VII
A partir de enero de 1976 el Cuerpo
Gobernante se arrogó las funciones directivas de la Sociedad Watch Tower. Al
mismo tiempo se encargó de emitir las doctrinas y redactar toda la literatura.
Paro ello creó varios comités de ayuda, entre ellos el de redacción, cuyos
miembros, la mayoría no pertenecientes a los 144.000 ungidos, son los que
discurren y escriben los textos que posteriormente se someten a la revisión del
Cuerpo Gobernante. Las decisiones del Cuerpo Gobernante se aprueban como mínimo
por votos favorables de la tercera parte de sus componentes más uno. Ya el
Presidente de la Watch Tower no decidía en cuestiones de índole espiritual,
como lo había hecho desde los tiempos de Russell.
En junio de 1977 falleció Knorr y tomó la
presidencia de la Watch Tower Frederick W. Franz. Ya éste había dejado de ser
el teólogo único de la Sociedad, ejerciendo ahora esa función el propio Cuerpo
Gobernante, en tanto que la Junta Directiva regía los destinos de la Watch
Tower como empresa mercantil. Muchos años después el Cuerpo Gobernante se
separaría de la Watch Tower y a día de hoy son dos entidades completamente distintas,
tanto que se asegura que ningún miembro del Cuerpo Gobernante pertenece a la
Watch Tower, como así lo declaró a un juez en 2016 el miembro de ese Cuerpo,
Gerrit Losch.
El Cuerpo Gobernante aceptó los fundamentos
doctrinales que Fred Franz había establecido en 1943, basándose a su vez en los
fundamentos puestos por Rutherford en 1927, y habiéndose igualmente basado
Rutherford en los de Russell y el adventista Barbour, quien a su vez tomó los
datos principales de otros que le precedieron. Los fundamentos de los Testigos
de Jehová se basan, pues, en puntos de vista doctrinales de religiosos ajenos a
la organización de la Watch Tower y pertenecientes al imperio mundial de
religión falsa, según el Cuerpo Gobernante.
A modo de resumen, los aludidos fundamentos
doctrinales son los siguientes:
En 1823 el escrutador bíblico John Aquila
Brown fue el primero en publicar en su libro ‘El Atardecer’ que los siete tiempos
de Daniel duraban 2.520 años. Brown calculó los 2.520 años basándose en 7
tiempos o años de 360 días; pero al convertir los 2.520 días en años los elevó
a años solares de 365,25 días. En rigor científico, debió haber calculado 2.520
años de 360 días cada uno, con lo que en realidad computó 36 años más de la
cuenta al elevar aquéllos a años solares.
En 1843 el teólogo Thomas Rawson Birks
reactivó en su libro ‘Primer elemento de la sagrada profecía’ las fechas 606 y
536 a.e.c. que hasta principios del siglo XIX habían dado a conocer algunos
historiadores. Birks ahora estimaba la fecha del 606 a.e.c. como la del inicio
del reinado de Nabucodonosor, y el año 536 a.e.c. como el de la liberación de
los judaítas del yugo babilonio. Para entonces ya los historiadores habían
corregido las fechas, pasando la toma de Harrán e inicio del gran imperio
babilonio al 609 a.e.c., y la caída de Babilonia al año 539 a.e.c.
La nueva fecha del 606 a.e.c. que Birks
recogió en su obra salía de añadir 19 años al 587 a.e.c., que era el año
estimado para la destrucción de Jerusalén por Nabucodonosor. Los defensores del
606 a.e.c. se basaban en el texto de Jeremías 52:12, que indica que
Nabucodonosor arremetió contra Jerusalén en el año 19 de su reinado. Sumados 19
años al 587, llegaron a la fecha del 606 a.e.c., que la consideraron como el
año de ascenso de Nabucodonosor. Para ser exactos, debieron haber sumado 18
años al 587, ya que no es lo mismo el año 19 que 19 años.
En 1844 el escrutador Edward B. Elliott
publicó el libro ‘Horas con el Apocalipsis’, donde recogía los 2.520 años de
Brown y las fechas 606 y 536 a.e.c. de Birks. Elliot fue el primero en declarar
que los 2.520 años duraban del 606 a.e.c. (supuesto año de ascenso de
Nabucodonosor) a 1914 (hipotético año de la segunda venida de Cristo). Elliot
fue también el primero en equivocarse en el cómputo, ya que contabilizó un año
de menos al no darse cuenta de la inexistencia de un supuesto año cero.
En la década de 1870 el adventista Barbour,
que había sido discípulo del fundador del adventismo, William Miller, leyó el
libro de Elliot, ‘Horas con el Apocalipsis’, y finalmente aceptó las fechas 606
y 536 a.e.c., así como posteriormente la de 1914 y los 2.520 años. Barbour
confundió los siete tiempos de Daniel con los tiempos de los gentiles y
entendió el año 606 a.e.c., no como el de incio de reinado de Nabucodonosor,
sino como su año 18, trasladando por tanto al 624 a.e.c. la subida al trono del
rey babilonio. Barbour enfatizó que desde la caída de Jerusalén hasta la
liberación de los judíos habían transcurrido 70 años, creyendo que Jeremías se
refería a 70 años de destierro, cuando en realidad Jeremías hablaba de los 70
años de duración del imperio babilonio después de haber tomado la ciudad de
Harrán.
Los fundamentos doctrinales de Barbour
eran, pues, el primero de ellos, la creencia de que los judaítas estuvieron 70
años en el destierro después de que Nabucodonosor arrasara Jerusalén en el año
18/19 de su reinado. Sobre esta base asentó las fechas 606 a.e.c. (que entendía
como año de la destrucción de Jerusalén) y 536 a.e.c. (que entendía como año de
la liberación de los cautivos). También incluyó la fecha 1874 como año de la
entronización de Cristo en su reino celestial y 1914 como año del Armagedón. Entre
el 606 a.e.c. y 1914 creía que mediaban 2.520 años, cuando en realidad había
uno menos.
Justamente éstas fueron las bases
doctrinales que el adventista Barbour le pasó a Russell, quien no investigó
sobre la veracidad o no veracidad de las mismas. Russell las divulgó por todas
partes, ignorando su procedencia real e ignorando que se fundamentaban en la
ciencia esotérica u ocultista de la numerología, y que incluso el cómputo de
los siete tiempos de Daniel, aunque de menos años que los dados a conocer por
Brown en 1823, fueron producto inicial de la cábala judía en la Edad Media. Si
Russell hubiera tenido más conocimiento de la Biblia, Barbour no le hubiera
colado aquellos erróneos conceptos de fechas y tiempos. Pero Russell los aceptó
sin reservas y de él pasaron a sus seguidores, quienes tampoco investigaron
sobre su origen y autenticidad.
En 1943, a fin de cuadrar los famosos 2.520
años que ahora se denominaban ‘tiempos de los gentiles’, Franz adelantó el
hipotético año de la caída de Jerusalén al 607 a.e.c. y el año de la salida del
destierro lo adelantó al 537 a.e.c. De paso suprimió la fecha de 1874 que se
predicaba como año de la toma de poder real de Jesucristo en el cielo y la pasó
sin más a 1914.
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