domingo, 26 de febrero de 2017

La verdad de los años 607-537 a.e.c. y 1914 (CAPITULO III)


III

 

    Habiendo sido aceptada por muchos entusiastas bíblicos la teoría de Brown de las fechas 604 a.e.c. y 1917, así como los 2.520 años de supuesta duración de los siete tiempos del profeta Daniel, en 1843 el teólogo inglés Thomas Rawson Birks publicó su obra ‘Primer elemento de la sagrada profecía’. Birks recogió el cálculo que muchos estudiosos de la Biblia realizaban en aquellos días. Dado que Nabucodonosor había subido al trono en 605 a.e.c. y destruyó Jerusalén en el año 18/19 de su reinado, se calculaba que esa destrucción había tenido lugar en el año 587 a.e.c.

    Sin embargo los estudiosos bíblicos entendieron que había que corregir un año la fecha de ascenso de Nabucodonosor, pasándola al 606 a.e.c. Se basaban en el texto de Jeremías 52:12, que dice que Nabucodonosor arrasó Jerusalén en el año 19 de su reinado. Entonces lo que hicieron fue sumar 19 años al 587 y así llegaron al 606 a.e.c. Sin embargo se equivocaron en el cómputo, ya que no es lo mismo el año 19 que 19 años. El año 19 significa que han pasado 18 años; por lo tanto los estudiosos bíblicos debieron haber sumado 18 años al 587 y así hubieran llegado correctamente al 605 a.e.c., que era el año que demostraban los historiadores para la subida al trono de Nabucodonosor.

    Birks por tanto recogió en su libro las mismas fechas que antes del siglo XIX daban los historiadores para la duración del imperio neobabilónico desde la toma de Harrán hasta la caída de Babilonia. Solamente que Birks las consideró bajo otra óptica: el año 536 a.e.c. era para él el de la liberación de los judaítas desterrados en Babilonia, en tanto que el 606 a.e.c. lo entendía como el año de ascenso de Nabucodonosor. Para los historiadores de tiempo atrás, el 536 a.e.c. era el año de la caída de Babilonia, en tanto que el 606 a.e.c. lo estimaban como el año en que había tenido lugar la toma de Harrán y el inicio de los 70 años del imperio babilonio tras la conquista definitiva de Asiria.

    En 1844, el escrutador bíblico Edward Bishop Elliot publicaba el libro ‘Horas con el Apocalipsis’. Elliot hizo suyas las fechas 606 y 536 a.e.c. que había establecido Birks como años incorrectos de la subida al trono de Nabucodonosor y la liberación de los judaítas, respectivamente. Además Elliot añadió a esas fechas los 2.520 años de supuesta duración de los siete tiempos de Daniel, según lo había pregonado Brown en 1823. Por tanto Elliot, al restar a 2.520 años el 606 a.e.c. llegó a la fecha de 1914 como año en que vendría Cristo por segunda vez. Elliot no cayó en la cuenta de que no había año cero entre la era anterior y la posterior a Cristo, aunque el punto de división entre ambas eras también estaba errado, ya que el monje Dionisio, que realizó los cálculos en el siglo VII, se equivocó en unos seis o siete años de menos. Para ser exacto, Elliot debió haber concluido los 2.520 años en 1915 y no en 1914. Entre el 606 a.e.c. y 1914 mediaban solamente 2.519 años. De este error no se dieron cuenta los escrutadores bíblicos posteriores a Elliot.  

    Las teorías numéricas de Brown, Birks y Elliot, a pesar de que no se correspondían con la Biblia -que en realidad nada indica sobre tiempos y fechas, sino que todo es producto de la mente humana- fueron aceptadas por otros escrutadores. Uno de ellos fue el adventista Nelson Horatio Barbour, que había sido discípulo del fundador del adventismo, William Miller. Barbour añadió más errores al cúmulo de equivocaciones doctrinales heredadas desde los tiempos de Brown. Al principio de los años setenta del siglo XIX, Barbour leyó el libro ‘Horas con el Apocalipsis’, que había publicado en 1844 Edward Elliot, y aceptó con cierta reserva las fechas del 606 y 536 a.e.c., así como la fecha de 1914 y los 2.520 años de los siete tiempos del profeta Daniel.

    No obstante lo anterior, Barbour predicaba que Cristo y el fin del mundo vendrían en 1873, en la creencia de que su maestro Miller se había equivocado en treinta años. Como el fin no vino en 1873, lo traspasó a 1874. Tampoco vino. Pero uno de los discípulos de Barbour, un tal Kleith, había leído en el Diaglotón Enfático que, donde otras Biblias traducen ‘venida’, en el Diaglotón aparecía la palabra ‘presencia’. Entonces Barbour razonó que lo que sucedió en 1874 fue la presencia invisible de Cristo en su reino celestial y que, transcurridos 40 años de juicio sobre la humanidad, Cristo vendría físicamente a la Tierra en 1914, en la batalla de Armagedón.

    Al mismo tiempo Barbour confundió los siete tiempos de Daniel con los tiempos de los gentiles de los que habla el evangelio de Lucas. Está claro que Jesucristo se refiere a un tiempo futuro a partir de la destrucción de Jerusalén por los romanos en el año 70. En sus días, pues, no habían comenzado a correr los tiempos de los gentiles. Igualmente Barbour cambió el significado de la fecha del 606 a.e.c., que sus predecesores predicaban como la del inicio del reinado de Nabucodonosor.

    Para Barbour el 606 a.e.c. era el año 18/19 de Nabucodonosor, al entender que los judaítas llevados al destierro en ese año habían permanecido 70 años en Babilonia, algo que la Biblia no dice. Los famosos 70 años de los que habla el profeta Jeremías, como se verá más adelante, se refieren a la duración del imperio babilonio después de haber conquistado Harrán y no al tiempo de destierro de los judaítas. En contra de los historiadores, Barbour adelantó 18 años la fecha de subida al trono de Nabucodonosor, pasándola al 624 a.e.c., cuando toda la evidencia señalaba al 605 a.e.c.   Todo esto lo publicaba Barbour en su revista ‘El Heraldo de la Mañana’.

    En enero de 1876 uno de los ejemplares de la revista de Barbour llegó a manos del joven entusiasta bíblico Charles Taze Russell, que había formado un grupo de estudio con su padre Joseph, su hermana Margaret y el multimillonario matrimonio formado por William Henry Conley y su esposa Sara. Interesado Russell en todo lo expuesto por Barbour en su revista, se entrevistó con él y Russell acabó aceptando -sin reservas y sin cerciorarse de la veracidad o no veracidad de fechas, tiempos y doctrinas- todo cuanto Barbour había publicado. Tal era el entusiasmo de Russell, que no le dejaba sopesar la realidad y acabó predicando como doctrina todo lo que Barbour había forjado.  

    Así, pues, Russell aceptó ciegamente del adventista Barbour los 2.520 años que ahora se presentaban como la duración de los tiempos de los gentiles. Aceptó además la fecha del 606 a.e.c. como año de la destrucción de Jerusalén y su templo, al igual que hizo suya la fecha del 536 a.e.c. para la liberación de los judaítas del cautiverio babilonio. Igualmente Russell comenzó a predicar que Cristo había sido establecido en su reino celestial en 1874 y que en 1914 vendría a la Tierra en la batalla de Armagedón. 

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