(Continuación de los capítulos del libro...)
XVI
Resumen de los fundamentos
doctrinales
de los testigos de Jehová (1)
1.- Los 2.520 años de los siete tiempos del
profeta Daniel.
En 1823 el escrutador bíblico John Aquila
Brown publicó su obra ‘El Atardecer’. En ella exponía que los siete tiempos del
profeta Daniel duraban 2.520 años, siendo Brown el primer autor en dar a
conocer tal número de años. Hasta entonces y desde la Edad Media, en que
algunos judíos estimaban un lapso de 1.260 años para la primera venida del
Mesías, la supuesta duración de los siete tiempos de Daniel se calculaba en la
mitad de los 2.520 años. Tanto los judíos como ahora Brown se basaban en la
ciencia esotérica de la numerología para tales cálculos, ya que se trata de
elucubraciones mentales ajenas a la propia Biblia.
Brown duplicó los 1.260 años que por lo
general se daba en sus días a la duración de los siete tiempos de Daniel. La
duplicación se basó en que se suponía que Nabucodonosor había pasado siete años
en estado de locura, fuera del trono, y comiendo hierba en el campo. Los siete
años se consideraban ‘proféticos’ de 360 días cada uno. De ahí que su duración
fuese de 2.520 días (360 x 7).
Estos 2.520 días los elevó Brown a años en
la creencia de que la Biblia daba una regla de medir de un año por día, algo
que ya hacían los antiguos judíos. En ninguna parte menciona la Biblia que
ciertos días supongan tiempos proféticos de un año por día ni que haya que
estimar un año por cada día de castigo dado a los israelitas. Todo el cálculo
es especulación mental de ciertos individuos que se sentían superiores a sus
congéneres porque creían saber de la Biblia más que ellos.
Brown, pues, elevó los 2.520 días a 2.520
años; pero en lugar de aplicar años ‘proféticos’ de 360 días, con los que había
empezado a operar, aplicó años solares de 365,25 días. Por tal razón, iniciando
la aplicación en el 604 a.e.c., a la sazón el año primero de reinado de
Nabucodonosor, calculó que esos 2.520 años terminaban en 1917, año en que, a su
decir, brillaría la gloria de Israel. Casualmente el ejército inglés liberó a
Jerusalén de los turcos en diciembre de aquel año y la cuenta profética de
Brown fue tomada en serio por muchos especuladores bíblicos, que a partir de
entonces dieron rienda suelta a sus fantasías numéricas.
Así, pues, Brown se equivocó al aplicar
años solares de 365,25 días a la cuenta de 2.520 años que constituían años
‘proféticos’ de 360 días. Para ser objetivo, Brown debió haber elevado los
supuestos 2.520 días de Nabucodonosor a años de 360 días y así hubiera llegado
a 1881 como año final de la cuenta, en que se suponía que habría de aparecer
Cristo por segunda vez.
2.- Las fechas 606 y 536 a.e.c.
Hasta principios del siglo XIX, los
historiadores concluían, creyendo basarse en la interpretación de los textos
del astrónomo Tolomeo, que Babilonia había caído en el 536 a.e.c. y que en ese
preciso año comenzó el reinado de Ciro como rey de Babilonia. Como el imperio
babilonio había durado 70 años desde que Nabopolasar, padre de Nabucodonosor,
conquistó el último reducto de Asiria, la ciudad de Harrán, los historiadores
aplicaron retrospectivamente esos 70 años al 536 a.e.c. y así llegaron al 606
a.e.c. como año de la toma de Harrán y definitiva anexión de Asiria. Los
asirios, al frente del rey Asurubalit II, se atrincheraron en Harrán, lo que
motivó que Nabopolasar subiera con sus tropas hasta aquella ciudad.
En un tiempo no precisado anterior a 1823,
los historiadores corrigieron las fechas 606 y 536 a.e.c., basándose en la
cronología egipcia, la cual presenta una serie de fechas rigurosamente exactas
y sin posibilidad de error en su interpretación. Una de esas fechas fue la del
610 a.e.c., en que ascendió al trono de Egipto el faraón Necao II, que es el
Nekó del que habla la Biblia. Este Nekó o Necao subió en el año primero de su
reinado, es decir, a partir de la primavera del 609 a.e.c., a ayudar a los
asirios atrincherados en Harrán, pero no pudo vencer a los babilonios, quienes
finalmente conquistaron la ciudad.
Dado que la toma de Harrán aconteció en el
609 a.e.c., los historiadores aplicaron a esta fecha los 70 años de duración
del nuevo imperio babilonio y así establecieron el año 539 a.e.c. como el de la
caída de Babilonia. De haberse equivocado en la fecha del 609, también se
habrían equivocado en la del 539 a.e.c. Pero sabemos que el año 539 a.e.c. para
la caída de Babilonia es correcto. Por tanto, también es correcta la fecha del
609 a.e.c.
Así las cosas, en 1843 el teólogo Thomas
Rawson Birks publicó su obra ‘Primer elemento de la sagrada profecía’. En ella
estableció de nuevo las fechas 606 y 536 a.e.c., aunque bajo otra óptica, sin
abandonar las nuevas fechas del 609 y 539 a.e.c. En sus tiempos se calculaba
que, como Nabucodonosor ascendió al trono en el 605 a.e.c. y en su año 18/19
destruyó la ciudad de Jerusalén, tal destrucción había tenido lugar en el año 587
a.e.c.
Escrutadores bíblicos de aquellos días,
basados en Jeremías 52:12, que dice que Nabucodonosor destruyó Jerusalén en el
año 19 de su reinado, sumaron 19 años al 587 a.e.c. y así llegaron al 606
a.e.c. como hipotético año de la subida al trono de Nabucodonosor.
Evidentemente se equivocaron, ya que no es lo mismo el año 19 que 19 años. El
año 19 significa que transcurrieron 18 años. Por tanto debieron haber sumado 18
años al 587 a.e.c. y así hubieran alcanzado el 605 a.e.c. como año de ascenso de
Nabucodonosor, que era lo que demostraban los historiadores.
Así que Birks dejó escrito que el año de
subida de Nabucodonosor al trono fue el 606 a.e.c. Y como la nación de Judá
estuvo sometida, que no es lo mismo que desterrada, a Babilonia por 70 años, al
606 se le restaron 70 años y así quedó también establecida de nuevo la fecha
del 536 a.e.c., ahora como año de la liberación de los judaítas. Birks no se
dio cuenta de los errores que transmitía al volver a establecer los años 606 y
536 a.e.c. bajo un punto de vista distinto del que habían dado los
historiadores.
Birks pasó por alto que desde el tiempo de
ascenso de Nabucodonosor hasta la liberación de los cautivos habían
transcurrido 66 años, no 70. También pasó por alto que los judaítas fueron
liberados en el año primero del reinado de Ciro, que no era el 536 a.e.c., sino
el que iba de octubre del 539 a.e.c. a octubre del 538 a.e.c., según el sistema
judío, y de la primavera del 538 a.e.c. a la primavera del 537 a.e.c., según el
sistema persa. Estos errores básicos de Birks pasaron a otros escrutadores
bíblicos y con el tiempo llegaron al adventista Barbour, que los reinterpretó a
su manera y los transmitió a Russell, quien no se detuvo a comprobar su
veracidad y los predicó tal cual, como si fueran palabra de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario