viernes, 24 de marzo de 2017

La verdad de los años 607-537 a.C. (CAPITULO XXIII)

ULTIMO CAPITULO DE LA SEGUNDA EDICION DEL LIBRO
'LA VERDAD DE LOS AÑOS 607-537 A.C. Y 1914'
(En la tercera edición se aportan testimonios de ex ancianos de congregación)
 
 
XXIII
 
El invento del Nuevo Testamento

 
    El Cuerpo Gobernante de los testigos de Jehová enseña que la apostasía se instaló en las congregaciones tras la muerte del apóstol Juan, a finales del siglo I. Según entiende el Cuerpo, la apostasía estuvo activa desde el siglo II hasta finales del siglo XIX, cuando Russell -según los dirigentes de los Testigos- reactivó el cristianismo verdadero, y eso sin haber contactado con ningún supuesto Esclavo Fuel y Discreto o cuerpo de cristianos verdaderos que hipotéticamente estaba activo desde el pentecostés del año 33 de nuestra era.

    Esta doctrina del Esclavo Fiel ha sido cambiada, pues Russell no se comunicó con tal antiguo Esclavo. Ahora el Cuerpo Gobernante enseña que el Esclavo Fiel y Discreto lo nombró Jesucristo en 1919 y tal nombramiento recayó sobre los miembros de la Junta Directiva de la Watch Tower, una entidad mercantil. Por tanto Russell nunca ha sido el Esclavo Fiel y Discreto para el actual Cuerpo Gobernante, y ello a pesar de que todos los Estudiantes de la Biblia le consideraron a Russell como tal Esclavo durante cuatro décadas, incluso cuando ya estaba muerto. El Cuerpo Gobernante de hoy dice que el conjunto de sus miembros constituyen el Esclavo Fiel y Discreto, lo cual no ha agradado a los Testigos que se tenían por ungidos o destinados a reinar con Cristo en el cielo, los cuales fueron desposeídos por el Cuerpo Gobernante de su título de Esclavo Fiel.

    Si la apostasía entró en las congregaciones a partir del siglo II, cabe preguntarse quién o quiénes declararon como inspirados los libros del Nuevo Testamento o, como lo llama el Cuerpo Gobernante, Escrituras Griegas, aunque dicha designación no es del todo correcta, ya que también son escrituras griegas las del Viejo Testamento traducidas al griego, lo que se conoce como la Septuaginta.

    La Iglesia Católica dice que la lista más antigua de los libros inspirados es el fragmento de Muratori, de hacia el año 170. Se basa en que en el mismo se cita al emperador Antonino Pío y por ello se cree que el fragmento es de ese tiempo. De todas maneras, aunque el Muratori ofreciera la lista de libros inspirados, los que lo dieron no podían ser cristianos verdaderos, según el Cuerpo Gobernante de los testigos de Jehová, ya que entonces estaba en pleno vigor la apostasía.

    No hay listados de libros inspirados que hayan sido dados por una hipotética congregación cristiana verdadera, ya que todas las listas que se conocen proceden de la Iglesia Católica. Los Padres de la Iglesia hablaban ya de los evangelios, tan temprano como en los tiempos de Ignacio de Antioquía, antes del año 107. Otros Padres también mencionaban de los escritos del Nuevo Testamento. ¿Quiénes fueron los Padres de la Iglesia? En realidad la Historia nada sabe de ellos, a excepción de Orígenes y algún otro.

    Los Padres de la Iglesia vinieron a la existencia en los escritos de Eusebio de Cesarea, ya en el primer tercio del siglo IV. Antes de Eusebio nadie sabía nada de estos Padres. La realidad es que, a raíz de crear el emperador Constantino la Iglesia Católica, Eusebio se inventó a los Padres, como inventó otras muchas supuestas historias del cristianismo que dio a conocer a través de su obra ‘Historia Eclesiástica’. Si los hechos fueran reales, su investigación le hubiera llevado a Eusebio décadas o tal vez toda la vida, y no que lo despachó todo en unos pocos años. Inventar historias lleva menos tiempo que investigarlas. No en vano a Eusebio le consideran muchos clérigos el mayor embustero de la Iglesia.

    Los primeros códices del Nuevo Testamento no aparecen hasta el siglo IV, precisamente  en el tiempo de Eusebio de Cesarea. Este Eusebio escribió en griego las cincuenta copias que Constantino le encargó, las cuales fueron distribuidas por varias bibliotecas del Imperio. Se cree que dos de esas copias son los códices Sinaíticus y Vaticanus, tan diferentes de los demás códices. Hacia el año 380 todas las copias eusebianas fueron retiradas y en su lugar se distribuyeron las que por encargo del Papa recompuso Jerónimo de Estridón en su Vulgata en latín, quien dijo que la tarea le resultaba sumamente difícil. Lo más probable es que los primeros códices acordes con la versión evangélica de Jerónimo partan de finales del siglo IV o principios del V.

    Afirmar que existen papiros de los evangelios anteriores al siglo IV es demasiado presuntuoso. Se sabe que la Iglesia siempre falsificó documentos para que parecieran de mayor antigüedad y no extraña que mandara transcribir en papiros, en griego, con caligrafía antigua, gran parte de lo que Jerónimo había escrito en latín. De esta manera no pocos estudiosos han caído en la trampa de declarar que estos papiros son de los siglos II y III. Puede que el material fuera de esos siglos, pero un análisis imparcial de las tintas no llevaría a siglos anteriores al IV ó V.

    Con todo, aún si los papiros fueran de los siglos II y III, y aún sabiendo con exactitud que los primeros códices son del siglo IV, lo cierto es que todos ellos son obra de eclesiásticos, fueran o no católicos. En modo alguno fueron escritos por hipotéticos cristianos verdaderos, de los cuales nadie sabía nada en esos siglos. Cristianos verdaderos se consideraron a los supuestamente predecesores de la Iglesia Católica y ésos no son considerados como tales por el Cuerpo Gobernante de los testigos de Jehová.

    No se sabe quiénes escribieron los evangelios y las cartas apostólicas. La atribución a Mateo, Marcos, Lucas, Juan, Pablo, Pedro, Santiago y Judas es tradición de la Iglesia Católica, cuyos Padres así lo afirman en sus hipotéticos escritos. Y ya sabemos que los Padres de la Iglesia fueron inventados por Eusebio de Cesarea en el siglo IV. Y este Eusebio seguramente le añadió párrafos del cristianismo a Orígenes, que sí existió. Y la pregunta surge de nuevo: ¿Cómo pueden los testigos de Jehová aceptar como auténticas unas copias evangélicas que no se sabe quiénes las escribieron y de las cuales la iglesia Católica fijó el canon de su inspiración?

    Aparte de lo anterior, en el siglo XV la Iglesia añadió al evangelio de Lucas la que se llama la ‘gran inserción’, que comprende los capítulos y versículos de Lucas 9:51 a 18:14, antes de la invención de la Imprenta. Al siglo siguiente los protestantes se separaron de la Iglesia y llevaron consigo las Escrituras que la propia Iglesia tenía recopiladas, ya con la inserción efectuada al evangelio de Lucas. Y de esa Biblia que aceptaron los protestantes copiaron la suya los testigos de Jehová, porque hemos de tener en cuenta que la Traducción del Nuevo Mundo no es producto de una seria traducción de los manuscritos hebreos y griegos, sino que se trata de una fusión o recopilación de la consulta de varias biblias protestantes en inglés, pero adaptadas a las doctrinas en boga de la Watch Tower.

    La cuestión final es si no estamos aceptando como Palabra de Dios una parte de la Biblia que muy probablemente haya sido inventada en el siglo IV por Eusebio de Cesarea, quien también se inventó a los Padres de la Iglesia.
 
(FIN DE LOS CAPITULOS DEL LIBRO)

 

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