lunes, 19 de agosto de 2019

Del libro BASES DOCTRINALES DE LOS TJ (52)


Los testigos de Jehová no son los mayores productores de biblias del mundo

    Resulta una paradoja y es difícil que un cristiano acepte que una de las mayores empresas editoriales de biblias del mundo se encuentre precisamente en un país no cristiano, concretamente en China. Sin embargo, ello es totalmente comprensible cuando se constata que en China hay unos sesenta y ocho millones de personas que profesan alguna forma de cristianismo. No obstante la fundación ‘Amity Printing’, que así se llama la empresa editora de biblias a la que se hace referencia, imprime más que nada por encargo de las iglesias cristianas del mundo entero.
    Amity Printing se fundó en 1988 y tiene su sede en la ciudad de Nanjin, cerca de Shangai. Todos los meses imprime regularmente un millón de biblias en noventa idiomas. Hay meses que superan los dos millones de ejemplares debido a peticiones especiales. Los tomos, de vistosa presentación y con papel de no menos excelente calidad, son reproducciones exactas de las mejores versiones y traducciones bíblicas de la actualidad.  
    La mayoría de las biblias producidas por Amity Printing llegan al público al precio excepcional de solamente un euro en Europa o su equivalente monetario en América. Otros millones de ejemplares simplemente se regalan a las personas que no pueden costearlas en modo alguno, principalmente en los países del tercer mundo.  
    En esta gigantesca editorial trabajan unas seiscientas personas. Como los sueldos en China son bastante más bajos que los de cualquier trabajador occidental, esa es una de las razones por las que las biblias allí producidas puedan regalarse o venderse a un euro.
     Otra razón, aparte de que el material se adquiere en cantidades astronómicas y los precios de adquisición son por lo tanto más bajos, es que los trabajadores chinos emplean por el mismo sueldo más horas en sus tareas y así pueden abarcar la inmensa producción exigida. La producción, pues, se abarata al tener precios de adquisición más competitivos, menor cantidad de salarios, mayor número de horas trabajadas y la disposición de un ingente número de empleados. Tras 25 años en activo, la editora llegó a los 100 millones de ejemplares bíblicos publicados.
    Las biblias producidas por Amity Printig, dado que se publican en noventa idiomas, saturan los mercados internacionales, lo que obliga a la competencia, sobre todo en occidente, a bajar los precios de sus respectivas ediciones bíblicas. A pesar de la competencia de las biblias chinas, hay empresas a las que no les afecta la presencia de la producción oriental, como es el caso de los ‘Gedeones Internacionales’, cuya organización se centra en la ciudad norteamericana de Nashville. Los ‘Gedeones’ producen, desde 1908, la llamada ‘Biblia de Gedeón’, que hoy se imprime en más de 90 idiomas y se distribuye mayoritariamente gratis en más de 190 países.
    Desde sus comienzos los Gedeones Internacionales han impreso y distribuído en todo el mundo más de 1.700 millones de volúmenes, entre biblias completas y ejemplares del Nuevo Testamento. Solamente en el año 2009 alcanzaron cerca de los 79 millones de biblias publicadas y distribuídas, lo que supuso más de 6,5 millones de biblias o Nuevos Testamentos cada mes de ese concreto año.
    Otro grupo de empresas excepcionales en la impresión bíblica es el conjunto de las Sociedades Bíblicas Unidas. Fundada en Londres en 1804, su campo de acción alcanza actualmente a más de 150 países. Con un incalculable número de trabajadores, la cifra récord la consiguieron en el 2004, con la impresión y distribución de nada menos que 390 millones de biblias solamente en ese año, lo que supuso una media de 32,5 millones de biblias mensuales. En el 2008 reeditaron la Biblia Reina Valera, versión 1960.
    La editora bíblica que sigue en importancia, considerada hoy día la cuarta del mundo en producción bíblica, es el grupo de Sociedades Watchtower de Pensilvania y Nueva York. La tirada más importante de ejemplares salió de sus talleres en 1961, introduciendo en el mercado la ‘Traducción del Nuevo Mundo’ en un solo ejemplar que, bajo los auspicios de un comité anónimo (aunque a día de hoy se conocen extraoficialmente sus nombres y no ha sido traducida directamente de las lenguas originales), es la biblia que preferentemente utilizan los testigos de Jehová, si bien, a pesar de que el comité responsable de su producción estaba compuesto por miembros de la cúpula directiva de ese clero, su portadilla no especifica que la biblia en cuestión haya sido preparada y publicada por los testigos de Jehová. La Traducción del Nuevo Mundo es la versión bíblica que más críticas ha suscitado entre los eruditos, especialmente del griego antiguo.   
    Hasta el año 2013, en que fue dada a conocer en la reunión anual del Cuerpo Gobernante de los testigos de Jehová la nueva versión bíblica de tapas grises y que se está imprimiendo actualmente en varios idiomas, aunque ya se distribuye en inglés, la producción bíblica de los talleres de la Watchtower, en el estado de Nueva York, pasó de los 170 millones de ejemplares en más de 100 idiomas, lo que entre 1961 y 2013 supone un promedio de casi 3,3 millones de biblias anuales.
    La producción de literatura propia de los testigos de Jehová que la Watchtower imprime, supera con creces a las ediciones bíblicas que edita. Los trabajadores de la Watchtower son voluntarios y no perciben sueldo, salvo manutención y estancia, aparte de una representativa mensualidad de dinero para gastos personales. De la nueva versión bíblica de la Watchtower se ha suprimido la mayor parte de las referencias que en la versión de 1987, cuando se revisó la obra por última vez, remitían a otros textos.  
    En opinión de los expertos, las dos biblias que más exactamente se ajustan a los textos de los códices y papiros hebreos y griegos existentes, por haber tomado referencias traductoras directamente de ellos al consultarse, son la española Biblia Nácar Colunga y la francesa Biblia de Jerusalén, sin menoscabo de otras versiones menos populares. Ambas tienen la desventaja de que no se aproximan a las cantidades de producción de las biblias que masivamente editan las empresas citadas en este artículo. 



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