Los testigos de Jehová ven a sus pastores
(ancianos, superintendentes y Cuerpo Gobernante) como superiores en
conocimiento bíblico y dan por hecho que los tales profesan la verdad de la Biblia
y, por tanto, lo han investigado todo al respecto. Esta elocuente seriedad con
que se presentan los pastores de los testigos de Jehová y el hecho de que
manejen la Biblia constantemente, hace que los Testigos de a pie crean que
‘están en la verdad’ o en la única religión verdadera y, por tanto, no aceptan
o no debieran aceptar argumentos de otros credos.
Esto mismo es lo que sucede en el resto de
las iglesias de la cristiandad. Todas tienen sus pastores y todas manejan de
algún modo la Biblia, aunque los protestantes la utilizan más que los
católicos. Estos pastores les dicen a sus feligreses que las demás religiones
son falsas y que la verdad solamente está en la iglesia o congregación de
ellos. Los feligreses aceptan a sus pastores y creen que éstos lo han
investigado todo para afirmar que tienen la verdad de la Biblia. Es evidente
que las personas afiliadas a cualquier iglesia son sinceras; pero, como bien se
dice, la sinceridad no hace que una religión sea verdadera.
Cuando a cualquier devoto de estas
iglesias o congregaciones, sea testigo de Jehová o de otra confesión, se le
muestran con educación y buen razonamiento ciertas incongruencias que prueban
que tales congregaciones no pueden estar en la verdad de la Biblia, el devoto
en cuestión se sentirá herido en su corazón y defenderá su fe con uñas y
dientes si es preciso. Está programado para ello por sus pastores, que le
indican que no escuche a quienes le dicen otra cosa que no sea la que pregonan
los propios pastores, haciéndole creer al adepto que tales individuos que así
hablan son en realidad lobos enfundados en piel de oveja.
La única manera de saber si una iglesia o
congregación está realmente en la verdad de la Biblia es mediante investigar su
historia y sus doctrinas y ver si esa historia y doctrinas se ajustan a las
páginas bíblicas. Puede que al adepto se le haya captado mediante explicarle
ciertos textos que le dejan cegado al principio, sobre todo si desconocía la
Biblia, y así mal puede ver la realidad que se esconde tras ese aprendizaje tan
somero, pues lo cierto es que no se profundiza en el mismo. Las dudas comienzan
a surgir cuando el adepto ya se ha bautizado o ha hecho pública su adhesión a
la nueva fe. Sin embargo, esas dudas iniciales suelen disiparse paulatinamente a
medida que asiste a las reuniones o ritos de su iglesia y al ver que los
pastores continúan en la brecha como si estuvieran seguros de que tienen la
verdad. Con el tiempo le volverán a surgir nuevas dudas a las que ni se
atreverá a enfrentarse.
Para conocer la verdad de un asunto, lo
inteligente y razonable es cotejar las dos partes: la de quienes defienden el
asunto y la de quienes muestran que el asunto no es correcto. Oídas las dos
partes, como lo haría un juez, puede finalmente emitirse un veredicto final,
tras sopesar las pruebas pertinentes. Si los testigos de Jehová, por ejemplo,
afirman que tienen la verdad y los que no son Testigos argumentan que los
Testigos no la tienen, sería prudente escuchar los argumentos de las dos partes
y obrar en consecuencia a la vista de las demostraciones que se esgrimen. Sin
embargo, al testigo de Jehová se le ha aleccionado a que en modo alguno escuche
a la parte contraria y se le recalca que es rebeldía el pensar con
independencia del Esclavo Fiel y Discreto o Cuerpo Gobernante que dirige a los
Testigos. En las filas de los testigos de Jehová no hay lugar para el
pensamiento crítico.
El testigo de Jehová cree que su
organización ha realizado una profunda investigación en materia religiosa y que
por tanto no se equivoca en este aspecto. Pero la organización ha publicado que
puede equivocarse en materia doctrinal y de ahí que cambie periódicamente las
doctrinas, lo que indica que las doctrinas anteriores no estaban ajustadas a la
Biblia. Y las nuevas doctrinas pueden cambiarse mañana, por lo que tampoco
estarían ajustadas a la Biblia.
Cuando a un testigo de Jehová, como se ha
tenido ocasión de comprobar en innumerables ocasiones, se le muestran los
graves errores doctrinales y antibíblicos que enseña su Cuerpo Gobernante, la
reacción natural del Testigo es montar en cólera, gritar para no dejar que el
interlocutor continúe hablando y lanzar insultos e improperios, todo ello en
lugar de sentarse a dialogar y razonar con la persona que trata de exponerle
sus argumentos. Sin embargo el testigo sí espera que aquellos a quienes aborda
en la predicación le escuchen.
Jesucristo dijo que ‘la verdad os
libertará’; pero el testigo de Jehová está esclavizado o totalmente sujeto a la
organización de su Cuerpo Gobernante. Si está esclavizado de tal manera que
toda su vida dependa de la Organización, significa que no es libre y, por
tanto, si no es libre, no conoce la verdad. Si conociera la verdad, no tendría
que estar esclavizado o encadenado a una organización que constantemente dicta
su modo de vivir y le exige tiempo, esfuerzo y medios económicos.
Tanto depende el testigo de Jehová de su
Organización que con sus contribuciones monetarias mantiene al gran imperio
económico de la Watch Tower, el cual a su vez se sostiene con la literatura que
imprime para los Testigos, además de con los beneficios de la venta de sus
inmuebles religiosos y las inversiones en hedge funds, unos fondos de inversión
que solamente están al alcance de los millonarios. Si los testigos de Jehová
dejaran de pronto de aportar fondos que finalmente van a parar al imperio
económico de la Watch Tower, éste se hundiría irremediablemente y dejaría de
imprimir los millones de piezas de literatura que consumen los propios
Testigos. Y sin literatura, los testigos de Jehová se verían prácticamente
imposibilitados para captar más adeptos. Imprimirla en editoriales cuyo costo
incluye la mano de obra, no sería asequible para una Organización que está
acostumbrada a no pagar nóminas.
¿Podría realmente subsistir la Organización
de los testigos de Jehová sin el apoyo fundamental de la Sociedad Watch Tower?
Probablemente no, ya que, si desaparece esa entidad, desaparecería también el
medio publicitario principal mediante el que se diseminan las doctrinas
jehovistas. Jesucristo, los apóstoles y los primeros cristianos no dependían de
un imperio económico para subsistir, pero el cristianismo se expandió. Hoy día
otras organizaciones cristianas no están apoyadas por una gran Sociedad
editorial y sin embargo prosperan. Pero la organización de los Testigos recibe
su aliento del imperio de la Sociedad Watch Tower y separarse de él supone la
muerte.
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