lunes, 2 de marzo de 2020

Evidencias de la caída de Jerusalén en el año 587 a.e.c. (1)


Evidencias de la caída de Jerusalén
en el año 587 a.e.c. (1)

(Basado en la investigación de los periodistas Peter Deck y John Farrell.
Se demuestra a los testigos de Jehová que no es correcta la fecha del 607 a.e.c.
que se les ha inculcado por error)

Recopilado por JOSE YOSADIT VON GOETHE
Marzo 2020
18ª edición en castellano
Impreso en Nueva York


Allá por la antigüedad
subió al cielo la verdad
y tan alta la pusieron
que todavía no ha vuelto.

(Glosa popular)


Un miembro del Cuerpo Gobernante

       Cuando después de mediados de los años setenta del siglo XX se pensaba publicar el libro ‘Ayuda para entender la Biblia’, el Cuerpo Gobernante de los testigos de Jehová asignó a varios hermanos la respectiva porción literaria de los capítulos de la obra.

    Eran los tiempos posteriores a 1975, el año en que las publicaciones de la Watchtower dejaban caer veladamente como el del Armagedón y comienzo del séptimo milenio, el milenio en que sería restaurado el Paraíso en la Tierra. Aún existen grabaciones de discursos, uno de ellos de Fred Franz, que hablan abiertamente de la fecha del 5 de Septiembre de 1975 como la del fin del sistema mundial.

      Al miembro del Cuerpo Gobernante Raymond Franz se le encomendó entonces que buscara evidencia histórica de la destrucción de Jerusalén por Nabucodonosor en el año 607 a.e.c. (antes de la era cristiana). El Cuerpo Gobernante carecía de tal evidencia y esperaba hallarla para poder demostrar como verídica la fecha en cuestión.

    Convencido Raymond Franz de que la fecha del 607 a.e.c. era correcta y para cerciorarse y poder redactar el consiguiente informe, consultó en las bibliotecas públicas numerosas enciclopedias y libros de Historia y se entrevistó con los más acreditados eruditos del tema.

     Después de cerca de un año de intensa investigación no encontró evidencia alguna de que Jerusalén hubiera caído en el año 607 a.e.c. Es más, la Historia documentaba que en ese año reinaba Nabopolasar en Babilonia y faltaban dos años para que Nabucodonosor fuera hecho rey.   

    Raymond Franz no halló, pues, evidencia alguna de que Jerusalén hubiera caído ante Nabucodonosor en el año 607 a.e.c. En cambio halló sorprendido que todas las líneas de evidencia, que eran muchas, apuntaban inequívocamente -por las ciencias de la Historia, la Arqueología, la Astronomía y aún la propia Biblia- al 587 a.e.c. como año de la destrucción de Jerusalén y su templo por Nabucodonosor.

    Al entregar su detallado informe a los compañeros del Cuerpo Gobernante, Raymond Franz sugirió que había que cambiar las fechas 607 a.e.c. y 1914, ya que sin duda alguna Jerusalén había caído en el 587 a.e.c. Sus compañeros rechazaron de plano la propuesta e hicieron hincapié en las fechas 607 a.e.c. y 1914, dado que sin ellas todas las doctrinas de los testigos de Jehová referentes a la presencia de Cristo y el Armagedón se vendrían abajo.

    Probablemente el Cuerpo Gobernante temiera que tal cambio drástico en las fechas supusiera una estampida del rebaño similar a la que protagonizaron los Estudiantes de la Biblia entre 1926 y principios de 1927, debido a que Rutherford había pregonado durante varios años, mediante conferencias y la edición del folleto ‘Millones que ahora viven no morirán jamás’, que los patriarcas del antiguo Israel (Abraham, Isaac, Jacob, David, etc.) resucitarían en 1925 y a continuación vendría el Armagedón.  

    A Rutherford solamente le quedó el 27% de los Estudiantes de la Biblia, a los cuales en 1931 cambió el nombre a testigos de Jehová, lo que supuso un grupo completamente diferente del de los Estudiantes de la Biblia, y más cuando Rutherford había desechado como no bíblicos los seis tomos de Estudios en las Escrituras de su predecesor Russell.

    De estos tomos el propio Russell había dicho, tal como aparece en una Atalaya de 1910, que quien los leyera concienzudamente entendería toda la Biblia; pero que quien solamente leyera la Biblia y no los tomos de Estudios en las Escrituras, en poco tiempo volvería a las tinieblas.

    Raymond Franz renunció a seguir siendo miembro del Cuerpo Gobernante. Poco después sus compañeros le expulsarían de la congregación por temor a que publicara la verdad acerca de las fechas. De todas maneras publicó dos libros -‘Crisis de conciencia’ y ‘A la búsqueda de la libertad cristiana’- que continúan haciendo que decenas de miles de testigos de Jehová sinceros que los leen, incluídos ancianos y siervos ministeriales, abandonen la organización.

    Con referencia a la evidencia de la caída de Jerusalén en el año 587 a.e.c., ya existe el libro ‘Los tiempos de los gentiles reconsiderados’, de Carl Olof Jonsson, obra estimada por los eruditos como una de las más documentadas y exactas acerca de la historia del imperio neobabilónico.

    Jonsson era un testigo de Jehová sueco que descubrió que Jerusalén había caído en el año 587 y no en el 607 a.e.c. Profusamente documentado, escribió inocentemente a la gerencia de la Watchtower para informar de que la fecha 607 a.e.c., establecida en 1943 sobre la incorrecta del 606 a.e.c., se basaba en un grave error que los adventistas le habían transmitido a Russell. Con el tiempo la Watchtower reaccionó expulsando a Jonsson de la congregación, por temor a que difundiera su descubrimiento entre los demás Testigos.

    Raymond Franz fue el único miembro del Cuerpo Gobernante que se interesó en las verdades contenidas en la extensa documentación que Jonsson había enviado acerca de las muchas y profundas evidencias históricas, arqueológicas, astronómicas y bíblicas sobre la exactitud de la fecha del 587 a.e.c. como año de la destrucción de Jerusalén y su templo por Nabucodonosor.

    El Cuerpo Gobernante, aferrado a las fechas, tiempos y doctrinas que Russell había heredado de los adventistas, no aceptó la verdad de cuanto científicamente se le demostraba en su día y continuó decretando la expulsión inmediata de quien no aceptara de inmediato absolutamente todo lo que enseñaba como vocero de Dios nombrado por el propio Jesucristo, según afirman sin pruebas los miembros de ese cuerpo dirigente.

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