miércoles, 31 de julio de 2019

Del libro BASES DOCTRINALES DE LOS TJ (32)


La pirámide de Russell

    Charles Taze Russell murió en un tren el 31 de Octubre de 1916 y fue enterrado con todos los honores en el United Cemeterie de Pittsburgh (EEUU). Cerca de su tumba se levanta el gran Centro Masónico, que se construyó a finales del siglo XX.
    En 1919 se le erigió a Russell una pirámide de granito junto al sepulcro. Cerca de la cúspide de la pirámide, en los cuatro costados, se dibuja el símbolo masónico de la cruz inserta en una corona, todo ello dentro de otra corona de laurel. Este símbolo figura en las antiguas revistas Watch Tower. El centro y bajo de la pirámide lo ocupa un libro abierto que representa a la Biblia.
    Contados deben de ser los testigos de Jehová que conozcan la existencia de esta singular pirámide levantada en memoria del pastor Russell. El Cuerpo Gobernante le resta importancia al asunto y no se pronuncia al respecto.
    Incluso a día de hoy Russell está siendo arrinconado y se le considera como un precursor al estilo de Juan el Bautista. Y así como Juan no fue cristiano, parece que se quiere dar a entender que Russell no pudo haber sido ungido.

martes, 30 de julio de 2019

Del libro BASES DOCTRINALES DE LOS TJ (31)


No se sabe dónde está enterrado Rutherford

    Murió Rutherford en Beth Sarim el 8 de enero de 1942, no sin antes dejar escrito en el testamento que fuera enterrado en esa finca, mirando hacia el oriente.
    Mientras se tramitaba el permiso de enterramiento en la finca de Beth Sarim, el cadáver de Rutherford permanecía en una nevera de las que utilizaban barras de hielo. A las dos semanas aún no había el municipio dado el permiso correspondiente y el finado continuaba en la nevera. Esto aparece en la revista Consolación de aquellas fechas.
    A finales de abril de 1942, la Watchtower publicó que Rutherford había sido enterrado en el terreno de la antigua radio, en Staten Island. Sin embargo, aunque el terreno continuaba siendo propiedad de la Watchtower, no figuraba en la supuesta tumba lápida alguna que indicara que ahí estaba enterrado Rutherford o cualquiera de los miembros de la junta directiva de la Watchtower fallecidos.
    En ese terreno, junto a la parte de la antigua radio, hay una iglesia metodista y su correspondiente cementerio del siglo XVIII y las inscripciones de las tumbas están casi borradas. Rutherford no pudo ser enterrado en el lugar debido a que la municipalidad no daba permiso para ello.
    El nuevo propietario de Beth Sarim dijo durante una entrevista periodística que Rutherford estaba enterrado en Beth Sarim, justamente debajo del garaje. Esto estaría de acuerdo con los expresos deseos de Rutherford. Y no cabe duda de que los pocos amigos que le quedaban lo sepultaron en secreto en Beth Sarim.
    Sea donde sea que esté enterrado, la cuestión es que no figura lápida alguna de su emplazamiento por parte alguna, al contrario de lo que ocurrió con Russell, que tuvo el entierro de un rey y su tumba aún subsiste en el cementerio de Pittsburgh. Junto al sepulcro se le erigió a Russell, en 1919, una descomunal pirámide de granito, de la que la Watchtower y el Cuerpo Gobernante guardan hoy absoluto silencio y por eso los testigos de Jehová ignoran su existencia.



lunes, 29 de julio de 2019

Del libro BASES DOCTRINALES DE LOS TJ (30)


Las mansiones de Beth Sarim y Beth Shan

    La mayoría de los testigos de Jehová, incluídos ancianos y superintendentes, jamás han oído hablar de Beth Sarim y Beth Shan, a pesar de que algo fue publicado en las revistas ‘Consolación’ (después llamada ‘Despertad’) de los años cuarenta.
    Fueron estas dos lujosas mansiones mandadas construir y habilitar por el presidente de la Watchtower, J. F. Rutherford, en San Diego (California), la primera en 1929 y la segunda en1939. La de Beth Sarim, que significa ‘Casa de los Príncipes’, fue edificada para los patriarcas bíblicos (Abraham, Isaac, Jacob, David, etc.) cuya resurrección se esperaba en el ya pasado año de 1925, pero que Rutherford entendía que resucitarían uno de aquellos años.
    La aportación dineraria, estimada en unos 25.000 dólares y donada por el 27% de los Estudiantes de la Biblia que le eran fieles (el resto, 73%, había desaparecido), fue destinada a la construcción.
    En el garaje tenía preparado Rutherford un Cadillac de 16 cilindros, valorado en unos 6.000 dólares (un utilitario de buen nivel costaba unos 600 dólares). El famoso gánster Al Capone tenía uno idéntico; solamente que Rutherford tenía dos Cadillac: el de Beth Sarim y otro en Nueva York.
    En tanto resucitaban los patriarcas, la mansión de Beth Sarim fue ocupada por Rutherford a partir de 1930 y murió en ella el 8 de enero de 1942, cuando los Estados Unidos se hallaban en plena Segunda Guerra Mundial.
    Cerca de Beth Sarim localizó Rutherford en 1939 el terreno donde habilitó la mansión de Beth Shan (Casa de Seguridad). El acceso al lugar era bastante complicado. El nuevo propietario, que adquirió la finca en 1945, descubrió, durante las obras de allanamiento del terreno, dos búnkeres o refugios antiaéreos totalmente equipados, cuya existencia fue completamente silenciada por la junta directiva de la Watchtower.
    Rutherford creía firmemente que la guerra europea se extendería a los Estados Unidos y por eso mandó construir los refugios, a fin de poder sobrevivir él y unos pocos miembros dirigentes de la Watchtower, pues más no cabían.
    Todo esto sucedía en los años de la Gran Depresión, cuando millones de personas estaban en paro total y literalmente morían de hambre, incluídos los propios Estudiantes de la Biblia. Pero Rutherford no solamente nadaba en la abundancia, sino que durante los años de la Ley Seca importaba whisky de Canadá y publicó en las revistas de la Sociedad que la prohibición de ingerir alcohol dada por el Gobierno era cosa demoniaca.

domingo, 28 de julio de 2019

Del libro BASES DOCTRINALES DE LOS TJ (29)


La gran inserción en el evangelio de Lucas

    Hasta principios del siglo XV, el evangelio de Lucas era el más corto de todos. La Iglesia se obligó a ampliarlo con textos de los evangelios atribuídos a Mateo y a Marcos. Los pasajes añadidos se conocen como ‘la gran inserción’ y comprenden los capítulos y versículos de Lucas 9:51 a 18:14.
    Entre estos textos se insertó la parábola del hijo pródigo, que probablemente se trataba de un cuento de gran antigüedad. Esos textos rellenan el largo viaje que efectuó Jesús de Galilea a Judá. 
    En ese tiempo (principios del siglo XV) la Iglesia aún controlaba los códices neotestamentarios que periódicamente retocaba y ampliaba. Para eso retiraba los antiguos y ponía los nuevos en su lugar. Después de la invención de la imprenta la Iglesia perdió inevitablemente el control sobre los códices. ¿Por qué después de la invención de la imprenta?
    Los códices se escribían a mano, se tenía sumo cuidado de no cometer errores de escritura y llevaba largo tiempo concluirlos. Con el invento de la imprenta, se tenían listos muchos ejemplares impresos en menos de la mitad de tiempo y sin errores de transcripción. De ahí que la Iglesia aceptara la imprenta.
    Sin embargo la Iglesia se pilló los dedos, pues la imprenta permitía hacer muchas más copias y no se podía controlar su destino. El primer libro que salió de la imprenta, en 1459, fue precisamente la Biblia tal como estaba escrita en los códices para mediados del siglo XV. Se habla más que nada de los códices del Nuevo Testamento. La Iglesia, pues, al no controlar los ejemplares de la Biblia realizada en imprenta, dejó de retocar los códices.
    En el siglo XVI los protestantes se separaron de la Iglesia católica y se llevaron la Biblia tal como estaba, ya retocados muchos textos e incluída la gran inserción en el evangelio de Lucas. Los protestantes nada sabían de que el evangelio de Lucas había sido ampliado y creyeron que los textos neotestamentarios venían tal cual desde el siglo I.
    La Biblia, especialmente el Nuevo Testamento, pasó de los primeros protestantes a todos los demás y finalmente se transmitió a los adventistas y de ellos a los Estudiantes Internacionales de la Biblia. De los Estudiantes de la Biblia  pasó a los testigos de Jehová, que en 1961 editaron su propia biblia, adaptando los textos a la doctrina que tenían entonces en vigor.
    Los testigos de Jehová no saben que los textos del Nuevo testamento han sufrido modificaciones a lo largo del tiempo. Y no saben que la Iglesia incluyó la llamada ‘gran inserción’ (Lucas 9:51 a 18:14) en el tercer evangelio. Toman todo el Nuevo Testamento como Palabra de Dios y se apegan literalmente a ella y por ella rigen su vida entera, sometidos a los ancianos y al Cuerpo Gobernante, el cual cambia de vez en cuando las doctrinas, sobre todo cuando no se cumple lo que predica, aduciendo que recibe ‘nueva luz’.
    Tomar la gran inserción de Lucas 9:51 a 18:14 como palabra de Dios y ajustar la vida a esos textos es tanto como ser guiado por un ciego en medio del tráfico. Pero el caso se aplica también al resto del Nuevo Testamento, del que nada se sabe antes del siglo IV.  
    Toda la documentación descansa sobre unos papiros creados entre finales del siglo IV y principios del V, los cuales la Iglesia hizo pasar por documentos de los siglos II y III. Y descansa igualmente sobre las cartas de unos padres apostólicos que son invención de Eusebio de Cesarea.



sábado, 27 de julio de 2019

Del libro BASES DOCTRINALES DE LOS TJ (28)


¿Existió Nazareth en los tiempos de Cristo?

    Relatan los evangelios que Jesucristo vivió en Nazareth hasta la edad de unos treinta años. También dicen los evangelios que Nazareth tenía sinagoga. Si tenía sinagoga, se trataba de una población importante. Solamente las poblaciones importantes tenían sinagoga.
    A un judío jamás se le olvidaría mencionar una ciudad o pueblo con sinagoga. Como los evangelios se aceptan como palabra de Dios, que no puede engañarse ni engañarnos, el hecho de que existió Nazareth en los tiempos de Cristo debería ser cierto. Según los evangelios, el propio Jesucristo era de Nazareth. De hecho le llaman el ‘nazareno’. Ahora bien, cuando se acude a la Historia, nos encontramos con un problema bastante serio.
    El historiador Flavio Josefo, que era judío, se pasó a los romanos y estuvo destinado como comandante en Galilea en los años sesenta del siglo primero. En sus escritos Josefo menciona cuarenta y cinco poblaciones de Galilea, muchas de ellas aldeas insignificantes. Pero no menciona a Nazareth.
    Antes la Iglesia católica aducía que Josefo no menciona a Nazareth porque se trataba de una población sin importancia. Pero dado que Josefo lista pequeñas aldeas y dado que Nazareth tenía sinagoga, según los evangelios, es indudable de que se trataba de una ciudad o pueblo importante. Ahora la Iglesia dice que a Josefo sencillamente se le olvidó mencionar Nazareth. Y la pregunta es: ¿Cómo pudo un historiador judío olvidarse de Nazareth, que tenía sinagoga, y no se olvidó de mencionar aldeas que apenas eran conocidas?
    Hacia mediados del siglo II se escribió el primer Talmud judío. Los escritores judíos del Talmud listan sesenta y tres poblaciones de Galilea, que se supone que eran todas las que entonces existían; pero no menciona a Nazareth. La Iglesia aduce que a los escritores del Talmud se les olvidó mencionar a Nazareth. La pregunta es: ¿Cómo los judíos que escribieron el Talmud pudieron olvidarse de mencionar una ciudad que tenía sinagoga?
    Del año 333 se conserva un mapa de Tierra Santa conocido como el ‘Itinerario burdigalense’. En él figuran las poblaciones que el peregrino debía recorrer en su visita a Tierra Santa. La ruta parte de Belén, pasa por Jerusalén, continúa hacia el norte, sigue por el oeste y baja al sur. En el  mapa aparecen conocidas poblaciones bíblicas… pero no figura Nazareth.
    ¿Cómo es posible que en este imprescindible itinerario del año 333 no aparezca Nazareth, que según los evangelios, era la ciudad donde Jesucristo pasó su infancia, adolescencia y juventud? ¿Es que no aparecía Nazareth en los evangelios de ese tiempo?
    Para el año 333 Eusebio de Cesarea ya había escrito (o a punto estaba de terminar) los cincuenta códices del Nuevo Testamento que le encargó el emperador Constantino. Si en el Itinerario burdigalense no figura Nazareth, ¿pudiera deberse a que, efectivamente, no se mencionara a Nazareth en los códices evangélicos de Eusebio de Cesarea? Porque es evidente que, si los códices mencionasen a Nazareth, esta población sí que figuraría en el famoso itinerario.
    La cuestión es que ningún historiador de los tres primeros siglos  hace mención de Nazareth. Eusebio de Cesarea, del primer tercio del siglo IV, que cita de muchos pasajes evangélicos en sus escritos, nada indica sobre Nazareth. ¿Es que no existía Nazareth en tiempos de Eusebio? ¿O sí existía y Eusebio, que escribió los códices evangélicos, no se enteró de su existencia?   
    Volvamos a Josefo, quien escribe que en el año que en nuestro cómputo corresponde al 67, los romanos masacraron a los varones de la ciudad de Jafa. Muchos fueron los muertos, los cuales fueron enterrados a un kilómetro y medio hacia el norte, en una llanura al pie de una pequeña colina. Aquello era el cementerio de Jafa.
    En el año 70 los romanos destruyeron Jerusalén, mataron a muchos judíos y se llevaron cautivos a otros. Hubo familias que abandonaron la ciudad antes de que llegase el ejército romano. Con el tiempo esas familias volvieron a Jerusalén y la reconstruyeron. Pero en el año 135 una nueva revuelta de los hierosolimitanos causó que los romanos volvieran a destruir la ciudad, ocasionando numerosas muertes.
    Como ocurrió en el año 70, en el año 135 hubo familias que salieron de Jerusalén antes de que el ejército romano la sitiase. Entre estas familias se hallaba una que era sacerdotal. Probablemente el cabeza de familia pertenecía a la decimoctava división de los sacerdotes.  
    Esta familia sacerdotal que huyó de Jerusalén en el año 135 se  dirigió a Galilea y se instaló en la falda de la colina a cuyo pie estaba la llanura que constituía el cementerio de Jafa.
    Con el tiempo se fueron casando los hijos y los nietos y muchos se quedaron a vivir en la falda de la colina, por lo que construían nuevas casas. Después de mediados del siglo III se obligaron a construir una sinagoga, dado el crecido número de habitantes.
    Así pues, se formó un importante núcleo poblacional con su sinagoga en la falda de aquella colina. ¿Qué nombre tenía esta creciente población? ¡Nazareth!
    La población de Nazareth comenzó su andadura después del año 135, cuando una familia sacerdotal de Jerusalén se instaló en la ladera de la colina a cuyo pie estaba el cementerio de Jafa. 
    Esto significa que Nazareth no existía en los tiempos de Cristo, a pesar de que los evangelios hablan de que Jesús vivió largos año en Nazareth. La pregunta es obvia: ¿Cuándo se insertó Nazareth en los evangelios? La inserción tuvo que efectuarse a finales del siglo IV, cuando Jerónimo tradujo al latín uno de los códices en griego de Eusebio.
    Jerónimo desconocía que Nazareth vino a la existencia a partir del siglo II y, como tenía sinagoga, pensó que la población existía desde siglos atrás antes de Cristo. Si Jerónimo hubiera sabido que Nazareth era reciente, nada hubiera escrito sobre Nazareth.
    Es probable que Jerónimo confundiera la expresión ‘nazareno’, que significa ‘dedicado a Dios’, con el nombre dado a los habitantes de Nazareth y por eso creyera que Jesucristo era de Nazareth. De todas maneras Jerónimo añadió buena parte de su cosecha a los evangelios y casi con seguridad fue él quien añadió a los evangelios los dos primeros capítulos de Mateo y Lucas, que hablan del nacimiento de Jesús, así como muchos de los textos de la resurrección del que dio en llamar ‘nazareno’.




viernes, 26 de julio de 2019

Del libro BASES DOCTRINALES DE LOS TJ (27)


La Vulgata latina de Jerónimo

    Algo comprometedor debían de contener los códices del Nuevo testamento escritos en griego por Eusebio de Cesarea para que en los años ochenta del siglo IV el obispo Dámaso de Roma le encargase a Jerónimo de Estridón que vertiese todo aquello al latín.
    Jerónimo emprendió la tarea y se basó en uno de los códices en griego de Eusebio y en las traducciones latinas (Vetus latina) que existían de esos códices y que mejor le parecieron a Jerónimo. No se basó el de Estridón en papiros neotestamentarios de los siglos II y III porque no existían en su tiempo. De haber existido, se los hubiera proporcionado el obispo de Roma.
    Jerónimo no solamente tradujo el códice de Eusebio, sino que, por orden del obispo que le encargaba el trabajo, añadió los pasajes del nacimiento y resurrección de Cristo. Con el tiempo la Iglesia fue ampliando los textos y añadiendo nuevos pasajes a los evangelios y cartas apostólicas.
    La Iglesia controlaba los códices y, cuando precisaba realizar ampliaciones en los evangelios, rehacía los códices y retiraba los viejos. Alguno se escapó de este trasiego, como fue el códice Sinaíticus, descubierto a mediados del siglo XIX en el Monasterio de Santa Catalina del Monte Sión. Tan diferente es este códice de todos los demás, que los críticos dicen que no puede ser auténtico. Pero el estudio del mismo arrojó que fue compuesto, como muy tarde,  a mediados del siglo IV y se cree que es uno de los cincuenta códices que escribió Eusebio.
    Los rayos ultravioletas han detectado miles y miles de borrones en el códice Sinaíticus y en su lugar se han escrito textos que corresponden a la Vulgata latina de Jerónimo. ¿Cómo puede contener textos de finales del siglo IV un códice que fue escrito antes de mediados de ese siglo?
    De la versión latina de Jerónimo realizó la Iglesia los papiros correspondientes, traducidos del latín al griego con caligrafía de estilo antiguo y, hacia finales del siglo IV o principios del V, los hizo pasar como trabajos de los siglos II y III. Un examen imparcial de las tintas revelaría que los papiros no son anteriores al siglo IV. Esos papiros son en realidad traducciones del latín al griego de la Vulgata de Jerónimo.
    Al códice Sinaíticus se le han añadido páginas anteriores y posteriores al cuerpo central de los evangelios, probablemente en el siglo VI ó VII, para adaptarlo a la Vulgata de Jerónimo. Después ese códice se perdió y apareció en el siglo XIX.
     

jueves, 25 de julio de 2019

Del libro BASES DOCTRINALES DE LOS TJ (26)


¿Quiénes fueron los escritores de los evangelios?

    Por tradición de la Iglesia católica se atribuye la autoría de los evangelios a Mateo, Marcos, Lucas y Juan. El primero y el último figurarían en los evangelios como apóstoles de Jesucristo.
    Esta autoría aparece en los escritos de Eusebio de Cesarea, quien pone en boca de los padres apostólicos que Mateo, Marcos, Lucas y Juan fueron los escritores de los evangelios.
    Eusebio escribió la ‘Historia eclesiástica’, en la que incluye a los llamados padres apostólicos. La Historia seglar no da razón de la existencia de estos padres, salvo de Tertuliano y Orígenes, a quienes Eusebio presenta como padres de la Iglesia, pero que no lo fueron. Eusebio añade a los escritos de aquellos innumerables renglones que son obra del propio Eusebio. Tertuliano y Orígenes ni se enteraron de que eran padres de la Iglesia.
    Los padres de la Iglesia son creación de la mente de Eusebio y jamás existieron. Lo que Eusebio pretendía es querer demostrar que los obispos de la Iglesia eran los sucesores de los apóstoles. Sin embargo el episcopado fue fundado por el emperador Constantino en el año 312, y en el 313 Constantino mantuvo su primera reunión con ellos en la ciudad de Arelate (Hoy Arlés, Francia).   
    Más adelante Constantino le encargó a Eusebio que escribiera cincuenta códices del Nuevo Testamento, cuya mayoría iba destinada a estos obispos, que no sabían quién fue Jesucristo ni quiénes los apóstoles. En tiempos de Eusebio no existían papiros de los evangelios. No está claro de dónde pudo Eusebio haber sacado la información de los evangelios, si no había escritos de los tales y los primeros códices fueron los que él escribió.
    La autoría de los evangelios a los escritores que tradicionalmente conocemos es, pues, invención de Eusebio de Cesarea, quien escribió varias obras para hacer creer que la Iglesia católica que se gestaba en la segunda y tercera década del siglo IV era la sucesora de los apóstoles de Cristo.
    Los escritores de los evangelios no fueron Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Se ignora quiénes pudieron ser, aunque la iglesia les atribuye la autoría a los precitados y esa autoría fue aceptada por los protestantes y, en último término, por los testigos de Jehová.




miércoles, 24 de julio de 2019

Del libro BASES DOCTRINALES DE LOS TJ (25)


¿Dónde está la gran muchedumbre?

    Según el Apocalipsis, la gran muchedumbre sale de la gran tribulación. Y dado que la gran tribulación no ha comenzado todavía, es evidente que aún no existe la gran muchedumbre del Apocalipsis. Comenzará a existir después de la gran tribulación.
    Apocalipsis 7:15 dice que esta gran muchedumbre está de pie en el templo de Dios. La pregunta es obvia: ¿dónde está el templo de Dios? La Biblia no dice que el templo está en la tierra. Tampoco dice que la gran muchedumbre está en uno de los patios del templo.  
    Antes la Watchtower y el Cuerpo Gobernante de los testigos de Jehová decían que la gran muchedumbre estaba en el patio de los gentiles. Pero los gentiles no son amigos de la adoración verdadera. Por tanto la gran muchedumbre, que sí es amiga de la adoración verdadera, no puede estar en el patio de los gentiles. Tampoco está en el patio de los sacerdotes ni en el de los judíos, porque éstos han sido asimilados a los ungidos.
    ¿Dónde está realmente la gran muchedumbre? Apocalipsis contesta que en el templo de Dios. ¿Y qué es el templo y dónde está? Para ello no hay más remedio que acudir a la Traducción Interlinear de la Watchtower que los testigos de Jehová han usado durante décadas.
    En la escritura griega de esta Traducción aparece la palabra ‘naos’ que el comité de traducción de los testigos de Jehová vierte como ‘templo’. Pero en griego la palabra ‘naos’ se refiere exclusivamente al santuario del templo, es decir, al lugar del Santo y el Santísimo, al cual solamente podían entrar los sacerdotes y los levitas, pero no el pueblo.
    En la Traducción Interlinear de la Watchtower la palabra griega ‘naos’ se traduce como ‘habitación divina’. Sin embargo en la Biblia actual producida por los testigos de Jehová la palabra ‘naos’ se traduce por ‘templo’ en Apocalipsis 7:15. El lector queda despistado y no sabe en qué parte del templo está la gran muchedumbre. Por la Traducción Interlineal sabemos que la gran muchedumbre está en el ‘naos’ o santuario del templo. ¿Y dónde está el santuario del templo, en el cielo o en la tierra?
    Apocalipsis 14:17 dice textualmente que el ‘naos’ o santuario del templo está en el cielo. Por tanto ya sabemos que el santuario en el que se halla la gran muchedumbre está en el cielo y no en la tierra. En Apocalipsis 14:17 el comité de traducción de los testigos de Jehová vierte correctamente la palabra griega ‘naos’ como ‘santuario del templo’.
    ¿Por qué en Apocalipsis 7:15 la palabra ‘naos’ no la vierte como ‘santuario del templo’, sino simplemente como ‘templo’? Porque el lector entendería que el templo está en el cielo y por tanto la gran muchedumbre estaría en el cielo y no en la tierra.
    ¿Por qué dice la Biblia que la gran muchedumbre está en el cielo y no en la tierra? Por la sencilla razón de que la gran muchedumbre es otro nombre para los 144.000, los cuales son el número simbólico de los que componen el pueblo de Dios. Dado que las tribus mencionadas en Apocalipsis son simbólicas y no literales, su número es por fuerza simbólico.
    Ya el mismo libro de Apocalipsis en su principio dice que la visión se le da a Juan en señales o símbolos. El Apocalipsis, por tanto, es un relato simbólico y no literal. Por eso no tiene razón de ser el que los 144.000 sean un número literal. Y cuando habla del Armagedón, éste es igualmente simbólico. La palabra Armagedón solamente aparece en el Apocalipsis.
    Rutherford, que apenas leía la Biblia, se adelantó presuntuosamente al decir que la gran muchedumbre había aparecido en 1935. No cayó en la cuenta de que la Biblia dice que la gran muchedumbre sale de la gran tribulación. Pero, como estaba en el error de creer que los 144.000 y la gran muchedumbre eran dos grupos distintos y esos 144.00 pronto iban a ser superados, separó de ellos a los que pensaba que eran la gran muchedumbre.
    Así que, según la Biblia, la gran muchedumbre está en el ‘naos’ o santuario del templo y este santuario está en el cielo y no en la tierra.


martes, 23 de julio de 2019

Del libro BASES DOCTRINALES DE LOS TJ (24)


La gran muchedumbre son los 144.000

    En el Apocalipsis aparece la expresión ‘gran muchedumbre’. Los testigos de Jehová creen y enseñan que se trata de un grupo diferente de los 144.000, un grupo multitudinario que habrá de vivir para siempre en la Tierra convertida en un paraíso, mientras los 144.000 van al cielo a reinar con Cristo.
    Dado que el Apocalipsis es un relato simbólico, la gran muchedumbre, al igual que los 144.000, también es simbólica. Nada tiene que ver con las ‘otras ovejas’ mencionadas en el evangelio de Juan. Jesucristo se refería a los gentiles al hablar de las otras ovejas.
    Por otro lado, según el Apocalipsis, la gran muchedumbre es la que sale de la gran tribulación. Puesto que la gran tribulación aún no ha acontecido, es evidente que la gran muchedumbre todavía no ha aparecido.
    El nombre de gran muchedumbre fue impuesto arbitrariamente por Joseph F. Rutherford, el segundo presidente de la Watchtower, a los denominados testigos de Jehová que él suponía que no habrían de ir al cielo, pues en ese caso excederían de los 144.000.
    Es de advertir que los de la gran muchedumbre no eran considerados como testigos de Jehová a partir de entonces. Con el tiempo fueron asimilados a los testigos de Jehová, que únicamente lo eran los ungidos o pertenecientes al grupo de los 144.000. Hoy día, por extensión, la Watchtower llama a todos testigos de Jehová.
    A la gran muchedumbre la sitúa el Apocalipsis en el cielo, delante del trono de Jehová, al igual que sitúa en el cielo a los 144.000. No dice que la gran muchedumbre vive eternamente en la Tierra.
    Gran muchedumbre y 144.000 son el mismo grupo con diferentes nombres. Los 144.000 representan la totalidad del pueblo de Israel, mientras que la gran muchedumbre es el número incalculable de los componentes de ese pueblo.
   El Apocalipsis especifica que los ángeles están reteniendo los vientos de la gran tribulación mientras son sellados los que pertenecen a las tribus de Israel. Después de estas cosas, es decir, después de que fueron soltados los vientos de la gran tribulación y entran en ella los sellados o los 144.000, sale de esa gran tribulación la gran muchedumbre, que no son otra cosa que los 144.000 con otro nombre. Esta gran muchedumbre dice el relato que está en la presencia celestial del propio Jehová, en el cielo, que es donde se halla su trono.


lunes, 22 de julio de 2019

Del libro BASES DOCTRINALES DE LOS TJ (23)


La doctrina de los 144.000 no es
esencial para el cristiano

    El Cuerpo Gobernante de los testigos de Jehová mantiene que 144.000 personas irán al cielo a reinar con Cristo. El número de los 144.000 solamente aparece en el Apocalipsis, el último libro acoplado a la Biblia. Se enseña que el Apocalipsis fue escrito a finales del siglo I.
    Ni Jesucristo ni los apóstoles ni los primeros cristianos conocieron la doctrina de los 144.000 ungidos de los que se dice que van al cielo a reinar.
    Al despedirse de los suyos, Jesucristo dijo que ‘enseñasen a otros lo que él había mandado’. Y la doctrina de los 144.000 no la mandó enseñar. Los apóstoles tampoco la enseñaron. Ni siquiera aparece en las cartas atribuídas a Pablo, Pedro, Santiago y Juan.
    Y puesto que esa doctrina surgió, según se hace creer, a finales del siglo I, es evidente que no era doctrina esencial para los cristianos. De ser esencial, Jesucristo la hubiera mandado enseñar. La realidad es que la doctrina aparece en el siglo IV, que es cuando realmente se escribió el Apocalipsis.

domingo, 21 de julio de 2019

Del libro BASES DOCTRINALES DE LOS TJ (22)


El Armagedón es simbólico

    La palabra Armagedón solamente aparece en el libro bíblico de Apocalipsis. En el comienzo del libro se indica que todo lo escrito en él es simbólico, pues el ángel que le dio la revelación a Juan, el escritor del libro (aunque no se dice que este Juan sea el apóstol del mismo nombre), le mostró todo ello en señales o símbolos.
    Por esa razón, porque se trata de un libro simbólico, el Armagedón al que se alude también es simbólico, al igual que lo es el grupo de los 144.000 y la gran muchedumbre de los que habla el relato. Nada puede tomarse en sentido literal porque todo el relato es alegórico.
    Ya la relación de las doce tribus de Israel en el Apocalipsis no es correcta. Y no lo es, no porque el escritor quisiera plasmarlo así, sino porque se equivocó al nombrarlas. Se olvidó de la tribu de Dan y mencionó la tribu de José, la cual mucho tiempo atrás había desaparecido como tal y en su lugar surgieron las tribus de Efraín y Manasés, con lo que las tribus de Israel eran en realidad trece y no doce.
    Es evidente que el escritor del Apocalipsis no era judío. El apóstol Juan, a quien la Iglesia atribuye el escrito, no era judío. Era galileo. Pero él no fue el escritor de este libro.
    El libro de Apocalipsis fue definitivamente incluído en el Canon bíblico por la Iglesia católica a finales del siglo IV. Se sospecha que fue escrito por Eusebio de Cesarea antes del año 325 y la Iglesia, entre finales del siglo IV y principios del V, fabricó papiros que hizo pasar como escritos en los siglos II y III.
    De ahí que los creyentes acepten el Apocalipsis como escrito a finales del siglo I. De todas maneras, si se dice que fue escrito a finales del siglo I, los cristianos anteriores no conocieron tal escrito y por tanto no pudo ser doctrina esencial para aquellos cristianos primitivos.
    Los testigos de Jehová y las iglesias en general creen que el Armagedón es lo mismo que el final del sistema mundial, aunque los evangelios no mencionan la palabra Armagedón. Esta creencia no es más que una aceptación tradicional eclesiástica, al igual que el libro de Apocalipsis se acepta por tradición eclesiástica.
    Dado que el Apocalipsis es un libro simbólico, todo lo que en él aparece también es simbólico. Y dado que en el libro aparece el nombre de Armagedón, tal armagedón es evidentemente simbólico.




sábado, 20 de julio de 2019

Del libro BASES DOCTRINALES DE LOS TJ (21)


La generación que no pasaría

    Durante décadas los testigos de Jehová predicaban como verdad bíblica que la generación de 1914 no desaparecería sin que llegara el Armagedón o fin del actual sistema mundial. Quien no aceptara esto era expulsado de la congregación por apóstata.
    El Cuerpo Gobernante cambió esta que se consideraba una verdad bíblica y hoy día ha de aceptarse que la generación está compuesta por dos grupos de ungidos, el primero de los cuales estaba vivo en 1914 y traslapa al segundo grupo.
    Antes de llegar a este entendimiento, el Cuerpo Gobernante enseñó durante cerca de una década que la generación la componían los inicuos que no aceptaban el reino de Dios ni la predicación de los testigos de Jehová.
    De esta manera se alarga el tiempo de aparición del Armagedón. Pero llegará un momento en que será necesario incluir un tercer grupo de ungidos traslapados por el segundo grupo, debido a que el Armagedón no viene cuando se anuncia. Más adelante se incluirán otros grupos.
    Todo ello se debe a la creencia de que el año 1914 fue el del final de los 2.520 años y comienzo del reinado de Jesucristo, aunque los Estudiantes de la Biblia de 1914 creían que Jesucristo había sido hecho rey en 1874. Todo está basado en la creencia de que los judaítas que Nabucodonosor se llevó al destierro en el año 18-19 de su reinado, cuando destruyó Jerusalén, estuvieron 70 años en Babilonia. O que Jerusalén estuvo desolada por 70 años tras el arrasamiento de la ciudad por Nabucodonosor en su año 18-19 de reinado.
    Sobre la creencia de esos 70 años se basan las fechas 607 a.e.c., 537 a.e.c. (ambas establecidas en 1943) y 1914. Pero resulta que esos judaítas no estuvieron 70 años desterrados, pues está demostrado por las ciencias de la Historia, la Arqueología y la Astronomía que Nabucodonosor subió al trono en el año 605 a.e.c. y su año 18-19 fue el 587 a.e.c. y no el 607 a.e.c. Por lo tanto la base de los 70 años sobre la que se apoyan los testigos de Jehová es totalmente incorrecta.





viernes, 19 de julio de 2019

Del libro BASES DOCTRINALES DE LOS TJ (20)



La verdad sobre el año 1975

    Hoy día los testigos de Jehová, ancianos y superintendentes incluídos, niegan que la directiva de la Watchtower considerara el año 1975 como el del Armagedón. Pero el Testigo que en los años previos a 1975 no aceptara que el Armagedón era inminente en ese año, estaba mal mirado y se le consideraba un apóstata engreído.
    El libro ‘Vida eterna en libertad de los hijos de Dios’, escrito íntegramente por el vicepresidente y teólogo único de la Sociedad Watchtower, así lo dejaba entrever e incluso publicó una cronología en la que 1975 era el año final del sistema mundial, advirtiendo de que en tal año se cumplían 6.000 años de la creación del hombre. Eso significaba que comenzaba el milenio del que habla el libro bíblico de Apocalipsis y ese milenio no podía hacerse realidad sin primero venir el Armagedón.
    Todos los Testigos predicaban que el fin del sistema mundial venía en 1975 y daría paso al Paraíso en la Tierra. Todos daban esto por hecho y muchos abandonaron sus trabajos para dedicarse a predicar todo el día. Otros vendieron sus propiedades. La hoja del Ministerio de Septiembre de 1974 alababa este proceder, como puede leerse bajo el epígrafe ‘¿Cómo está usted usando su vida?’, que decía:
    ‘Hay informes de hermanos que están vendiendo sus hogares y propiedades y están haciendo planes para terminar el resto de sus días en este viejo sistema en el servicio de precursor. Ciertamente esa es una excelente manera de usar el corto tiempo que queda antes del fin de este mundo inicuo’.
    Ya en la hoja de ‘Nuestro ministerio del reino’ de junio de 1969 se insertaba lo siguiente: ‘En vista del poco tiempo que queda, la decisión de seguir una carrera en este sistema de cosas no sólo es imprudente sino extremadamente peligroso’.
    Y en la ¡Despertad! del 22 de agosto de 1969 se leía:
    ‘Si tú, lector, eres persona joven, también tienes que enfrentarte al hecho de que nunca envejecerás en este presente sistema de cosas. ¿Por qué no? Porque toda la evidencia en cumplimiento de las profecías bíblicas indica que este sistema corrompido habrá de terminar en unos cuantos años. De la generación que observó el principio de los últimos días en 1914, Jesús predijo: De ningún modo pasará esta generación hasta que sucedan todas esas cosas.
    Por lo tanto, como persona joven, nunca realizarás alguna carrera que ofrezca este sistema. Si estás en la secundaria y piensas en una educación universitaria, esto significa por lo menos cuatro, quizás hasta seis u ocho años más para que obtengas tu título de una carrera especializada. Pero, ¿dónde estará este sistema de cosas para ese tiempo? ¡Estará bien avanzado hacia su fin, si es que no habrá desaparecido en realidad!’
    Transcurrió el año 1975 y el fin tan esperado no vino. Miles y miles de Testigos abandonaron las filas y otros muchos que estaban estudiando no se bautizaron jamás y dejaron el estudio. El Cuerpo Gobernante, que había sido creado en 1971, culpó a la generalidad de los Testigos de actuar como si el Armagedón tuviera que llegar en 1975. Hasta 1980 no admitió cierta culpa, muy poca, por haber hecho creer que el fin era seguro para 1975.
    Con todo, se esperaba que el fin llegara antes de concluir el año 2000 y esto, aunque no se anunciaba oficialmente, se daba por seguro. Ancianos y superintendentes estaban en la creencia de que el Armagedón llegaba antes del año 2000.   
    Muchos Testigos no aceptaban esta creencia y no pocos que así lo declaraban fueron expulsados por fomentar entre los hermanos un punto de vista supuestamente no acorde con las creencias bíblicas. Pasado el año 2000, el Cuerpo Gobernante no dio explicación alguna sobre el tema y procuró tapar en las publicaciones de atrás cuanto al respecto había dejado caer.



jueves, 18 de julio de 2019

Del libro BASES DOCTRINALES DE LOS TJ (19)


El Armagedón se esperaba para
antes de terminar el siglo XX

    En La Atalaya del 1 de Enero de 1989 se lee lo siguiente:   ‘El apóstol Pablo iba a la vanguardia de la actividad misional cristiana. También estaba colocando los cimientos para una obra que se completaría en nuestro siglo XX’. Completarse la obra de predicación significaba que el Armagedón o fin del sistema mundial venía sin falta.
    Esto es lo que se leía en las atalayas sueltas; pero en los tomos encuadernados y en los CD ese texto fue suprimido y en su lugar se lee que ‘la obra de predicación concluirá en nuestros tiempos’.
    De igual manera, en el libro ‘Las naciones sabrán’, página 216, se lee: ‘En breve, dentro de nuestro siglo veinte, empezará la batalla en el día de Jehová’.
    Muchos ancianos, sobre todo los nuevos y más jóvenes, niegan que se esperase el Armagedón para antes de que finalizara el siglo XX. Lo cierto es que hubo no pocas expulsiones de Testigos que abiertamente declaraban que no venía el Armagedón para antes de que terminase el siglo XX.
    Oficialmente poco se publicó al respecto; pero se hacía circular la creencia de boca en boca y se tomaba acción severa contra quien lo negara.
    La creencia de que el Armagedón tendría lugar antes de finalizar el siglo XX se debía a que la doctrina oficial aseguraba que en 1914 había comenzado el tiempo del fin y Jesucristo había sido nombrado rey en ese año. Se esperaba el tiempo de una generación, 70 u 80 años, para que el Armagedón fuese efectivo.
    Transcurrido ese tiempo y observando que tal generación ya había pasado, se cambió el concepto o entendimiento de la generación de la que hablaba Jesucristo, a fin de ganar tiempo. Hay superintendentes y ancianos que creen firmemente que Jesucristo se refirió únicamente a la generación de su tiempo, que fue la que vio la destrucción de Jerusalén por los romanos.
    La creencia de que antes del año 2000 venía el Armagedón quedó del todo silenciada y los nuevos testigos de Jehová nada o poco saben del asunto.
        

miércoles, 17 de julio de 2019

Del libro BASES DOCTRINALES DE LOS TJ (18)


1914 es el año en que concluyeron
los 2.520 años

    El escrutador bíblico Edward Bishop Elliott había publicado en 1844, en su obra ‘Horas del Apocalipsis’, que los 2.520 años de los siete tiempos de Daniel transcurrían del 606 a.e.c. a 1914, aunque se equivocó en el cómputo en un año de menos y, en lugar de 2.520, contabilizó 2.5l9 años.
    Esta deficiencia fue tratada de corregir en 1943, cuando la gerencia de la sociedad mercantil Watchtower adelantó la fecha del 606 al 607 a.e.c., por lo que a partir de 1943 los testigos de Jehová predicaban y enseñaban que el reino de Jehová en Jerusalén había sido interrumpido en el año 607 a.e.c. y fue restablecido en 1914, es decir, 2.520 años solares más tarde.
    Llegó el año 1914 y los Estudiantes de la Biblia esperaban que en 1914 vendría el Armagedón y sería establecido el Paraíso en la Tierra, que era lo que entonces predicaban, tal como Russell, que recibió fechas, tiempos y doctrinas del adventista Barbour, les había enseñado.
    Pasó 1914 y no vino el Armagedón ni el Paraíso fue establecido en la Tierra, por lo que hubo gran decepción entre los Estudiantes de la Biblia, muchos de los cuales abandonaron la organización.
    En 1943 se implantó que lo ocurrido en 1914 fue que Jesucristo había sido hecho rey en el cielo y fue anulada la fecha de 1874 como año del inicio del reinado de Cristo. Posteriormente se enseñó que el Armagedón vendría en el tiempo de una generación, a partir de cierta edad (unos 12 a 15 años) de los que vivían en 1914.
    Dado que la generación (70 a 80 años) de 1914 ya pasó, el Cuerpo Gobernante cambió el concepto y estableció que la generación era el conjunto de los inicuos que no aceptaban el reinado de Jesucristo. Menos de una década después el Cuerpo Gobernante comenzó a enseñar que la generación son dos grupos de ungidos, el primero de los cuales traslapa al segundo.
    Con tales cambios se perdió el punto de vista de que 1914 era el año en que finalizaban los 2.520 años de reinado de los gentiles en la Tierra o los 2.520 años en que el trono de Jehová no estaba sobre Jerusalén. La enseñanza era que en 1914 se restablecía el trono de Jehová en la Tierra, tras 2.520 años de interrupción, esta vez en la persona de su hijo Cristo Jesús.
    Pero llegó 1914 y no fue restablecido el trono de Jehová en la Tierra. Por lo tanto el Cuerpo Gobernante cambió el entendimiento y enseña hoy que el trono de Jehová mediante la representación de Cristo Jesús como rey fue establecido en el cielo en 1914, lo  cual no está de acuerdo con la Biblia, pues Jehová ya tiene su trono para siempre en el cielo y Jesucristo ya tenía toda la autoridad sobre la tierra y el cielo (toda la autoridad es autoridad de rey) cuando ascendió al cielo en el año 33 de nuestra era.
    Según la doctrina del Cuerpo Gobernante, en 1914 tendría Jehová que haber restablecido su trono en la Tierra, al  finalizar los 2.520 años de los siete tiempos de Daniel, que son considerados por los Testigos como los tiempos de los gentiles. Lo que ocurrió en 1914 fue el estallido de la Gran Guerra, que nadie esperaba.
    Han pasado más de cien años desde 1914 y el trono de Jehová no ha sido restablecido en la Tierra después de los famosos 2.520 años.