jueves, 16 de marzo de 2017

La verdad de los años 607-537 a.C. y 1914 (CAPITULO XVI)


(Continuación de los capítulos del libro...)
 
 
XVI
 
Resumen de los fundamentos doctrinales

de los testigos de Jehová (1)

 

 

    1.- Los 2.520 años de los siete tiempos del profeta Daniel.

    En 1823 el escrutador bíblico John Aquila Brown publicó su obra ‘El Atardecer’. En ella exponía que los siete tiempos del profeta Daniel duraban 2.520 años, siendo Brown el primer autor en dar a conocer tal número de años. Hasta entonces y desde la Edad Media, en que algunos judíos estimaban un lapso de 1.260 años para la primera venida del Mesías, la supuesta duración de los siete tiempos de Daniel se calculaba en la mitad de los 2.520 años. Tanto los judíos como ahora Brown se basaban en la ciencia esotérica de la numerología para tales cálculos, ya que se trata de elucubraciones mentales ajenas a la propia Biblia.

    Brown duplicó los 1.260 años que por lo general se daba en sus días a la duración de los siete tiempos de Daniel. La duplicación se basó en que se suponía que Nabucodonosor había pasado siete años en estado de locura, fuera del trono, y comiendo hierba en el campo. Los siete años se consideraban ‘proféticos’ de 360 días cada uno. De ahí que su duración fuese de 2.520 días (360 x 7).

    Estos 2.520 días los elevó Brown a años en la creencia de que la Biblia daba una regla de medir de un año por día, algo que ya hacían los antiguos judíos. En ninguna parte menciona la Biblia que ciertos días supongan tiempos proféticos de un año por día ni que haya que estimar un año por cada día de castigo dado a los israelitas. Todo el cálculo es especulación mental de ciertos individuos que se sentían superiores a sus congéneres porque creían saber de la Biblia más que ellos.

    Brown, pues, elevó los 2.520 días a 2.520 años; pero en lugar de aplicar años ‘proféticos’ de 360 días, con los que había empezado a operar, aplicó años solares de 365,25 días. Por tal razón, iniciando la aplicación en el 604 a.e.c., a la sazón el año primero de reinado de Nabucodonosor, calculó que esos 2.520 años terminaban en 1917, año en que, a su decir, brillaría la gloria de Israel. Casualmente el ejército inglés liberó a Jerusalén de los turcos en diciembre de aquel año y la cuenta profética de Brown fue tomada en serio por muchos especuladores bíblicos, que a partir de entonces dieron rienda suelta a sus fantasías numéricas. 

    Así, pues, Brown se equivocó al aplicar años solares de 365,25 días a la cuenta de 2.520 años que constituían años ‘proféticos’ de 360 días. Para ser objetivo, Brown debió haber elevado los supuestos 2.520 días de Nabucodonosor a años de 360 días y así hubiera llegado a 1881 como año final de la cuenta, en que se suponía que habría de aparecer Cristo por segunda vez.

    2.- Las fechas 606 y 536 a.e.c.

    Hasta principios del siglo XIX, los historiadores concluían, creyendo basarse en la interpretación de los textos del astrónomo Tolomeo, que Babilonia había caído en el 536 a.e.c. y que en ese preciso año comenzó el reinado de Ciro como rey de Babilonia. Como el imperio babilonio había durado 70 años desde que Nabopolasar, padre de Nabucodonosor, conquistó el último reducto de Asiria, la ciudad de Harrán, los historiadores aplicaron retrospectivamente esos 70 años al 536 a.e.c. y así llegaron al 606 a.e.c. como año de la toma de Harrán y definitiva anexión de Asiria. Los asirios, al frente del rey Asurubalit II, se atrincheraron en Harrán, lo que motivó que Nabopolasar subiera con sus tropas hasta aquella ciudad.

    En un tiempo no precisado anterior a 1823, los historiadores corrigieron las fechas 606 y 536 a.e.c., basándose en la cronología egipcia, la cual presenta una serie de fechas rigurosamente exactas y sin posibilidad de error en su interpretación. Una de esas fechas fue la del 610 a.e.c., en que ascendió al trono de Egipto el faraón Necao II, que es el Nekó del que habla la Biblia. Este Nekó o Necao subió en el año primero de su reinado, es decir, a partir de la primavera del 609 a.e.c., a ayudar a los asirios atrincherados en Harrán, pero no pudo vencer a los babilonios, quienes finalmente conquistaron la ciudad.

    Dado que la toma de Harrán aconteció en el 609 a.e.c., los historiadores aplicaron a esta fecha los 70 años de duración del nuevo imperio babilonio y así establecieron el año 539 a.e.c. como el de la caída de Babilonia. De haberse equivocado en la fecha del 609, también se habrían equivocado en la del 539 a.e.c. Pero sabemos que el año 539 a.e.c. para la caída de Babilonia es correcto. Por tanto, también es correcta la fecha del 609 a.e.c.

    Así las cosas, en 1843 el teólogo Thomas Rawson Birks publicó su obra ‘Primer elemento de la sagrada profecía’. En ella estableció de nuevo las fechas 606 y 536 a.e.c., aunque bajo otra óptica, sin abandonar las nuevas fechas del 609 y 539 a.e.c. En sus tiempos se calculaba que, como Nabucodonosor ascendió al trono en el 605 a.e.c. y en su año 18/19 destruyó la ciudad de Jerusalén, tal destrucción había tenido lugar en el año 587 a.e.c.

    Escrutadores bíblicos de aquellos días, basados en Jeremías 52:12, que dice que Nabucodonosor destruyó Jerusalén en el año 19 de su reinado, sumaron 19 años al 587 a.e.c. y así llegaron al 606 a.e.c. como hipotético año de la subida al trono de Nabucodonosor. Evidentemente se equivocaron, ya que no es lo mismo el año 19 que 19 años. El año 19 significa que transcurrieron 18 años. Por tanto debieron haber sumado 18 años al 587 a.e.c. y así hubieran alcanzado el 605 a.e.c. como año de ascenso de Nabucodonosor, que era lo que demostraban los historiadores.

    Así que Birks dejó escrito que el año de subida de Nabucodonosor al trono fue el 606 a.e.c. Y como la nación de Judá estuvo sometida, que no es lo mismo que desterrada, a Babilonia por 70 años, al 606 se le restaron 70 años y así quedó también establecida de nuevo la fecha del 536 a.e.c., ahora como año de la liberación de los judaítas. Birks no se dio cuenta de los errores que transmitía al volver a establecer los años 606 y 536 a.e.c. bajo un punto de vista distinto del que habían dado los historiadores.

    Birks pasó por alto que desde el tiempo de ascenso de Nabucodonosor hasta la liberación de los cautivos habían transcurrido 66 años, no 70. También pasó por alto que los judaítas fueron liberados en el año primero del reinado de Ciro, que no era el 536 a.e.c., sino el que iba de octubre del 539 a.e.c. a octubre del 538 a.e.c., según el sistema judío, y de la primavera del 538 a.e.c. a la primavera del 537 a.e.c., según el sistema persa. Estos errores básicos de Birks pasaron a otros escrutadores bíblicos y con el tiempo llegaron al adventista Barbour, que los reinterpretó a su manera y los transmitió a Russell, quien no se detuvo a comprobar su veracidad y los predicó tal cual, como si fueran palabra de Dios.      

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