Conviviré con los pobres lo que me queda de
vida. Al menos seré relativamente libre, aunque esté esclavizado a la pobreza.
Mientras estaba en Betel no era libre. Eso significa que no conocía la verdad,
porque el evangelio dice que ‘conoceremos la verdad y la verdad nos libertará’.
Pero si no era libre, quiere decir que no conocía la verdad. Ninguno de los que
pasamos por Betel conocimos la verdad, dado que éramos esclavos de una
Organización que nos robó el tiempo y las energías.
Siempre me llamó la atención la carta 16
del Tarot, ese juego que llaman diabólico. Nunca lo he tomado en serio, excepto
esa concreta carta. En la carta, un rayo destruye la torre y echa abajo a sus
habitantes. Lo gracioso es que la Organización emplea las siglas JW, que en la
gematría hebrea y griega indican respectivamente los números 10 y 6. Ambas letras
suman 16 y eso remite a la carta 16 del Tarot, donde claramente se destruye la
torre. Sin duda, una clara alusión a la Torre Atalaya que se levanta como si
fuera la mansión de Dios. ¿De dónde vendrá su destrucción? No lo sabemos; pero
vendrá. Sus pecados se han amontonado hasta llegar al cielo.
Ya de momento la Organización está
sufriendo sus penurias al comprobar su escasez económica. La alarma es más
grave de lo que creemos. De ahí que se tenga que recortar drásticamente. Pero
recorta precisamente la ayuda a los predicadores de tiempo completo que son los
que más gente atraen a la Organización. Estos predicadores tendrán que
valérselas ahora por su cuenta y evidentemente dedicarán menos tiempo a la
predicación, lo que significa que se captarán muchos menos miembros. Y una
organización sin miembros que la sostengan está destinada a caer. También
recorta la construcción de salones del reino. Si no se construyen nuevos
salones, quiere decir que la obra decrece, aunque a las congregaciones se las
esté encajando en megasalones, generalmente a las afueras de la población.
Llegará un momento en que esos megasalones se quedarán sin espacio para
albergar más congregaciones.
La impresión de literatura se ha reducido
prácticamente a la mitad, por lo menos las revistas. Eso demuestra que no hay
dinero suficiente para papel y tinta. Y no hay dinero porque, como aseguró
públicamente uno de los miembros del Cuerpo Gobernante, los ingresos son
inferiores a los gastos. Ya nos contarán qué hace una empresa cuyos gastos
superan a los ingresos. Y como los gastos superan a los ingresos, por esa razón
nos echan de Betel a los que lo dimos todo y ahora no tenemos edad ni fuerzas
para continuar sirviendo. Por lo menos deberían darnos techo y comida por
tantos años de servicios prestados. El mundo que llaman de Satanás lo hace:
ampara a los pobres. En cambio la que a sí misma se llama la Organización de
Jehová, ésa ni atiende a sus propios hermanos necesitados. ¿Dónde está el amor
que tanto predican? No, ésta no puede ser la Organización de Jehová o de
Cristo. No demuestra amor en absoluto. Solamente le sonríe a quien puede serle
útil y que también donará medios económicos y acatará cuanto se le diga y
ordene. Si no es así, tal individuo es expulsado.
Yo también me considero expulsado, ya que
he sido oficialmente despedido de Betel. Para el caso viene a ser lo mismo
despedido que expulsado. Si no me quieren para las duras, tampoco para las
maduras. Y como yo, unos cuantos miles más que el Cuerpo Gobernante considera
como ceros a la izquierda. Para estos tipos no somos más que números. Solamente
quieren gente que les llene los bolsillos. Pero los bolsillos están cada vez
más vacíos y llegará un día en que definitivamente la Organización de los
testigos de Jehová no tendrá suficiente estructura para mantenerse en pie.
Ya la reducción de las tiradas de
literatura es un precedente. Si la literatura se reduce más, por falta de
medios, el poder de convicción de la Organización también se reduce y los pocos
nuevos que entren en las filas hasta podrán contarse con los dedos de una
oreja. Tampoco habrá gente nueva que sirva en Betel cuando los viejos sean
despedidos. Ayudados por las contribuciones de los de afuera, los que estuvimos
dentro éramos los que en realidad manteníamos el tinglado.
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