historia no da razón (2)

(Serie de cuatro artículos publicados en periódicos locales de Estados Unidos y duramente criticados por las diferentes iglesias)

 
   En el año 70 los romanos destruyeron Jerusalén y se llevaron cautivos a los  supervivientes. Con el tiempo muchos judíos regresaron a Jerusalén y la reconstruyeron. Pero en el año 135, debido a una insurrección de los hierosolimitanos, los romanos volvieron a destruir Jerusalén y masacraron a sus habitantes.

    Una de las familias sacerdotales que vivía en Jerusalén por entonces huyó de la ciudad antes de que los romanos la rodeasen en el año 135. Esta familia emigró a Galilea y se instaló en la colina a cuyo pie estaba el cementerio de Jafa, donde habían sido enterrados, entre otros, los varones de aquella ciudad muertos por los romanos en el año 67. Con el tiempo los descendientes de la familia sacerdotal contrajeron matrimonio con los habitantes de los pueblos de las inmediaciones y las casas construídas en la ladera de la colina se expandieron y así comenzó a formarse un nuevo pueblo.

    Mientras los habitantes de este creciente pueblo judío eran pocos, efectuaban sus reuniones religiosas en una casa. Pero un siglo y pico después de haberse instalado la familia sacerdotal de Jerusalén en la colina galilea, se construyó una sinagoga en el lugar, ya que los reunidos no cabían en una casa. La sinagoga fue construida después de mediados del siglo III. A principios del siglo IV aparece este nuevo pueblo mencionado en los escritos. Su nombre: Nazareth.

    La pregunta es: ¿cómo es que aparece Nazareth con una sinagoga en los evangelios, supuestamente escritos en el siglo I, si Nazareth no comenzó su andadura hasta casi mediado el siglo II y no tuvo sinagoga hasta mucho después de mediado el siglo III? Eso significa que los evangelios fueron escritos después del siglo III y quien los escribió no sabía que Nazareth comenzó a ser fundada a mediados del siglo II y que la sinagoga fue levantada un siglo y pico después, ya en el siglo III.

    Tenemos entonces que Josefo no menciona a Nazareth en sus escritos sencillamente porque Nazareth no existía en sus tiempos. Y si no existía en tiempos de Josefo, mucho menos podía existir en tiempos de Jesucristo. Por tanto Jesucristo no pudo haberse criado en Nazareth ni su madre María pudo haber vivido en ese pueblo.

    Y Filón de Alejandría nada menciona sobre Jesucristo porque desconocía su existencia. Y la desconocía por la evidente razón de que Jesucristo no existía en el siglo I, en tiempos de Filón. La realidad es que Jesucristo comenzó a existir cuando en el siglo IV se escribieron los evangelios y hubo de crearse el personaje central de los mismos, además de otros personajes que le acompañaban. Y esto sucedió en tiempos del emperador Constantino. (Continúa en la parte 3).

 

 

domingo, 7 de enero de 2018

Jesucristo, personaje literario del que la Historia no da razón (1)


(Serie de cuatro artículos publicados en periódicos locales de Estados Unidos y duramente criticados por las diferentes iglesias)

 
    Uno de los historiadores más famosos del siglo I fue Filón de Alejandría. Cronista de su tiempo, escribía inclusive sobre los personajes menos aceptados socialmente. Aunque vivía en Alejandría, estaba al corriente de lo que sucedía en Judea, en Galilea y en todo el imperio romano. Se supone que Filón era contemporáneo de Jesucristo y sin embargo no escribió sobre él. La Iglesia afirma que Filón no escribió sobre Jesucristo porque su figura no le interesaba. Y sin embargo el evangelio dice que la fama de Jesucristo traspasó las fronteras. ¿No interesaba una persona que curaba a los enfermos y resucitaba a los muertos y sí que interesaban las figuras de ladrones y asesinos? Filón no escribió sobre Jesucristo sencillamente porque no se enteró de su existencia. Ya es raro que un historiador como Filón no se enterase de que existía Jesucristo, de quien se dice que era contemporáneo suyo. ¿Y por qué no se enteró de su existencia? Dejamos la respuesta para más adelante.

    Otro historiador judío, Flavio Josefo, del siglo I, aunque posterior a Jesucristo, fue destinado como comandante a las tierras de Galilea. Josefo lista cuarenta y cinco poblaciones de Galilea y no menciona a Nazareth. La Iglesia dice que Nazareth no era importante y por eso Josefo no la menciona en su obra. Sin embargo el evangelio especifica que Nazareth tenía sinagoga. Solamente las poblaciones importantes tenían sinagoga, aunque no todas. Josefo, que era judío, no menciona a Nazareth en su listado y eso que la población tenía sinagoga, según el evangelio. Es decir, que Nazaret era un pueblo importante, pero Josefo no lo menciona. ¿Por qué? Sencillamente porque Josefo no estaba enterado de la existencia de Nazareth. ¿Y por qué no? También dejamos la respuesta para más adelante.

    Josefo escribe además que los romanos masacraron a los varones de Jafa, una importante ciudad de Galilea. Esto sucedió en el año 67, según la Historia. Los muertos, que fueron muchos, se transportaron en carretas hasta el cementerio de Jafa, que estaba a poco más de un kilómetro y medio hacia el norte, en una llanura al pie de una colina.

    El Talmud judío del siglo II tampoco relaciona a Nazareth entre las sesenta y tres poblaciones de Galilea entonces existentes. Raro es que los escritores judíos no relacionen una población con sinagoga, que para cualquier judío es importante. Tampoco aparece Nazareth en el llamado Itinerario burdigalense, un mapa del año 333 que muestra el recorrido que los fieles debían hacer por Tierra Santa. Siendo Nazareth un pueblo que figura en los evangelios, no se entiende cómo no aparece su nombre en el recorrido que debían efectuar los fieles por Tierra Santa dos siglos después del tiempo en que se supone que se escribieron los evangelios. (Continúa en la parte 2).