Quienes escribieron los evangelios, suponiendo que fueran varios, no
investigaron convenientemente acerca de la existencia de Nazaret en los tiempos
que se atribuyen a Jesucristo. No investigaron la Historia. Pensaban que
Nazaret llevaba muchos siglos de existencia. ¿Cómo llegó a existir Nazaret
realmente?
Josefo escribe que los romanos masacraron a los varones de la ciudad galilea
de Japha, lo cual ocurrió en el año 67 de nuestra era. Muchos fueron los
muertos y los enterraron en el cementerio de Japha, que estaba a un kilómetro y
medio hacia el norte, en una llanura al pie de una loma o colina baja.
En el año 70 los romanos destruyeron Jerusalén, mataron a muchos de sus
habitantes y se llevaron cautivos a otros muchos. Con el tiempo los judíos de
las zonas limítrofes ocuparon Jerusalén y la reedificaron como pudieron.
En el año 135 los romanos volvieron a destruir Jerusalén, debido a una
grave revuelta de sus habitantes. Antes de que los romanos llegasen hubo
familias que huyeron de la ciudad. Entre ellas estaba una familia sacerdotal,
la cual emigró a Galilea y, debido a que el sitio era tierra de nadie, se
estableció en la ladera de la loma o colina baja a cuyo pie estaba la llanura
que era el cementerio de Jafa. Los judíos no se establecían en un lugar a menos
de 70 metros de un cementerio.
Con el tiempo los hijos se casaron con gentes de Jafa, Séforis y
Cafarnaún y sobre todo las hijas se quedaron a vivir en la falda de la colina
junto a sus padres, por lo que construyeron nuevas casas. Otro tanto harían los
nietos y los biznietos y el lugar se estaba convirtiendo ya en una auténtica
población.
Es evidente que las reuniones religiosas las harían en la casa
principal, la del padre sacerdote. Pero al crecer la población llegó un momento
en que no cabían todos en el salón religioso de la casa y construyeron una
sinagoga, lo que aconteció en el último tercio del siglo III.
Aquella población recibió el nombre de Nazaret y comenzó a hablarse de
ella a principios del siglo IV. Es precisamente a principios del siglo IV cuando
la Historia menciona a Nazaret, aunque se atribuyen escritos a dos autores
anteriores, si bien se sospecha que esos autores fueron interpolados en el
siglo IV y se les añadieron comentarios. Quienes escribieron los evangelios
tardíos creyeron que Nazaret tenía muchos siglos de existencia. Por tanto es
evidente que al menos la parte dedicada a Nazaret en los evangelios tuvo que
escribirse por fuerza en el siglo IV, que es cuando se empezó a hablar de
Nazaret.
Así pues, Josefo no menciona a Nazaret en sus escritos porque en su
tiempo, en el último tercio del siglo I, no existía. En tiempos de Josefo aquello
era el cementerio de Japha. Por tanto Nazaret tampoco existía en los tiempos en
se supone que vivió Jesucristo.
El Talmud del siglo II no menciona a
Nazaret porque no existía. Y el itinerario burdigalense no menciona a Nazaret
porque, aunque ya existía, no se relacionaba a Nazaret con Jesucristo y los
evangelios no daban cuenta de Nazaret como el pueblo en el que Jesús vivió
treinta años.
La Nazaret de los evangelios es ficticia y
el relato de que la población era una ciudad y tenía sinagoga tuvo que ser
incluído en el siglo IV. Los escritores desconocían por completo todo lo
relativo a Nazaret y pensaban que la población tenía bastantes siglos de
existencia.
La parte de Nazaret correspondiente a la
llanura del antiguo cementerio de Japha se construyó mucho después que la parte
edificada en la loma. Hoy día, al excavar para poner nuevos cimientos a las
casas, continúan apareciendo esqueletos en el subsuelo. La cantidad de enterramientos
en aquel sitio tuvo que haber sido enorme.
Si Nazaret subió a los evangelios como el
pueblo de Jesucristo, cuando en realidad no existía Nazaret, nos preguntamos
qué otras cosas hay en los evangelios que históricamente no son ciertas.
Todo lleva a pensar que al menos una parte
importante de los evangelios fue escrita o reescrita en el siglo IV y la
Iglesia hizo pasar los escritos por más antiguos. Se presume que el escritor
que añadió Nazaret a los evangelios fue Jerónimo de Estridón, actuando bajo las
órdenes del obispo de Roma, Dámaso, hacia el año 382, cuando produjo la Vulgata
latina a la vista de uno de los códices de Eusebio y de las traducciones
latinas de ese códice que mejor le parecieron. Jerónimo no solamente se limitó
a traducir, sino que añadió pasajes a los evangelios y por eso él reconoció que
no estaría bien mirado por las generaciones futuras.
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