viernes, 16 de diciembre de 2016

El equívoco del nacimiento virginal


 
 

    La atribución del primer evangelio al apóstol Mateo se basa en la tradición de los llamados primeros padres de la Iglesia, de quienes se conocen los escritos a ellos imputados, mas nada se sabe de su real existencia, salvo lo plasmado en la ‘Historia Eclesiástica’ de Eusebio de Cesarea, conocido como el ‘padre de la historia de la Iglesia’. Con toda seguridad los padres de la Iglesia, excepto Orígenes, son pura invención de Eusebio. De los padres de la Iglesia nada dice la Historia seglar. De Orígenes sí, pero está claro que Eusebio interpoló sus escritos y le hace decir que era cristiano. Eusebio añadió renglones tanto a los escritos de Orígenes como a los del historiador Josefo y algunos personajes más.

    De la lectura imparcial del evangelio atribuido a Mateo se deduce que el escritor no era natural de Judea. Si acaso conocía por encima las costumbres y leyes judías. A decir verdad, el apóstol Mateo al que se le atribuye el evangelio (que no lo escribió él) era galileo. Eusebio escribe en el siglo IV que el padre de la Iglesia Papías, que según Eusebio vivió en el siglo II, dijo que ‘Mateo ordenó las sentencias en lengua hebrea’. De igual manera pone en boca de Orígenes que el primer evangelio que se escribió fue el de Mateo y ‘lo compuso en lengua hebrea para los fieles procedentes del judaísmo’. Lo mismo indica Jerónimo a finales del siglo IV, aunque repite lo que ya estaba escrito.

    Si realmente Mateo hubiera profesado el judaísmo, no habría consultado la Septuaginta griega para tomar textos que incluyó en su evangelio como si fueran profecías acerca de Jesús de Nazareth. Un judío o una persona afín al judaísmo hubiera consultado las Escrituras hebreas, no las griegas. Pero si Mateo consultó la Septuaginta griega para escribir su evangelio, quiere decir que lo hacía porque no sabía hebreo y por tanto no pudo escribir en hebreo, diga lo que diga Eusebio por boca de los padres apostólicos que se inventó y digan lo que digan los teólogos de todas las épocas. La realidad es que los padres de la Iglesia son producto de la pluma de Eusebio de Cesarea y mediante ellos trataba de demostrar que los papas eran los sucesores de los apóstoles.

    Una de las citas más controvertidas que hace el escritor del primer evangelio en Mateo 1:22 y 23 es la del pasaje de Isaías 7:14. Tal cita ha sido tomada de la versión de la Septuaginta en griego y no de la versión hebrea. Tomar la cita de las Escrituras hebreas y no de las griegas hubiera sido lo más lógico de haber sido judío el escritor del mencionado evangelio, que además se dice que escribió para los judíos y no para los gentiles. En Mateo se lee, relativo al nacimiento de Jesús en Belén: ‘Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa Dios con nosotros’ (Biblia de Jerusalén). Ya de entrada es de observar que al recién nacido en Belén no se le impuso el nombre de Emmanuel, sino el de Jesús.

    El texto de Isaías 7:14, tal como lo presentan las versiones bíblicas basadas principalmente en la Septuaginta, dice: ‘Por tanto el mismo Señor os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y parirá hijo, y llamará su nombre Emmanuel’ (Biblia Reina-Valera). Las versiones basadas en las Escrituras hebreas o Tanaj ofrecen el versículo de Isaías en términos algo diferentes, pero que vienen a ser idénticos a los que publica la Sociedad Bíblica en ‘La Biblia por Internet’: ‘Pues el Señor mismo os va a dar una señal: La joven está encinta y va a tener un hijo, al que pondrá por nombre Emanuel’ (Isaías 7:14).

    Dos importantes diferencias con la Septuaginta se aprecian en la biblia hebrea, de la que la Septuaginta es una traducción al griego, aunque no todo lo fiel que pudiera desearse. La primera diferencia es que las versiones hebreas especifican que la mujer ‘está encinta’, es decir, que el relato habla en tiempo presente y no futuro. En cambio, las versiones basadas en la Septuaginta indican que la mujer ‘concebirá’, hablando de un tiempo futuro. La segunda y no menos importante diferencia estriba en que las versiones griegas de Isaías 7:14 hablan de ‘la virgen’, en tanto que las hebreas mencionan ‘la joven’. Se trata de un error, posiblemente no involuntario, en la traducción del hebreo al griego del libro de Isaías.

    En las Escrituras hebreas, Isaías 7:14 emplea la palabra ‘almah’. Este vocablo se refiere en términos generales a una mujer joven, sin especificar si es virgen o no. Puede ser una mujer soltera o casada, pero joven. Hemos de tener en cuenta que la virginidad no es exclusiva de la juventud. Una mujer anciana puede haber permanecido virgen toda su vida. De manera que el vocablo hebreo ‘almah’ se traduce apropiadamente al castellano por ‘la joven’. Si Isaías 7:14 se hubiera referido a una virgen, hubiera empleado la palabra ‘betulah’, que en castellano se traduce por ‘virgen’; pero el caso es que la palabra hebrea que figura en el precitado versículo es ‘almah’, mujer joven, y no ‘betulah’, mujer virgen. Isaías se estaba refiriendo a su propia joven esposa y al hijo al que puso por nombre Emmanuel.

    Cuando los setenta y dos sabios (comúnmente llamados ‘los setenta’) que tradujeron las Escrituras hebreas al griego se toparon con Isaías 7:14, el término hebreo ‘almah’ lo vertieron con la palabra griega ‘parthenos’, que se traduce por ‘virgen’. Si bien en contadísimos casos la palabra ‘parthenos’ se ha aplicado a una joven que dejó de ser virgen recientemente, como en el caso de Dina, lo cierto es que ‘parthenos’ reviste siempre el significado de ‘virgen’. Lo más apropiado es que el vocablo griego ‘parthenos’ se hubiera aplicado a la palabra hebrea ‘betulah’, si hubiera sido ésta la palabra recogida en Isaías 7:14; pero el caso es que, erróneamente o no, se tradujo la locución hebrea ‘almah’ mediante la griega ‘parthenos’.

    Posteriormente, cuando se transcribió de la Septuaginta griega al latín, el término griego ‘parthenos’ se vertió como ‘virgo’, de donde la traducción castellana a su vez asumió la palabra ‘virgen’. Si se hubiera traducido imparcialmente el pasaje de Isaías 7:14 directamente del hebreo al castellano, se hubiera empleado la palabra ‘joven’ y no ‘virgen’. Y si el escritor del evangelio de Mateo se hubiera guiado por la versión hebrea de las Escrituras, hubiera empleado la palabra ‘joven’ y no la de ‘virgen’; pero, puesto que el escritor de Mateo no era judío ni consultó las Escrituras hebreas, vertió en su evangelio el pasaje de Isaías de la traducción griega de la Septuaginta, y de ahí que hoy crean los fieles que Jesús nació de una virgen.    

 

2 comentarios:

  1. Por favor me puedes dar la bibliografía de lo que comentas de la no autoría de un Mateo hebreo, y de igual forma bibliografía adicional sobre lo de que Eusebio se invento todo lo de los padres de la Iglesia.

    Gracias.

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    1. Una cosa es cierta: el mal de los eclesiásticos acérrimos es que siempre andan pidiendo bibliografías como si ellas contuvieran la verdad. La verdad es cuestión de pensar con lógica.

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