jueves, 2 de marzo de 2017

La verdad de los años 607-537 a.e.c. y 1914 (CAPITULO VII)



VII

 

    A partir de enero de 1976 el Cuerpo Gobernante se arrogó las funciones directivas de la Sociedad Watch Tower. Al mismo tiempo se encargó de emitir las doctrinas y redactar toda la literatura. Paro ello creó varios comités de ayuda, entre ellos el de redacción, cuyos miembros, la mayoría no pertenecientes a los 144.000 ungidos, son los que discurren y escriben los textos que posteriormente se someten a la revisión del Cuerpo Gobernante. Las decisiones del Cuerpo Gobernante se aprueban como mínimo por votos favorables de la tercera parte de sus componentes más uno. Ya el Presidente de la Watch Tower no decidía en cuestiones de índole espiritual, como lo había hecho desde los tiempos de Russell.

    En junio de 1977 falleció Knorr y tomó la presidencia de la Watch Tower Frederick W. Franz. Ya éste había dejado de ser el teólogo único de la Sociedad, ejerciendo ahora esa función el propio Cuerpo Gobernante, en tanto que la Junta Directiva regía los destinos de la Watch Tower como empresa mercantil. Muchos años después el Cuerpo Gobernante se separaría de la Watch Tower y a día de hoy son dos entidades completamente distintas, tanto que se asegura que ningún miembro del Cuerpo Gobernante pertenece a la Watch Tower, como así lo declaró a un juez en 2016 el miembro de ese Cuerpo, Gerrit Losch.

    El Cuerpo Gobernante aceptó los fundamentos doctrinales que Fred Franz había establecido en 1943, basándose a su vez en los fundamentos puestos por Rutherford en 1927, y habiéndose igualmente basado Rutherford en los de Russell y el adventista Barbour, quien a su vez tomó los datos principales de otros que le precedieron. Los fundamentos de los Testigos de Jehová se basan, pues, en puntos de vista doctrinales de religiosos ajenos a la organización de la Watch Tower y pertenecientes al imperio mundial de religión falsa, según el Cuerpo Gobernante.    

    A modo de resumen, los aludidos fundamentos doctrinales son los siguientes:

    En 1823 el escrutador bíblico John Aquila Brown fue el primero en publicar en su libro ‘El Atardecer’ que los siete tiempos de Daniel duraban 2.520 años. Brown calculó los 2.520 años basándose en 7 tiempos o años de 360 días; pero al convertir los 2.520 días en años los elevó a años solares de 365,25 días. En rigor científico, debió haber calculado 2.520 años de 360 días cada uno, con lo que en realidad computó 36 años más de la cuenta al elevar aquéllos a años solares.

    En 1843 el teólogo Thomas Rawson Birks reactivó en su libro ‘Primer elemento de la sagrada profecía’ las fechas 606 y 536 a.e.c. que hasta principios del siglo XIX habían dado a conocer algunos historiadores. Birks ahora estimaba la fecha del 606 a.e.c. como la del inicio del reinado de Nabucodonosor, y el año 536 a.e.c. como el de la liberación de los judaítas del yugo babilonio. Para entonces ya los historiadores habían corregido las fechas, pasando la toma de Harrán e inicio del gran imperio babilonio al 609 a.e.c., y la caída de Babilonia al año 539 a.e.c.

    La nueva fecha del 606 a.e.c. que Birks recogió en su obra salía de añadir 19 años al 587 a.e.c., que era el año estimado para la destrucción de Jerusalén por Nabucodonosor. Los defensores del 606 a.e.c. se basaban en el texto de Jeremías 52:12, que indica que Nabucodonosor arremetió contra Jerusalén en el año 19 de su reinado. Sumados 19 años al 587, llegaron a la fecha del 606 a.e.c., que la consideraron como el año de ascenso de Nabucodonosor. Para ser exactos, debieron haber sumado 18 años al 587, ya que no es lo mismo el año 19 que 19 años.  

    En 1844 el escrutador Edward B. Elliott publicó el libro ‘Horas con el Apocalipsis’, donde recogía los 2.520 años de Brown y las fechas 606 y 536 a.e.c. de Birks. Elliot fue el primero en declarar que los 2.520 años duraban del 606 a.e.c. (supuesto año de ascenso de Nabucodonosor) a 1914 (hipotético año de la segunda venida de Cristo). Elliot fue también el primero en equivocarse en el cómputo, ya que contabilizó un año de menos al no darse cuenta de la inexistencia de un supuesto año cero.

    En la década de 1870 el adventista Barbour, que había sido discípulo del fundador del adventismo, William Miller, leyó el libro de Elliot, ‘Horas con el Apocalipsis’, y finalmente aceptó las fechas 606 y 536 a.e.c., así como posteriormente la de 1914 y los 2.520 años. Barbour confundió los siete tiempos de Daniel con los tiempos de los gentiles y entendió el año 606 a.e.c., no como el de incio de reinado de Nabucodonosor, sino como su año 18, trasladando por tanto al 624 a.e.c. la subida al trono del rey babilonio. Barbour enfatizó que desde la caída de Jerusalén hasta la liberación de los judíos habían transcurrido 70 años, creyendo que Jeremías se refería a 70 años de destierro, cuando en realidad Jeremías hablaba de los 70 años de duración del imperio babilonio después de haber tomado la ciudad de Harrán.

    Los fundamentos doctrinales de Barbour eran, pues, el primero de ellos, la creencia de que los judaítas estuvieron 70 años en el destierro después de que Nabucodonosor arrasara Jerusalén en el año 18/19 de su reinado. Sobre esta base asentó las fechas 606 a.e.c. (que entendía como año de la destrucción de Jerusalén) y 536 a.e.c. (que entendía como año de la liberación de los cautivos). También incluyó la fecha 1874 como año de la entronización de Cristo en su reino celestial y 1914 como año del Armagedón. Entre el 606 a.e.c. y 1914 creía que mediaban 2.520 años, cuando en realidad había uno menos.   

    Justamente éstas fueron las bases doctrinales que el adventista Barbour le pasó a Russell, quien no investigó sobre la veracidad o no veracidad de las mismas. Russell las divulgó por todas partes, ignorando su procedencia real e ignorando que se fundamentaban en la ciencia esotérica u ocultista de la numerología, y que incluso el cómputo de los siete tiempos de Daniel, aunque de menos años que los dados a conocer por Brown en 1823, fueron producto inicial de la cábala judía en la Edad Media. Si Russell hubiera tenido más conocimiento de la Biblia, Barbour no le hubiera colado aquellos erróneos conceptos de fechas y tiempos. Pero Russell los aceptó sin reservas y de él pasaron a sus seguidores, quienes tampoco investigaron sobre su origen y autenticidad.   

    En 1943, a fin de cuadrar los famosos 2.520 años que ahora se denominaban ‘tiempos de los gentiles’, Franz adelantó el hipotético año de la caída de Jerusalén al 607 a.e.c. y el año de la salida del destierro lo adelantó al 537 a.e.c. De paso suprimió la fecha de 1874 que se predicaba como año de la toma de poder real de Jesucristo en el cielo y la pasó sin más a 1914.    

   

 

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