viernes, 6 de marzo de 2020

Los tiempos de los gentiles




    Un gentil es una persona no judía. Para la Watch Tower (WT) y el Cuerpo Gobernante (CG) de los testigos de Jehová, los siete tiempos del profeta Daniel y los tiempos de los gentiles de los que habla el evangelio de Lucas son lo mismo.

    Según la doctrina WT-CG, los tiempos de los gentiles (que ellos llaman ‘de las naciones’) comenzaron en el 607 a.e.c. y terminaron  en 1914, por lo que duraron exactamente 2.520 años solares. Las iniciales a.e.c. las defiende WT-CG como ‘antes de la era común’, lo cual es incorrecto porque no existe una era común para toda la humanidad, aunque sí para el cristianismo, sea genuino o no. Al principio las iniciales ‘a.e.c.’ significaban ‘antes de la era cristiana’; pero a los miembros de la vieja WT no les gustaba la expresión ‘cristiana’ aplicada a las fechas.

    ¿Qué se entiende por tiempos de los gentiles? Sencillamente, que los gentiles o no judíos gobernarían el planeta tras la desaparición del reino de Dios establecido en Judá, cuyos reyes ‘se sentaban sobre el trono de Jehová’. Se consideraba que la representación de ese trono estaba en Jerusalén. Al desaparecer el gobierno de Jehová sobre la Tierra, WT-CG dice que en el 607 a.e.c., los gentiles dominaron la gobernación humana y eso cesaría en 1914, en que sería establecido El reino de Dios en la Tierra, según la enseñanza oficial jehovista.

    Aunque el antiguo reino de Dios en Jerusalén despareció de la Tierra, no desapareció del cielo, donde Salmos dice que en el cielo está el trono de Jehová. Ese reino, según WT-CG, sería ‘reestablecido en 1914’, naturalmente, en la Tierra, no en el cielo, porque en el cielo ya estaba activo ese reino de Dios.

    Russell comenzó a predicar en 1876 que el reino de Dios sería instaurado en la Tierra en 1914 y acabaría con los gobiernos humanos o dominación de los gentiles. Pero eso no sucedió en 1914 y por eso Russell trasladó el año 1914 a 1915, en que tampoco se vio que fuera instaurado el reino de Dios en la Tierra.

    Para octubre de 2019 han transcurrido 105 años desde que en 1914 finalizaron los tiempos de los gentiles; pero los gentiles continúan gobernando la Tierra y el reino de Dios no ha sido establecido. Por tanto los famosos 2.520 años atribuídos a los tiempos de los gentiles son una doctrina incorrecta, ya que el reino de Dios no ha borrado de la Tierra a los gobiernos humanos.

    El binomio WT-CG continúa enseñando la doctrina de los 2.520 años como si fuera bíblica, aunque la Biblia no habla de 2.520 años de dominación gentil. La fecha del 607 a.e.c. para el inicio de esos 2.520 años fue impuesta sorprendentemente por la WT en el año 1943, lo que hizo que no pocos ancianos y muchos Testigos del montón se desasociaran de las filas jehovistas.

    Antes de 1943 se enseñaba que los 2.520 años iban del 606 a.e.c. a 1914. Eso precisamente era lo que predicaba Russell. Pero tal doctrina no es originaria de Russell, sino que él la aceptó del adventista Nelson Horatio Barbour. Barbour a su vez  la aceptó del libro ‘Horas del Apocalipsis’ que había publicado Edward Bishop Elliot en 1844. Este Elliot fue el primero que dijo que los siete tiempos de Daniel corrían del 606 a.e.c. hasta 1914. Pero se equivocó en el tiempo, pues ese lapso duraba exactamente 2.519 años. Por esa razón en 1943 la WT adelantó un año la supuesta caída de Jerusalén a manos de Nabucodonosor, que entonces pasó del 606 al 607 a.e.c., con lo que al mismo tiempo se adelantó la salida del destierro babilonio del 536 al 537 a.e.c. Las fechas 607 y 537 a.e.c. son producto de la mente de los dirigentes de la WT en 1943.

    ¿De dónde salió el año 606 a.e.c. que Elliot pregonaba y que aceptaron como verdad bíblica Barbour, Russell y los Estudiantes de la Biblia (movimiento creado por Russell y cuyo 27% dio origen a los testigos de Jehová en 1931)?

    En 1843 el teólogo inglés Thomas Rawson Birks publicó su libro ‘Primer elemento de la sagrada profecía’. En él aparece por vez primera la fecha del 606 a.e.c. Esa fecha la entendía Birks como el año de la subida al trono de Nabucodonosor. Paralelamente había otros teólogos y entusiastas bíblicos que, como todo el mundo hacía entonces, aceptaban la fecha del 587 a.e.c. como año de la destrucción de Jerusalén.

    Como dichos teólogos habían leído en Jeremías 52 que Nabucodonosor arruinó Jerusalén en el año 19 de su reinado, lo que hicieron fue sumar 19 años al 587 a.e.c. y así llegaron al 606 a.e.c. como año del ascenso de Nabucodonosor, en tanto que los historiadores demostraban que fue el 605 a.e.c. el año de ese ascenso.

    Los teólogos se equivocaron al aplicar 19 años al 587 a.e.c., pues el año 19 significa que pasaron 18 años y 18 años es lo que los teólogos debieron haber sumado al 587, llegando así al 605 a.e.c. para el ascenso de Nabucodonosor. Pero, dado que el 606 a.e.c. coincidía con lo que defendía Birks en su libro, dejaron establecida la fecha del 606 a.e.c. para el ascenso de Nabucodonosor y eso fue lo que aceptaron muchos religiosos protestantes, en lugar de aceptar el 605 a.e.c. demostrado por los historiadores. De todas maneras, la fecha aceptada por todos para la destrucción de Jerusalén fue la del 587 a.e.c.

    Cuando Barbour leyó el libro ‘Horas del Apocalipsis’ aceptó en principio la fecha del 606 a.e.c. como la del ascenso de Nabucodonosor; pero con el tiempo adelantó 18 años ese ascenso y lo fijó en el año 624 a.e.c., en contra de la evidencia histórica, arqueológica, astronómica e incluso de la propia Biblia. Barbour creyó entender que la Biblia decía que los judaítas apresados por Nabucodonosor en el año 18-19 de su reinado habían estado 70 años desterrados.   

    La Biblia no dice cuántos años estuvieron desterrados los cautivos judaítas. Los 70 años se refieren a la duración de Babilonia como imperio absoluto, algo que ahora entiende correctamente el CG, pero que no puede cambiar. Cambiar eso supondría la estampida de casi todo el rebaño, lo que ya ocurrió en 1926 con los Estudiantes de la Biblia, por culpa de las erróneas doctrinas de Rutherford.
    La fecha del 624 a.e.c. como año de ascenso de Nabucodonosor la pasó Barbour a Russell, además de las fechas 606 a.e.c. y 1914, y Russell no se paró a investigar si las fechas y las doctrinas eran correctas. Russell no veía más que el negocio editorial que tenía a la vista y poco le importaba si fechas y doctrinas eran correctas o no. El caso es que Russell se lanzó a predicar fechas y doctrinas como si fueran parte de la Biblia. Hoy el CG admite que Russell no predicaba la verdad. Si aquello fuera verdad, seguiría predicándose hoy. Pero no se predica ni lo que enseñó Russell ni lo que enseñó Rutherford, salvo algún resto doctrinal que está en vías de cambiar.

    En 1943, al adelantar las fechas del 606 y 536 al 607 y 537 a.e.c. respectivamente, se adelantó al 625 a.e.c. el ascenso de Nabucodonosor, con lo que WT se alejó aún más de la fecha real del 605 a.e.c. El CG sabe perfectamente que Nabucodonosor subió al trono en el 605 a.e.c.; pero admitir esto abiertamente supondría la ruina total del negocio editorial e inmobiliario de la WT.
    A finales de los años setenta, el miembro del CG Raymond Franz descubrió que Jerusalén había caído ante Nabucodonosor en el 587 a.e.c., de lo cual había innumerables pruebas históricas, arqueológicas y astronómicas, dándose el caso de que la fecha del 587 a.e.c. se desprende de la mismísima Biblia cuando se le aplica la cronología histórica real. Raymond sugirió a sus compañeros que había que cambiar las fechas 607 a.e.c. y 1914. Los demás miembros del CG no pudieron aceptar eso de ninguna manera y Raymond dejó de pertenecer al CG.

    Posteriormente Raymond fue expulsado injustamente de la congregación por temor de que expandiera la verdad de la fecha 587 a.e.c. Eso hizo que publicara los libros ‘Crisis de conciencia’ y ‘A la búsqueda de la libertad cristiana’, que ya han hecho que decenas de miles de Testigos, incluídos ancianos y superintendentes, abandonen las filas congregacionales. Es curioso que haya ancianos que tengan estas precisas obras en sus casas, además de otras catalogadas como ‘apóstatas’ por el CG. 

    Elliot, el autor de ‘Horas del Apocalipsis’, editado en 1844, aplicó 2.520 años al 606 a.e.c. ¿De dónde sacó esos 2.520 años? Su inventor fue John Aquila Brown, quien en 1823 publicó su obra ‘El atardecer’, donde exponía que los siete tiempos de Daniel duraban 2.520 años. Brown dijo que los 2.520 años comenzaron en el 604 a.e.c., que comprobadamente era el año primero de reinado de Nabucodonosor, y terminarían en 1917 con gloria para Israel. Casualmente el ejército inglés conquistó Jerusalén en diciembre de 1917 y la cuenta de Brown de los 2.520 años fue aceptada como profética, aunque posteriormente Elliot pasó el 604 al 606 a.e.c.

    Brown lo que hizo fue duplicar los 1.260 años que generalmente se creía que duraban los siete tiempos de Daniel. Para ello tuvo en cuenta la creencia religiosa de que Nabucodonosor había estado loco durante siete tiempos o 7 años de 360 días, que suman 2.520 días. La Historia nada menciona de esta locura temporal de Nabucodonosor.

    Siguiendo la costumbre judía de convertir los días en años, Brown convirtió los 2.520 días en 2.520 años. Pero se equivocó al hacerlo, pues los 2.520 días salían de 7 años de 360 días y Brown, inadvertidamente, convirtió los 2.520 días en 2.520 años solares de 365,25 días, en lugar de tener en cuenta años de 360 días, con lo que la cuenta real, es decir, aplicando años de 360 días, concluiría en 1881 y no en 1917.
    A partir de entonces otros entusiastas bíblicos tomaron los 2.520 años como si eso fuera lo que mencionaba la Biblia. La Biblia no dice que los 2.520 días de Nabucodonosor fueran 2.520 años solares ni dice que al final de ese tiempo Jesucristo recibiría el reino. Todo es especulación mental de unos religiosos que trataron de imponer una doctrina que no venía en la Biblia, pero que creían firmemente que sí venía en la Biblia porque la leyeron mal o con ideas religiosas preconcebidas.

    La doctrina de los 2.520 años la tomó el adventista Barbour del libro ‘Horas del Apocalipsis’, de Elliot. Barbour confundió los siete tiempos de Daniel con los tiempos de los gentiles y toda esa amalgama de tiempos y doctrinas se la pasó a Russell, quien no investigó su procedencia, pues Russell, con tan solo 23 años de edad, no tenía el suficiente conocimiento de la Biblia. De haberlo tenido, Barbour no le hubiera engañado tan fácilmente.

    El caso es que Russell pasó fechas, tiempos y doctrinas a los Estudiantes de la Biblia y de estos (el 27% de los que no abandonaron las filas en tiempos de Rutherford) pasaron a los testigos de Jehová, cuando el nuevo grupo se creó en 1931.

    A día de hoy el CG conoce perfectamente el engaño doctrinal y cronológico que, involuntariamente, Barbour le transmitió a Russell. Cambiar todo esto supondría un descalabro total de las filas jehovistas y eso se pretende evitar a toda costa, manteniendo el engaño primitivo y presentándolo como si fuera la verdad absoluta.

    Si los testigos de Jehová caen, se vienen abajo el CG y la WT, y la entera organización desaparece. De hecho son incontables los testigos de Jehová que sospechan que han sido totalmente engañados, pero que no se atreven a abandonar las filas para no protagonizar el horrible ostracismo al que irremediable y desamoradamente serían sometidos.

    Los 2.520 años son pues, un falso lapso para los siete tiempos de Daniel y los tiempos de los gentiles. Son el producto de mentes desquiciadas del siglo XIX. La Biblia nada menciona acerca de esos 2.520 años solares y tampoco dice que desde la caída de Jerusalén hasta la coronación de Jesucristo como rey pasarían 2.520 años. Tampoco dice la Biblia que Jesucristo recibiría el reino en 1914.

    El propio Jesucristo, al marcharse, dijo que ‘toda autoridad le había sido dada en el cielo y sobre la tierra’, es decir, que, según el relato neotestamentario, ya era rey cuando subió al cielo en el año 33 y por tanto no precisaba esperar a 1914 para ser coronado. Pero los testigos de Jehová continúan aferrados a la doctrina de los 2.520 años, a pesar de que se trata de una idea descabellada de escrutadores bíblicos que se sentían superiores a sus congéneres por creer que lo sabían todo de la Biblia.





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